Susurros

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VICTORIA EVANS

Luego de una intensa búsqueda sobre tal concepto caí rendida y me dormí, un sueño profundo que a decir verdad necesitaba, después de tantas desilusiones en este día debía descansar, al menos leer e informarme sobre los animagos me sirvió para distraerme y no llorar hasta dormirme.

Al día siguiente...

Me levanté con el libro de almohada y las primeras hojas babeadas, que manera de despertar, ¿no?... vi la hora y brinqué de la cama porque ya se me hacía tarde como siempre, me metí a la ducha e hice mis cosas, luego de un rato ya estaba lista para salir a desayunar.

Bajé a la sala común pero ya no había nadie, lo cual encontré extraño, pero pensé que a mis amigos ya se les había hecho tarde así que me encaminé hacia el gran comedor.

En el camino iba pensando en todo lo que me ha tocado vivir en Hogwarts desde que llegué, sin duda he vivido más aquí en unas semanas que en toda mi vida en el mundo muggle...

-¿Y que pretendes hacer Harry?.- escuché la voz de Hermione, quise entrar para ver qué pasaba, pero decidí quedarme a escuchar.

-No lo sé Hermione, pero debemos decirle a Sirius.- respondió Harry revolviéndose el cabello, se veían bastante agobiados.

-Harry tiene razón, no olvides el juramento.- agregó Ron.

-¡Es inhumano!.- exclamó Hermione molesta.

-¡Tu estuviste de acuerdo!.- respondió Harry alzando un poco la voz, ¿que estará pasando?

-¿Pero se dan cuenta de la magnitud del problema?, ¡se sentirá obligada por Merlín!.- contestó Hermione caminando de un lado a otro.

-¡No hablen tan fuerte!.- dijo Ron.

-Vámonos, de seguro nos está esperando en el gran comedor.- añadió Harry.

-Ahora somos niñeras.- murmuró Ron rodando los ojos, luego los 3 se encaminaron nuevamente y yo me quedé donde estaba, estática.

¿Que pasará?, ¿estarán bien?, me preocupa el hecho de que estén tan agobiados, sin mis amigos... ¿podré ayudarlos?, pero quizá se enojen si saben que escuché su conversación, aunque no era mi intención, solo... pasaba por aquí, ¡joder!, ¿que hago?.

-Te dije que te equivocaste de casa, niñata.- susurró una voz sobre mi hombro que me dejó la piel de gallina.

-¡Me quieres matar del susto, idiota!.- exclamé, obviamente reconocí la voz enseguida y me di vuelta confirmando mi teoría, Mattheo.

-Son unos imbéciles, hablan de valentía, pero son unos cobardes de mierda.- contestó Mattheo, con su típica sonrisa maliciosa.

-¡No te refieras así de ellos!.- respondí molesta, no dejaría que se refiriera así de mis amigos.

-Yo que tú no los defendería, ya sabes... no se meten las manos al fuego por nadie.- añadió encogiéndose de hombros.

-Ellos me hicieron sentir acogida en el momento en que pisé Hogwarts.- contesté.

-Sigue viviendo en tu mundo de rosas y tómalo como coincidencia, Black.- respondió, ¿que mierda trataba de decirme?.

-Pero que me trat...- hablé pero fui interrumpida.

-Con que la Black traicionera.- exclamó Malfoy, rodé los ojos al escuchar su voz tan chillona.

Adictiva perdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora