𝐇𝐲𝐩𝐧𝐨𝐭𝐢𝐳𝐢𝐧𝐠 ;; 𝙽𝚎𝚝𝚎𝚢𝚊𝚖 𝚢 𝙻𝚘'𝚊𝚔 𝚡 𝚘𝚌 | +𝟷𝟾

once.

Lo'ak no podía contener la mezcla de desesperación y furia que lo consumía por dentro. La idea de que su hermano pudiera haber tenido intimidad con Danae le quemaba por dentro, una chispa de celos que se encendía cada vez que pensaba en Neteyam presumiendo de su cercanía con ella. Intentó convencer a su mente de que eran solo palabras para molestarlo, un truco de su hermano mayor para ponerlo en ese estado. Pero la duda persistía, alimentada por la imagen del aroma de Danae en la piel de Neteyam y por los pensamientos que no dejaban de rondar su cabeza. Sabía que no podría encontrar paz hasta obtener respuestas, y no perdería más tiempo en buscarla.

Tan pronto como su padre y Neteyam partieron para la cacería, Lo'ak tomó su arco y se adentró en el denso bosque de Pandora, dejando que sus pies lo guiaran en dirección al último lugar donde había sentido la presencia de Danae. Mientras corría por las ramas y se movía entre la vegetación, los celos y la ansiedad lo acompañaban, dibujando en su mente imágenes de Neteyam y Danae en situaciones demasiado cercanas, demasiado íntimas. Una mezcla de rabia y deseo le atravesaba el pecho: deseaba ser él quien tocara su piel, quien sintiera la calidez de sus labios, quien la sostuviera en sus brazos.

Sumido en estos pensamientos, fue cuando de repente divisó una figura corriendo entre los árboles. Al enfocar la vista, se dio cuenta de que se trataba de Danae, y la sorpresa se mezcló con la confusión al ver la expresión de angustia en su rostro. La chica corría con desesperación, llevando una mochila sobre su espalda, como si intentara escapar de algo. Su respiración era rápida, entrecortada, y su mirada se movía de un lado a otro, buscando algún refugio entre las sombras del bosque.

Sin pensarlo dos veces, Lo'ak descendió de los árboles de un salto ágil, aterrizando justo frente a ella. Extendió su brazo y la tomó con firmeza del antebrazo, deteniéndola de golpe. Danae soltó un pequeño grito de susto, pero al ver que era él, su expresión de temor se transformó en alivio y se lanzó a sus brazos, aferrándose a él mientras las lágrimas corrían libremente por su rostro.

—¡Oh, Lo'ak! —sollozó, su voz temblorosa y entrecortada—. Mi padre... él lo sabe. Sabe que he estado viéndome con ustedes. — Las palabras salieron atropelladas, acompañadas de una angustia palpable mientras enterraba su rostro contra su pecho.

Lo'ak se quedó inmóvil por un segundo, intentando procesar lo que acababa de escuchar. Sabía que el secreto no podía mantenerse para siempre, pero la rapidez con la que todo había estallado lo sorprendió. Sin embargo, al escuchar el nombre de Quaritch, un escalofrío recorrió su cuerpo. Sabía perfectamente de lo que ese hombre era capaz, y no podía permitir que Danae sufriera las consecuencias. Además, esta era su oportunidad para protegerla y, en el fondo, mantenerla cerca, lejos de Neteyam.

—Dae, mi Dae... —murmuró con una mezcla de ternura y determinación, acariciando los cabellos rojizos que tanto le fascinaban—. Tranquila, vamos a un lugar seguro. Yo nunca dejaré que nada te pase. — Prometió con una voz que buscaba infundirle calma.

Sin pensarlo más, Lo'ak la tomó en sus brazos con la delicadeza de quien sostiene algo frágil pero valioso. Danae se aferró a su cuello, su respiración aún agitada, mientras él se desplazaba rápidamente por el bosque. A pesar de la gravedad de la situación, ella se permitió sentir el calor de su abrazo, una seguridad que había estado buscando desesperadamente.

—Lo'ak... —murmuró Danae mientras lo observaba desde su posición, tratando de calmarse—. Me alegra que estés bien... te he extrañado tanto. — Sus palabras, cargadas de sinceridad, se quebraron por el llanto, mientras las lágrimas seguían deslizándose por sus mejillas.

—Y yo a ti, flamita. — Le respondió Lo'ak con una sonrisa suave, depositando un beso en sus cabellos antes de continuar su camino. Llamarla "flamita" le recordaba la calidez de las fogatas de su tribu, y cómo esas llamas siempre le hacían pensar en la fuerza y la pasión que veía en Danae, con su cabello rojizo y su espíritu indomable.