Cuando recuperé el conocimiento estaba tumbada sobre una camilla blanca. Apoyé las manos en ella, intentando levantarme, pero para mi sorpresa, me fue imposible. Sentía que todo mi cuerpo estaba hecho de plomo y las cosas a mí alrededor daban vueltas sin parar. Era como estar en una habitación de una película de terror en el que los cuadros se mueven, los objetos cobran vida y las paredes no se quedan quietas. Conseguí incorporarme un poco. Mi columna parecía un flan de caramelo. No me gustaban los flanes. Me pregunté cuántas vértebras debía de tener rotas.
Miré las piernas. Aunque las veía moverse de un lado a otro, vi claramente que tenía una de ellas, la derecha, rota, envuelta en vendas, al igual que mi cabeza, lo cual comprobé al tocar por el dolor que me estaba causando.
Miré a mi alrededor. Las paredes también eran blancas, y a mi lado había una mesita con medicamentos.
Claramente, estaba en un hospital. Me pregunté cómo estarían William e Isabel, ya que iban en los asientos delanteros, y qué pasó después del choque, porque no recordaba nada. En algún momento debí de desmayarme.
Volví a tumbarme intentando volver a dormirme y soñar con algo bonito, pero pocos minutos después llegó una enfermera.
—¿Te encuentras bien? —me preguntó con una voz tan amable que hasta me dio un poco de asco.
—Bueno... me duele todo y no recuerdo muy bien qué pasó después del choque—respondí.
La enfermera suspiró aliviada y sonrió, cosa que casi hace que se me salgan los ojos de las órbitas, y mis ganas de darle un puñetazo aumentaron en cuestión de milésimas de segundo.
—Es que temíamos que sufrieras un golpe demasiado fuerte en la cabeza y no te acordaras de absolutamente nada de lo ocurrido en años. Por suerte tú no tienes de qué preocuparte.
Desde luego, estaba muy mareada y no podía pensar bien, porque si no me hubiera dado cuenta enseguida, como persona observadora que soy, de que algo significaba "Por suerte tú no tienes de qué preocuparte".
Me quedé mirando al techo durante media hora mientras la enfermera hablaba con el chico alto y moreno que supuse que era el médico, hasta que el techo se empezó a oscurecer ante mi mirada y me quedé dormida otra vez.
Desperté y me topé de repente con la cara de una mujer de unos treinta y pico años, rubia teñida, con unas gafas azules y unos ojos casi negros, mirándome fijamente. Casi me caigo para atrás y me descoloco más la columna de lo que ya la tenía.
La mujer se separó de mí sin inmutarse.
—Ha venido alguien a verte —dijo con una voz extremadamente serena.
Me froté los ojos y suspiré. Creo que aunque hubiese dormido seis días seguiría teniendo un sueño y un cansancio agotador. Bueno, eso suponiendo que solo había dormido unas pocas horas.
Esperaba ver a William en el marco de la puerta escalofriantemente blanca, pero la visita no fue tan agradable.
Mi hermano me observaba de arriba a abajo con una ceja levantada y los brazos cruzados en el pecho. Llevaba una sudadera blanca con dibujos negros de flores y un pantalón vaquero negro con unos zapatos rojos que parecían bastante caros.
Algo bueno que podía decir del asqueroso de Iker es que sabía vestirse bien. Es decir, aunque no tuviese que ir a ningún sitio, o solamente fuese a salir a llevarse su chihuahua para que lo cuidase(realmente odio a ese perro), mi hermano se ponía ropa con verdadero estilo.
Sus ojos verdes que tanta envidia me daban me estaban analizando desde la punta de mis pies hasta la punta de mi nariz, como intentando averiguar si debería echarme la bronca de mi vida o simplemente quedarse callado esperando que yo me disculpara o me pusiera a explicarle todo lo ocurrido.
Cosa que yo no pensaba hacer, no solo porque no quisiera explicárselo, sino porque ni siquiera sabría explicármelo a mí misma, ya que no tenía ni idea de lo que había pasado ni por qué había pasado.
Pero en vez de cualquier cosa que se me había ocurrido que dijese, el repugnante de mi hermano se partió de risa, descojonandose.
Si la enfermera no me hubiese quitado el vaso de la mesita que estaba a mí lado, se lo hubiera tirado directamente a la cara de Iker.
Hablando de la enfermera, miré a mí alrededor, intentando ubicarme. La médica apuntaba en un folio, con su mirada impasible, y la enfermera susurraba con el otro médico mirando a mí hermano.
Ni en un hospital me podía librar de él.
Mi hermano apoyó su brazo en el marco haciéndose el chulo.
Llevaba un abrigo negro con una bufanda oscura y unas gafas de sol, que no pintaban nada a finales de noviembre, pero tenía que admitir que le quedaban muy bien, y le hacían relucir sus blancos dientes.
El pantalón vaquero que tenía puesto también era negro, con los mismos zapatos del traje del día anterior.
—¿Y bien? Te dejo sola un momento en la fiesta y te vas con el guaperas rico, ¿Eh? —dijo sin borrar la sonrisa de su rostro.
No respondí.
—No sabía que esos eran tus gustos. Aunque es verdad que cuando éramos pequeños decías que un personaje parecido al de una película era bastante guapo... —continuó con una mirada pensativa.
Solo lo fulminé con la mirada, pero no era lo mismo después de ver la mirada de los asesinos de William e Isabel.
Fruncí las cejas. ¿Y esos dos donde estaban?
—Señor Ethier —interrumpió la médica.
Iker levantó las cejas.
—Me temo que debe retirarse. Si quieres puedes esperarla en la sala del fondo del pasillo.
Mi hermano sonrió aún más.
—No te preocupes. Yo me voy. Seguro que prefiere irse con otra persona—respondió y salió del cuarto mientras me guiñaba un ojo.
La médica me dijo que tenía bastantes cosas rotas, pero que no tenía nada grave y que solo tenía que quedarme allí un día más.
Al final no me pude resistir, y dándole la razón a mi hermano, pregunté por William e Isabel.
La médica me hizo un gesto.
—Sígueme. Los Wootman están en esta habitación.
Me sorprendió. No sabía que el apellido de William e Isabel era Wootman, aunque no les quedaba mal.
La doctora abrió la puerta de su habitación.
Y lo que ví me dejó congelada.
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El chico salido de tu historia
RomanceDafne es una escritora que no gana mucho dinero, pero un día, en un evento organizado por su hermano, conoce a alguien que puede cambiar todo. ¿Pero una chica antisocial como ella conseguirá enamorarlo? Y... ¿Podrá descubrir todos los oscuros secre...