Pasaron varios días en los que Jade intentó seguir adelante, intentando convencerse de que la vida podría volver a la calma. Sin embargo, la tensión era casi palpable en el aire, como si algo oscuro estuviera a punto de suceder. Cada noche se iba a dormir con el corazón acelerado, esperando alguna señal, algún mensaje... pero no había nada.
Hasta que, una tarde, alguien llamó a la puerta.
Cuando Jade abrió, se quedó inmóvil al ver quién estaba parado ahí. Era Hael, pero no el hombre imponente y seguro de siempre. Este Hael se veía desecho, con el rostro pálido, los ojos hundidos y su cuerpo más delgado, como si la vida misma le hubiera sido arrancada poco a poco. Sus hombros estaban caídos, y la ropa le colgaba de una forma que resaltaba lo mucho que había cambiado en su ausencia.
"Hael..." murmure sin poder ocultar mi sorpresa y preocupación. Di un paso hacia él, queriendo abrazarlo, pero algo en su expresión, esa tristeza profunda y ajena en sus ojos, me detuvo.
Hael la miró, y fue como si al verla volviera a recordar dónde estaba. Intentó esbozar una sonrisa, pero fue un intento débil, más cercano a una mueca de dolor que a una expresión de alegría. "Jade," susurró, su voz rasposa, quebrada. "Lo siento... siento haber desaparecido así."
trage saliva, sintiendo un nudo en el pecho. "¿Dónde estuviste? Nadie me decía nada... pensé que tal vez..." No terminé la frase, pero el dolor en su mirada hablaba por sí solo.
Él asintió, comprendiendo el peso de sus palabras. "Tenía que... resolver algunas cosas, alejarme. Pero nada de eso importa ahora." Sus ojos oscuros se encontraron con los de ella, reflejando un abismo de arrepentimiento y desolación. "Perdí el control de ls
sintie de una mezcla de rabia y compasión creciendo dentro de mí
Este era el hombre que le había prometido protegerla, y sin embargo, había desaparecido sin dejar rastro, dejándola sumida en una incertidumbre dolorosa. Pero ahora, al ver la fragilidad en él, no pudo más que extender su mano, invitándolo a entrar."Ven," susurre, dándole un suave apretón. "Vamos adentro."
Hael la miró con un alivio silencioso y la siguió al interior del departamento, dejándose caer en el sofá como si sus fuerzas se hubieran agotado por completo. Jade se sentó junto a él, observándolo, mientras miles de preguntas se agolpaban en su mente.
"¿Qué pasó, Hael?" murmure finalmente, mi voz apenas un susurro.
Él cerró los ojos, como si reviviera cada dolorosa decisión, cada noche sin descanso, y luego, después de unos segundos de silencio, susurró: "El precio que he pagado por este mundo... es más alto de lo que jamás imaginé."
Cuando Hael finalmente se quedó dormido en el sofá, exhausto y derrotado, Jade lo observó en silencio. A pesar de la preocupación y la tristeza que sentía por verlo en ese estado, algo en su comportamiento le seguía pareciendo un misterio. Necesitaba entender qué había pasado en esos meses de ausencia, por qué Hael había regresado así, destrozado y vacío.
Con una mezcla de determinación y cautela, comenzó a buscar entre las pocas pertenencias que él había dejado en el vestíbulo. Ahí encontró su teléfono, y, aunque dudó al principio, sabía que era su única oportunidad para conocer la verdad. Al desbloquearlo, los mensajes recientes contaron una historia que nunca hubiera imaginado: entre las notificaciones, había decenas de llamadas y mensajes de socios, amigos y familiares, todos hablando de lo mismo.
El padre de Hael había muerto.
El golpe de la noticia la hizo tambalearse. Ese hombre, quien en vida había sido una figura de poder y temor en el mundo de Hael, había fallecido, y con él, se habían desatado las consecuencias de su legado. Jade comprendió entonces la gravedad de la desaparición de Hael: la repentina muerte de su padre lo había obligado a enfrentar todos esos asuntos oscuros y peligrosos de los que siempre trató de protegerla.
Miró de nuevo a Hael, que seguía dormido en el sofá, con la expresión marcada por el dolor y la tristeza. En ese momento, todo tuvo sentido: la pérdida, el peso de las responsabilidades y el mundo implacable en el que había crecido lo habían dejado al borde del colapso.
Jade se sentó junto a él, pasando su mano suavemente por su cabello, como una promesa silenciosa de apoyo y de compañía. Sabía que su relación con él estaba a punto de cambiar para siempre, y aunque la incertidumbre la llenaba de miedo, también estaba decidida a permanecer a su lado, a entender ese mundo que lo había moldeado.
Entonces por que saliste molesto de aquí- dije
Fue por carga de drogas que perdí- dijo
Vamos a la habitación para que descanses-dije
Jade observó el rostro de Hael, cada línea de preocupación y cada sombra de tristeza marcados profundamente. Sin decir una palabra, lo ayudó a levantarse y lo guió hasta su habitación. Él no se resistió; de hecho, parecía apenas consciente, su cuerpo moviéndose como si estuviera en piloto automático.
Cuando llegaron a la habitación, Jade le bajó las mantas de la cama y lo ayudó a acostarse. Hael, exhausto, se dejó caer en el colchón y cerró los ojos, soltando un suspiro profundo. Era la primera vez que lo veía tan vulnerable, tan humano. Aquel hombre que siempre parecía invencible ahora estaba hecho pedazos frente a ella.
Con delicadeza, Jade le quitó los zapatos y acomodó las mantas sobre él. Justo antes de irse, notó que Hael abrió ligeramente los ojos y, en un murmullo apenas audible, dijo: "Gracias, Jade... por quedarte." La suavidad en su voz la conmovió profundamente.
Le sonrei, aunque sabía que él apenas podía verme en su estado. "Descansa, Hael," respondió suavemente, acariciando su rostro por un breve instante.
Me quedé un rato en la penumbra, observándolo mientras respiraba de manera más tranquila y profunda, y, en ese momento, decidió que no importaba lo que el pasado o el futuro les trajeran. Lo ayudaría a sanar, a reconstruirse, y a sobrellevar el peso que la vida le había puesto sobre los hombros.
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El Contrato del Diablo.
RomanceEn las sombras de una ciudad opulenta y decadente, donde el pecado se viste de seda y el lujo esconde secretos inconfesables, se teje una historia de poder, obsesión y un pacto sellado con el mismísimo diablo. Jade, una mujer atormentada por un pas...