¿Dulce verdad?

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VICTORIA EVANS

En Londres todo es muy peculiar, pero jamás pensé que tanto... Sentada en el sofá esperando a que mis padres acabaran de alistarse para irme a dejar a un colegio extraño de magia y hechicería al cual siempre fui bienvenida, me puse a reflexionar... llevo 17 años de mi vida sintiéndome excluida, claramente desde mi nacimiento porque mis padres decidieron abandonarme, luego en la escuela, los niños siempre se burlaban de mí por ser distinta y al pasar a la preparatoria todo fue mucho peor, pero siempre fui más lista y no dejé que esos comentarios me hirieran, a fin de cuentas la preparatoria está llena de inadaptados intentando encajar y vender una falsa imagen, yo jamás fui así y me siento orgullosa de ello. Sin embargo resulta que ahora soy una bruja, ¡UNA BRUJA!.
La voz de mi padre me sacó del transe en el que me encontraba filosofando mi triste vida, de que si no habría sido por ellos quizá estaría botada debajo de un puente o muerta...

-Hey cariño, ya está todo listo y empacado, vámonos, tu tren sale en 1 hora.- dijo mi padre acariciando mi hombro.

-¿Tren?, ¿no puedo llegar en avión?, esas cosas me marean.- respondí incrédula.

-Ya verás cariño.-dijo él regalándome una cálida sonrisa que me hizo sentir segura.

En el viaje mis padres me fueron sermoneando y aconsejando sobre las normas de aquel colegio y como debía de comportarme, me contaron que todo esto lo saben desde que cumplí los 11 años y llegó mi carta de howgarts, pero que prefirieron guardar tal secreto y dejarme llevar una vida normal, ¿pero que hay de normal en que siempre te traten como un bicho raro?, veía tristeza en el rostro de mis padres, ¿sería mucho tiempo en el que estaría fuera de casa?.

-Por lo que sé este colegio se divide por "casas", cada casa resalta por distintas cualidades, sea en la que te toque sé que lo harás excelente mi amor.- exclamó mi madre con una sonrisa que apenas lograba montar.

-Esto quiere decir que...- titubeé.- ¿mis padres biológicos eran magos?.- al preguntar esto vi como mi padre sostuvo con firmeza el volante.

-S...si, cariño.- respondió él, desviando su vista hacia el paisaje.

-Gracias por hacérmelo saber.- respondí, para luego seguir escuchando sus consejos.

Al llegar a una estación de trenes mi padre señaló que debíamos ir por la 9,3/4, mi madre y yo lo quedamos viendo incrédulas porque no existía tal número, pero al llegar a la estación 9, pude visualizar como un joven y su familia atravesó la muralla, ¿será una ruptura en el espacio tiempo?, cierto... Magia.

-Creo que es por ahí.- exclamé sorprendida de lo que había visto.

-Escúchame cariño, nosotros somos seres sin magia y no podemos atravesar el muro, tendrás que ir sola.- dijo mi madre con la voz temblorosa.

-Pero...-tartamudee algo asustada.

-Si, al pasar esa muralla encontrarás un tren, tómalo lo más rápido que puedas, al llegar allá tendrás guías, no te acerques mucho a las personas hasta que hayas hecho amigos.- explicó mi padre dejando su mano en mi hombro.

-Es...está bien.- respondí insegura.

-Serás la mejor en todo cariño, por favor cuídate, cualquier cosa nos mandas una carta, ¿si?, deberás ir a comprar tus cosas para el colegio, en tu maleta hay suficiente dinero para que puedas pasar todos estos meses.- dijo mi madre, acariciando mi mejilla, en su rostro se reflejaba tristeza.

-¿Mis cosas?, ¿pero porque por carta? Es un método bastante antiguo.- contesté.

-Ya verás...- dijo mi padre.

Adictiva perdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora