Dia 16

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Sasuke miraba a Sakura mientras caminaban por las calles de Konoha, el corazón acelerado por la esperanza de que los lugares familiares despertaran algo en ella. Era un día soleado, y el aroma de los dango recién hechos flotaba en el aire. Sin embargo, la expresión de Sakura seguía siendo de confusión.

—Mira, Sakura —dijo Sasuke, señalando un edificio cercano—. Ese es el Restaurante Ramen de Icha Icha. Pasamos mucho tiempo aquí... era uno de tus lugares favoritos.

Sakura miró hacia el local, pero su rostro permanecía impasible. No había ningún destello de reconocimiento en sus ojos.

—¿De verdad? —preguntó, con un tono de duda.

Sasuke asintió, tratando de mantener la calma. Sabía que la memoria era frágil, y necesitaba tiempo.

—Sí. Siempre venías aquí con Naruto. Te encantaba el ramen de miso. —sonrió, recordando los momentos felices.

—¿Naruto? —murmuró Sakura, como si el nombre resonara en algún rincón olvidado de su mente.

Continuaron su paseo, pasando por la Plaza de la Hoja, el Parque de los Entrenamientos y el Puente de Naruto. Cada lugar traía consigo una historia, un fragmento de su pasado compartido. Sasuke compartía anécdotas, pero a menudo se encontraba hablando con una Sakura que lo escuchaba sin entender del todo.

—Y aquí —dijo, deteniéndose frente a la entrada de la Academia Ninja—, fue donde comenzamos a entrenar juntos. Recuerdo que siempre querías ser la mejor sanadora.

Sakura miró el edificio, sintiendo una extraña conexión, como si algo en su interior empezara a despertar.

—¿Sanadora? —repitió, tocándose el pecho como si buscara alguna respuesta.

—Sí, tienes un gran talento para eso. Siempre has sido fuerte y decidida. No importa lo que haya pasado, aún eres tú, Sakura.

Con esas palabras, Sasuke la llevó a su casa. Cuando llegaron, el hogar estaba tranquilo, una mezcla de familiaridad y nostalgia.

—Bienvenida a casa —dijo Sasuke mientras abría la puerta, dejando que ella entrara primero.

Sakura miró a su alrededor, notando las decoraciones sencillas y el aire de calidez que siempre había estado presente. Los recuerdos comenzaron a invadirla: risas, peleas de almohadas, noches de entrenamiento y momentos tranquilos compartidos con Sasuke.

—¿Siempre has vivido aquí? —preguntó, aunque un destello de reconocimiento iluminó su rostro.

Sasuke asintió, agradecido por la pequeña chispa de conexión.

—Sí. Este lugar ha sido mi refugio durante mucho tiempo.

Sakura se acercó a una mesa donde había un jarrón con flores, recordando vagamente un momento en el que había ido a recoger flores con él. La imagen era difusa, pero había algo reconfortante en ello.

—Me gusta el ambiente —dijo, aunque su voz era más suave de lo que él esperaba.

—Me alegra que lo digas —respondió Sasuke, sintiendo que tal vez, solo tal vez, había una oportunidad de recuperar la conexión que una vez compartieron.

—¿Qué más te gusta hacer? —preguntó Sakura, intentando recordar.

Sasuke pensó un momento y luego sonrió levemente.

—Te gusta cocinar —dijo—. ¿Qué tal si intentamos preparar algo juntos?

Sakura se animó un poco más al escuchar eso.

—¿Cocinar? No creo que sea buena en eso... —se rió, recordando sus fracasos en la cocina en el pasado.

Sasuke se acercó a ella. El aire se volvió más ligero, y él sintió que era un momento perfecto para acercarse.

—Es solo practicar. Puedo enseñarte. No tienes que preocuparte, y puedo prometerte que no quemaré la casa.

Sakura rió, y eso hizo que Sasuke sonriera genuinamente por primera vez en mucho tiempo.

Se dirigieron a la cocina, donde comenzaron a preparar un sencillo plato de fideos. Sasuke le mostró cómo cocinar y, para su sorpresa, Sakura se mostraba más entusiasta de lo que esperaba. Las risas comenzaron a llenar el espacio, y cada broma, cada comentario, parecía deshacer un poco más la niebla que cubría su memoria.

—Ves, no es tan difícil —dijo Sasuke, mientras le pasaba algunos ingredientes.

—Es verdad —respondió Sakura, sintiendo que, poco a poco, la calidez del hogar comenzaba a reconfortarla.

Mientras cocinaban, Sasuke se dio cuenta de que había algo especial en esos momentos simples. La conexión entre ellos se sentía más fuerte, como si las piezas del rompecabezas comenzaran a encajar lentamente.

Pero en el fondo de su mente, Sasuke seguía preocupado. La sombra de Indra todavía se cernía sobre ellos, y aunque estaban juntos, sabía que el conflicto estaba lejos de resolverse. Sin embargo, por ahora, había decidido disfrutar de este momento, un pequeño respiro en medio del caos.

—Gracias, Sasuke —dijo Sakura de repente, mientras mezclaba los ingredientes—. Por traerme aquí.

Sasuke se detuvo un momento, mirando su rostro iluminado por la luz de la cocina. El recuerdo de los momentos que habían compartido juntos empezó a inundar su mente, y supo que haría todo lo posible por protegerla, sin importar los desafíos que pudieran venir.

—Siempre estaré aquí para ti, Sakura. No te dejaré ir otra vez.

ⵊɴᴅʀᴀ's WɪꜰᴇDonde viven las historias. Descúbrelo ahora