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El vuelo de Nueva York a Roma no fue tan malo como pensaba. No había nadie sentado a mi lado y, aunque lo hubiera habido, los asientos de primera clase daban la ilusión de privacidad. Aun así, ayer me felicité por alquilar el Porsche Cayman para un viaje al norte del estado de Nueva York. Un par de horas corriendo persiguiendo ciervos era exactamente lo que necesitaba.
Le sonreí a la azafata mientras salía del avión y me dirigía inmediatamente a limpiar mi papeleo y recoger mi equipaje. Una vez que terminé, miré a mi alrededor y vi a un hombre de piel muy pálida y gafas oscuras. Llevaba un traje oscuro y sostenía un cartel que decía "Cullen".
Caminé hacia él, empujando mis dos maletas grandes en el carrito. Tan pronto como estuve lo suficientemente cerca, dejé las maletas frente al chófer y caminé junto a él.
Escuché quejas silenciosas detrás de mí en italiano, pero no presté mucha atención a lo que decía hasta que finalmente se dirigió a mí.
"El coche está delante de nosotros, el Range Rover negro".
Asentí mientras me sentaba en el asiento trasero sabiendo que en un par de horas mi sueño podría hacerse realidad.
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