• capitulo 24🫀 •

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La vi correr hacia el baño sintiéndose avergonzada

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La vi correr hacia el baño sintiéndose avergonzada. Su cara estaba sonrojada, su cabello estaba despeinado porque pasé mis dedos por él y sus labios parecían completamente besados. Si antes pensaba que era hermosa, ahora era jodidamente hermosa y ansiaba imaginármela luciendo igual encima o debajo de mí y con mucha menos ropa. Besarla era tan sexy, escuchar sus gemidos y luego saber que nunca antes la habían besado así, mi demonio quería rugir de placer.

La oí abrir el grifo del agua. Ella todavía estaba avergonzada pero también decidida cuando escuché un suave susurro de ropa proveniente del baño. Un minuto después volvió a salir y vi que se había quitado el maquillaje y estaba en su bata de jirafa. No quería asumir nada así que me quedé en el sofá para ver su próximo movimiento. Ella captó mi mirada y me hizo un gesto con la mano para que me acercara a la cama con ella. Rápidamente la miré y luego corrí a buscar unos pantalones de pijama de franela y dejé puesta mi bata negra mientras me ponía la bata y regresaba menos de un minuto después. Podía sentir que estaba nerviosa, decidida y también avergonzada así que la dejé tomar las riendas como le prometí. Fue una prueba de mi paciencia, pero si ella no había sido tocada como sospechaba, ella necesitaba marcar el ritmo.

Isabella tomó mis manos cuando sentí que se armaba de valor antes de decir algo. "Yo... es decir... nunca he..." La observé mientras intentaba recuperar algo de calma por sí misma antes de decirme que todavía era virgen. Ella apenas estaba susurrando el final de las palabras y vi como su cara se puso roja después de hacer su confesión.

Al ver que estaba tan molesta y cohibida por revelarme eso, decidí no decirle lo contento que estaba de saber que ella nunca había tenido otros amantes antes, no es que hubiera importado si lo hubiera hecho. Traté de asegurarle que no teníamos que hacer nada y traté de hacerla sentir cómoda. La puse en mi regazo y esperé con todas mis fuerzas que el simple movimiento no la asustara aún más. Ella admitió que no quería parar pero que no sabía cuáles eran las reglas y pude ver y sentir que estaba preocupada por el rechazo. Sus emociones estaban un poco descontroladas por algunos malos recuerdos, sin duda gracias a ese supuesto hermano mío.

Luna menguante Donde viven las historias. Descúbrelo ahora