Cap 9: ¿La confesión?

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Al día siguiente, desperté con la misma sensación de inquietud. No había respondido el mensaje de Hael, y sabía que no podía seguir evitándolo por mucho más tiempo. Si quería respuestas, tendría que enfrentar todo de una vez, sin excusas ni miedo.

Pasé la mañana al lado de mi madre, ayudándola con sus cosas y asegurándome de que todo estuviera en orden en el hospital. Afortunadamente, su estado parecía mejorar, y eso me daba un poco de tranquilidad. Pero la conversación pendiente con Hael seguía rondando mi mente, haciéndome sentir una mezcla de ansiedad y anticipación.

Finalmente, decidí llamarlo.

El teléfono sonó varias veces antes de que contestara. “Jade,” dijo con su tono habitual, cálido, pero a la vez distante, como si ya supiera que algo no estaba bien.

“Tenemos que hablar,” le dije sin rodeos. No podía seguir evitando la confrontación. “Nos vemos en el café de siempre en una hora.”

“De acuerdo. Estaré allí,” respondió él, sin hacer preguntas, pero el tono de su voz cambió ligeramente, como si entendiera que esto no era una simple charla.

Llegué al café antes de tiempo, el lugar donde nos habíamos visto tantas veces. Pedí un café y me senté en una mesa al fondo, tratando de controlar los nervios. No pasó mucho tiempo antes de que Hael entrara. Su presencia era inconfundible, atrayendo miradas como siempre, pero esta vez, yo no me dejé llevar por esa sensación. Hoy, todo tenía que quedar claro.

Se acercó a la mesa y se sentó frente a mí, observándome con una mezcla de curiosidad y preocupación. “¿Qué es lo que quieres hablar?” preguntó directamente, sus ojos fijos en los míos.

Respiré hondo antes de responder. “Ayer, frente a mi madre, me llamaste tu ‘amiga’. Quiero saber por qué lo hiciste. Siempre has dejado claro que estamos juntos, que soy más que eso, pero ayer… fue diferente. Y no puedo ignorarlo.”

Hael desvió la mirada por un segundo, como si estuviera pensando cómo responder. “Jade, no fue mi intención hacerte sentir menos importante. La situación era delicada. Con tu madre allí, no quería causar más complicaciones. No todos pueden entender lo que somos... lo que soy.”

“¿Complicaciones?” lo interrumpí, mi tono cargado de frustración. “¿Es una complicación decir que soy alguien más en tu vida? ¿Que no soy solo una amiga?”

Él suspiró, su expresión tornándose más seria. “Mi mundo es complicado, Jade. No siempre puedo decir lo que quiero, cuando quiero. Hay personas que nos observan, que analizan cada movimiento que hago. Y a veces, protegerte significa no exponer nuestra relación de la manera en que ambos quisiéramos.”

Me quedé en silencio por un momento, procesando lo que había dicho. Sabía que su vida estaba llena de secretos y peligros, pero aún así, algo en mí no podía aceptar del todo esa justificación.

“Entonces, ¿qué somos realmente, Hael? Porque no puedo seguir sintiéndome como una pieza más en tu juego, como alguien a quien ocultas cuando te conviene. Si estás conmigo, quiero que sea de verdad. Y si no puedes hacer eso, tal vez debamos replantear todo.”

Sus ojos se suavizaron, y por un momento vi una vulnerabilidad en él que rara vez mostraba. “No quiero perderte, Jade. Lo que siento por ti es real. Solo necesito que confíes en mí, que entiendas que todo lo que hago es para protegernos.”

“¿Protegernos de qué, Hael?” pregunté con suavidad, mi voz reflejando la mezcla de emociones que me invadía. “Si hay algo que me estás ocultando, necesito saberlo. No puedo seguir adelante sin claridad.”

Él se inclinó hacia adelante, tomando mis manos con firmeza. “Te lo prometo, Jade. Te diré todo lo que necesites saber. Pero dame tiempo. No quiero que te vayas.”

El silencio que siguió fue intenso, cargado de sentimientos no dichos. Sabía que aún había muchas cosas que no entendía, pero también sabía que no estaba lista para rendirme. No todavía.

“Te daré ese tiempo, Hael,” dije finalmente. “Pero no por mucho más. Si estamos juntos, tiene que ser de verdad. Sin más dudas, sin más secretos.”

Él asintió, su expresión mostrando un alivio que apenas podía ocultar. “No te defraudaré,” prometió. Y aunque quería creerle, sabía que el futuro seguía siendo incierto, con sombras que aún no alcanzaba a ver del todo.

Después de nuestra conversación en el café, algo cambió. Aunque había aceptado darle tiempo, no podía ignorar la sensación persistente de incertidumbre. Los días pasaron lentamente, y aunque Hael trataba de mostrarse más presente, yo no podía evitar sentir una distancia entre nosotros, como si hubiera una verdad que él seguía reteniendo, algo que me mantenía en la oscuridad.

Cada vez que estábamos juntos, todo parecía normal, pero en el fondo, la duda seguía latente. Intentaba distraerme con la recuperación de mi madre, pasar tiempo con ella, pero incluso en esos momentos, mi mente regresaba a Hael. Sabía que tarde o temprano tendría que enfrentar esa verdad que tanto temía.

Una noche, mientras caminábamos juntos por la ciudad, decidí que ya no podía soportarlo más. La luna brillaba sobre nosotros, y las calles estaban tranquilas, pero la tormenta en mi interior se hacía cada vez más fuerte.

“Hael,” dije, rompiendo el silencio. “Ya no puedo seguir así. Necesito saber la verdad, toda la verdad. Lo que sea que estés ocultando, quiero escucharlo ahora.”

Él se detuvo, su mirada fija en la mía, y por un momento pensé que iba a evadir la conversación como tantas otras veces. Pero esta vez, algo en su rostro cambió, como si finalmente hubiera decidido que ya no podía seguir guardando ese secreto.

“Está bien, Jade,” dijo en voz baja. “Es hora de que lo sepas todo.”

Lo que siguió fue una confesión que nunca había esperado. Hael, con la voz firme pero llena de una vulnerabilidad que rara vez mostraba, me contó sobre su pasado, sus conexiones con el mundo de la mafia y las decisiones que lo habían llevado a la vida peligrosa que ahora intentaba mantener alejada de mí.

Su historia era mucho más oscura de lo que había imaginado. Cada paso que había dado, cada movimiento, había sido para protegerme de ese lado de su vida. Pero también me di cuenta de que, por más que lo intentara, nunca podría separarse por completo de ese mundo.

Me quedé en silencio, procesando todo lo que me había dicho. Sabía que amaba a Hael, pero también comprendí que estar con él significaba aceptar esa parte de su vida, con todos los riesgos y peligros que traía.

“Te dije que sería complicado,” murmuró, mirando al suelo. “Pero no podía seguir ocultándotelo.”

“Lo sé,” respondí, mi voz quebrándose un poco. “Pero ahora que lo sé, necesito tiempo para decidir si puedo estar en este mundo contigo.”

Hael asintió, sin intentar persuadirme, dándome el espacio que necesitaba para pensar. Sabía que el amor no siempre era suficiente para superar ciertos obstáculos, pero también sabía que lo que sentía por él era real, profundo.

Nos despedimos esa noche sin más palabras, conscientes de que la próxima vez que nos viéramos, nada volvería a ser igual.

El Contrato del Diablo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora