Cap 2: La propuesta inesperada.

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Jade pasó la noche inquieta, incapaz de borrar la imagen del hombre rubio de su mente. Cada vez que cerraba los ojos, su mirada penetrante reaparecía, y las palabras que había dicho resonaban en su cabeza como un eco interminable: "Todo tiene un precio." Pero, ¿qué precio? ¿Qué significaba realmente esa advertencia?

Cuando despertó, el sol apenas iluminaba el cielo de la mañana, y la sensación de incomodidad no se había desvanecido. Se levantó y se dirigió a la pequeña cocina de su departamento, preparando una taza de café para intentar despejar su mente. Mientras observaba el vapor subir de la taza, el peso de la noche anterior seguía colgando sobre ella, como una nube que no se disipaba.

A lo largo del día, trató de distraerse con tareas cotidianas, pero cada pequeño detalle parecía volverla al mismo pensamiento: ¿Quién era ese hombre? ¿Por qué se sentía tan atraída por él, a pesar de la advertencia que sentía en su interior?

Cuando llegó la noche, Jade se preparó para regresar al club. Al caminar por las calles de la ciudad, el bullicio a su alrededor apenas lograba penetrar la burbuja de pensamientos que la envolvía. La imagen del "Paraíso" apareció a la distancia, con sus luces de neón brillando en la noche, pero esta vez, el lugar le pareció más oscuro, más amenazante. Todo lo que antes parecía mundano ahora estaba teñido de misterio.

Dentro, el ambiente era el mismo que la noche anterior, pero Jade notó que sus compañeros parecían no advertir el cambio en su propio estado de ánimo. Laura la saludó con un gesto casual, y el bullicio de los clientes seguía, ajeno a las dudas que cargaba. Sin embargo, cada paso que daba hacia el vestuario la acercaba a lo inevitable: lo vería de nuevo. Lo sabía.

Se maquilló con rapidez y se puso el mismo vestido corto de la noche anterior. Aunque la incomodidad de exponerse aún la afectaba, esta vez tenía otras cosas en la cabeza. Se preguntaba si él estaría en el mismo lugar, observándola con la misma intensidad que antes.

Cuando su turno llegó y subió al escenario, sus ojos recorrieron el lugar con cautela, buscando al hombre rubio. Y allí estaba, sentado en la misma mesa, como si nunca se hubiera movido. La misma sonrisa misteriosa curvaba sus labios, y de nuevo, esa mirada intensa la atrapó.

Pero esta vez Jade no se sintió tan intimidada. Algo en ella había cambiado. Había pasado de ser una simple espectadora de la situación a querer entenderla, desentrañar el enigma que ese hombre representaba. Mientras bailaba, sintió cómo su cuerpo respondía a su presencia, como si estuviera hecha para atraer su atención. Y lo hizo.

Cuando su turno terminó, Jade sintió una oleada de adrenalina recorrer su cuerpo. Sabía que debía confrontarlo, que no podía seguir jugando ese juego de miradas y silencio. Con una determinación que apenas reconocía en sí misma, decidió no esconderse más.

En lugar de regresar al vestuario, caminó directamente hacia él, sorteando las mesas y esquivando a los clientes que se movían por el club. A cada paso, sentía el peso de lo que estaba a punto de hacer, pero su curiosidad la empujaba hacia adelante.

El hombre la vio acercarse y su sonrisa se amplió, como si hubiera estado esperando este momento. Cuando Jade finalmente llegó a su mesa, él no pareció sorprendido, solo complacido.

"Sabía que vendrías", dijo, su voz calmada, como si la situación estuviera completamente bajo su control.

Jade cruzó los brazos y lo miró fijamente. "¿Quién eres? ¿Qué es lo que realmente quieres de mí?"

El hombre dio un leve sorbo a su copa antes de responder, sin perder la calma. "Mi nombre no te dirá mucho, pero puedes llamarme Hael. En cuanto a lo que quiero de ti... es más complicado." Su tono era suave, pero en su mirada había algo profundo, algo que Jade no podía descifrar del todo.

"Entonces, explícalo", insistió Jade, sintiendo que su paciencia se agotaba.

Me quiero casar contigo y solo quiero saber que piensas sobre eso.

Estas loco yo ni loca me caso contigo y no estoy en edad de casarme y además ni te conozco como para yo casarme contigo-dije

Si pero se que necesitas dinero para tu mamá y yo lo tengo y de sobra

Pues, no necesito tu dinero gran dicimo idiota guevon

¿Qué es eso?- dije el

Que te importa anormal- dije yo

No te entiendo enserió de donde sacas esas cosas- dijo el

Bueno si tanto sabes de mi averígualo -digo y me voy

Cuando la puerta se cerró tras ella, el aire en la sala pareció volverse menos denso, pero el impacto de lo que acababa de ocurrir se quedó flotando. ¿Qué clase de vida quería Hael para ella? ¿Y qué clase de precio estaba realmente pidiendo?

Jade apoyó una mano sobre la mesa, tratando de calmarse. Sabía que se encontraba en medio de algo mucho más grande de lo que había imaginado. Y mientras más trataba de alejarse de Adrian, más parecía ser absorbida por la oscuridad que él representaba.

Las noches siguientes en el club se volvieron una rutina tensa para Jade. Cada vez que subía al escenario, sus ojos buscaban instintivamente al hombre rubio, Hael. Pero él no había regresado. La ausencia de su presencia era casi peor que su constante vigilancia. Y aunque no lo viera, Jade sabía que Hael estaba cerca, acechando en las sombras, esperando el momento oportuno.

Los días se sentían extraños, como si una parte de ella estuviera siempre alerta, esperando algo. La propuesta de matrimonio de Hael la había dejado con una inquietud que no lograba sacudirse. ¿Por qué ella? ¿Qué veía en ella que lo había llevado a hacer esa oferta tan descabellada? Sabía que hombres como Hael no ofrecían cosas sin esperar algo mucho más valioso a cambio.

Una noche, mientras caminaba de regreso a casa después de su turno, Jade sintió una sensación familiar. Esa extraña sensación de ser observada. Se detuvo, mirando a su alrededor. Las calles estaban vacías, el silencio de la ciudad se interrumpía solo por el murmullo distante del tráfico. A pesar de que no veía a nadie, su corazón latía rápido. Sabía que Hael
estaba cerca.

"Te estás volviendo paranoica", murmuró para sí misma, intentando calmarse mientras se apresuraba hacia su departamento.

Pero al llegar, justo al abrir la puerta, lo vio. Una rosa roja, perfecta, colocada cuidadosamente sobre el umbral. Su pulso se aceleró. No necesitaba leer ninguna nota para saber de quién era. Tomó la flor con cuidado, sus dedos temblorosos. Aquel gesto, aunque aparentemente inofensivo, era una clara señal de que Hael no se había olvidado de ella, y de que aún estaba presente, vigilándola.

Entró al departamento, cerrando la puerta con rapidez. Se apoyó en la pared, respirando hondo. ¿Hasta cuándo iba a durar esto? La vida de Jade, ya complicada, se sentía ahora como una telaraña de la que no podía escapar. Se dirigió a la cocina, dejando la rosa sobre la mesa. Mientras miraba fijamente la flor, un pensamiento la golpeó: Hael  no se detendría hasta que consiguiera lo que quería.

Esa noche, mientras se preparaba para dormir, Jade escuchó una ligera vibración. Su teléfono móvil. Al mirarlo, su corazón dio un vuelco. Un mensaje de un número desconocido: "No puedes huir de tu destino, Jade. Nos veremos pronto. – HL."

El Contrato del Diablo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora