Dia 4

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El Santuario de Indra

Después de la partida de Ashura, Indra y Sakura se alejaron del bosque hacia un lugar que solo él conocía. El cielo comenzó a oscurecerse mientras caminaban en silencio, rodeados de una paz tensa. Indra la sostenía con firmeza pero suavidad, y aunque había hecho una promesa de cambiar, la sombra de los celos y la posesión aún lo rodeaba.

Llegaron a un santuario escondido entre las montañas, un lugar apartado del mundo, donde el tiempo parecía haberse detenido. Las piedras antiguas estaban cubiertas de musgo, y un pequeño riachuelo cristalino corría a través de los jardines, reflejando el suave brillo de la luna. Era un refugio, un lugar donde Indra planeaba empezar una vida nueva con Sakura, lejos de todos los conflictos.

—Aquí estaremos a salvo —dijo Indra con voz suave mientras ayudaba a Sakura a sentarse cerca del riachuelo—. Nadie nos molestará. Este será nuestro hogar, solo tú y yo.

Sakura miró a su alrededor, el lugar emanaba una energía tranquila, pero su mente estaba en otra parte. Había hecho su elección para detener la pelea, pero su corazón aún estaba dividido. A pesar de sus sentimientos por Indra, un recuerdo persistente de Sasuke, la reencarnación más reciente de Indra, comenzó a rondar en su mente. Había amado a Sasuke, luchado por él, y ahora estaba en brazos de la versión original de ese mismo espíritu.

Indra, sintiendo el cambio en la energía de Sakura, frunció el ceño. A pesar de sus esfuerzos por mantener la calma, el brillo rojizo de su Sharingan comenzó a aparecer en sus ojos.

—¿En qué piensas, Sakura? —preguntó, aunque ya tenía una sospecha—. No estás aquí conmigo del todo.

Sakura lo miró, sorprendida por la pregunta directa, pero no pudo mentirle.

—Pensaba en Sasuke... —murmuró, con la mirada perdida en el agua—. Es difícil para mí no hacerlo. He vivido tantas cosas con él... y aunque sé que ahora estoy contigo, no puedo ignorar lo que he sentido por él.

Los ojos de Indra brillaron peligrosamente, y su mandíbula se tensó. Los celos comenzaron a crecer en su interior como una llama. Para él, Sasuke no era más que un eco de su propia existencia, alguien que había tomado su lugar en la vida de Sakura. Y la idea de que ella aún pensara en él lo carcomía por dentro.

—Sasuke... —repitió Indra, su tono afilado—. ¿Aún piensas en él? ¿Después de todo lo que hemos pasado, aún sigues atada a esa sombra?

Sakura levantó la mirada, notando el cambio en Indra. Sabía que él no podría entenderlo fácilmente, pero no podía negar sus propios sentimientos.

—Indra, no es algo que pueda borrar tan fácilmente. Sasuke es parte de mi vida, de mi historia... y siempre lo será —dijo con sinceridad—. Pero eso no significa que no pueda estar aquí contigo. Solo necesito tiempo para asimilarlo todo.

Pero las palabras de Sakura no hicieron más que avivar el fuego en el corazón de Indra. La idea de que su propio reencarnado, alguien que él consideraba inferior, aún tuviera un lugar en el corazón de Sakura lo consumía.

—No es suficiente, Sakura —dijo, acercándose a ella, su voz baja pero llena de tensión—. No quiero compartir tu corazón con nadie más. Sasuke es parte del pasado, y yo soy tu presente. No puedes tener a ambos.

Sakura lo miró con tristeza, entendiendo que sus celos no desaparecerían fácilmente. Indra, como siempre, quería tener el control. Quería que ella lo eligiera completamente, sin rastro de su antigua vida, pero sabía que pedir eso era imposible.

—Indra... —dijo suavemente, levantándose y acercándose a él—. No se trata de elegir entre tú y Sasuke. Te he elegido a ti. Estoy aquí contigo. Pero no puedo borrar lo que he vivido. Ni tú ni yo podemos cambiar eso.

Indra se quedó en silencio por un momento, sus manos apretadas en puños, luchando contra sus propios demonios internos. El sonido del agua y el viento eran los únicos ruidos en el santuario mientras él procesaba lo que Sakura le decía. Sabía que tenía razón, pero la idea de que no fuera completamente suyo lo enfurecía.

—Entonces haré que te olvides de él —dijo de repente, su tono más oscuro de lo que quería.

Sakura retrocedió un poco, alarmada por el cambio en su voz.

—Indra, no puedes forzarme a olvidar. No puedes controlarlo todo —le dijo con firmeza—. Debes confiar en mí, en nosotros.

Indra cerró los ojos, tratando de contener la tormenta dentro de él. Amaba a Sakura profundamente, pero su amor estaba teñido de inseguridades, de miedo a perderla, de no ser suficiente. Y mientras ella intentaba calmarlo, él luchaba por liberarse de esos sentimientos destructivos.

Finalmente, soltó un largo suspiro y relajó los puños.

—Lo intentaré... —dijo con esfuerzo, sus palabras cargadas de dolor—. Pero prométeme que no pensarás más en él.

Sakura lo miró con compasión, sabiendo que la promesa que él le pedía era imposible de cumplir. Pero le tomó las manos suavemente, tratando de mostrarle que estaba allí, presente, y que su decisión había sido sincera.

—Prometo que estaré contigo, Indra. Aquí y ahora —dijo, con la esperanza de que eso fuera suficiente.

Indra la abrazó con fuerza, cerrando los ojos mientras su mente seguía nublada por los celos. Sabía que sería un camino difícil, pero Sakura era lo único que lo mantenía a flote, y haría lo que fuera necesario para no perderla.

El santuario se convirtió en su refugio, pero en el corazón de Indra aún quedaba una batalla interna por librar.

ⵊɴᴅʀᴀ's WɪꜰᴇDonde viven las historias. Descúbrelo ahora