CAP 1: La sombra en la luz.

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La ciudad brillaba como un diamante en la noche, con luces de neón que danzaban en las calles y edificios altos que resplandecían en la hermosa noche de Italia. Lo que para algunos era pura diversión y facilidad, para otros no lo era tanto. Jade estaba ansiosa, sin saber si había tomado una buena decisión, pero ya no había vuelta atrás. Estaba frente a su nuevo trabajo, un club nocturno cuyo nombre resplandecía en grandes letras: "Paraíso".

Entre y vi a la chica que me dijo del trabajo haci que me acerque a ella.

Hola¿Cómo estás?-le dije

Hola bien, y tu, bueno ve al camerino- la chica

Ehh,no se donde esta- le dije 

¡verdad! Que tonta soy- la chica

Después de que me llevaron al vestuario, me senté y comencé a maquillarme. Luego, me puse un vestido corto que dejaba al descubierto algunas partes de mi piel. Me sentía incómoda, pero no podía decir nada; este era mi nuevo trabajo.

Cuando llegó mi turno, el miedo me invadió. Traté de controlarlo hasta que logré tranquilizarme. Salí al escenario y, de repente, lo vi. Un hombre rubio con una mirada penetrante y tentadora, y esos ojos azules que parecían perforar mi alma.

Mi corazón se aceleró, pero no por el miedo. Había algo en él que me atraía, una fuerza que no podía explicar. Aun así, sabía que no podía permitirme perder el enfoque. Me obligué a apartar la mirada y a continuar con mi trabajo, pero sentía su presencia, sus ojos siguiéndome, como si estuviera evaluando cada uno de mis movimientos.

Mientras bailaba, la música pareció desvanecerse por momentos, y todo lo que quedaba era la sensación de ser observada. La conexión entre nosotros, por muy breve que fuera, me inquietaba y me seducía al mismo tiempo. ¿Quién era ese hombre, y por qué me hacía sentir tan fuera de control? Tenía que concentrarme, pero por más que lo intentaba, algo dentro de mí sabía que esa noche no sería como cualquier otra.

El vestuario estaba casi vacío cuando  regresé después de mi  primer turno en el escenario. El ruido sordo de la música aún resonaba en mis oídos, y mis piernas temblaban por la tensión acumulada. me dejó caer en una de las sillas frente al espejo, observando mi reflejo. El maquillaje seguía intacto, pero mis ojos mostraban el cansancio y la confusión que sentía.

No podía sacarme de la cabeza la imagen de aquel hombre rubio. Su presencia había sido como un fantasma en la sala, una sombra persistente que la seguía incluso cuando él no estaba a la vista. Me preguntó  quién era, y por qué su mirada había logrado perturbarme de esa manera. Habia conocido muchos hombres pero ninguno me  había provocado esa mezcla de atracción y temor.

Mientras intentaba distraerse, una de las chicas del club, Laura, entró al vestuario, soltando un suspiro de cansancio y dejando caer su bolso en una de las taquillas. "¿Primera noche, eh?" preguntó mientras se desataba los zapatos de tacón.

"Sí..." Jade respondió en un susurro, aún perdida en sus pensamientos.

Laura se acercó y la observó por un momento antes de sonreír con simpatía. "Te acostumbrarás. Al principio, siempre es difícil, pero después solo es cuestión de aguantar."

Jade asintió, aunque no estaba segura de si "aguantar" era lo que quería hacer. Sabía que necesitaba el dinero, pero esa sensación de vacío no desaparecía. De todos modos, no era momento para reflexionar. Era su vida ahora, y debía aceptarlo.

Después de cambiarme de ropa, decidi salir a tomar aire fresco. El club, con su música atronadora y el caos de los clientes, comenzaba a hacerme sentir claustrofóbica. Cruzó la puerta trasera y encontró una pequeña terraza en la parte trasera del edificio, iluminada tenuemente por una lámpara. Jade respiró profundo, disfrutando del silencio y del aire frío de la noche. Al menos en ese lugar podía pensar con claridad.

Mientras contemplaba la luna parcialmente oculta por las nubes, escuchó el sonido de pasos detrás de ella. Se giró y lo vio. El hombre rubio estaba allí, a unos metros de distancia,
con las manos en los bolsillos y una sonrisa ligera en los labios, como si la situación fuera un juego.

"Sabía que te encontraría aquí", dijo, su voz baja y suave.

Jade sintió una descarga de adrenalina. Su corazón latía con fuerza, pero no era miedo lo que sentía. Había algo más, una atracción que no podía negar, pero también una advertencia interna que le decía que se mantuviera alerta.

"¿Me estabas buscando?" preguntó, intentando sonar más segura de lo que se sentía.

"Digamos que... me intrigaste." Se acercó lentamente, sus ojos azules fijos en los de ella. "No muchas personas captan mi atención como lo hiciste tú esta noche."

"¿Y qué crees que viste?" replicó Jade, intentando mantener la compostura.



"¿Y qué crees que viste?" replicó Jade, intentando mantener la compostura

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El hombre se detuvo a pocos pasos de ella y la miró con intensidad. "Una combinación única de fuerza y vulnerabilidad. Dos cualidades que rara vez encuentro en alguien." Su tono era seductor, pero también había algo peligroso en su mirada, una oscuridad que Jade no podía definir.

"¿Quién eres?" preguntó finalmente, incapaz de seguir jugando a las adivinanzas.

La sonrisa del hombre se ensanchó, pero no respondió de inmediato. En lugar de eso, se inclinó levemente hacia ella, lo suficiente para que Jade pudiera sentir su presencia aún más intensamente. "Alguien que puede ofrecerte mucho más de lo que tienes ahora. Si estás dispuesta a escuchar."

El corazón de Jade se aceleró. Sabía que debía apartarse, poner distancia entre ellos. Pero algo la mantenía anclada en el lugar, como si las palabras de aquel hombre tuvieran el poder de atarla. "¿Qué estás ofreciendo exactamente?" preguntó, su voz más baja de lo que hubiera querido.

"Un cambio. Una oportunidad. Algo que podría transformar tu vida si decides aceptar." Hizo una pausa, y sus ojos brillaron con una intensidad casi sobrenatural. "Pero todo tiene un precio, Jade. Y no siempre es un precio fácil de pagar."

La advertencia en sus palabras resonó en su mente, pero a la vez, la curiosidad crecía dentro de ella. Algo en su interior le decía que este hombre no era alguien común, y que lo que fuera que estaba a punto de ofrecerle podría cambiarlo todo. Pero, ¿estaba dispuesta a arriesgarlo todo por una promesa tan vaga?

"Piensa en ello", dijo él suavemente, antes de dar un paso atrás. "No te presionaré, pero sé que la decisión será tuya al final." Con esas palabras, el hombre rubio se dio la vuelta y desapareció en la oscuridad de la noche, dejando a Jade sola en la terraza, con más preguntas que respuestas.

El Contrato del Diablo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora