Dia 5

63 4 0
                                    


La noche en el santuario había sido tranquila. Después de su intensa conversación, Indra y Sakura se habían quedado dormidos juntos, el peso de las emociones compartidas aún presente, pero con una paz momentánea que les permitió descansar. Indra, aunque posesivo y aún luchando contra sus propios demonios, había mantenido a Sakura entre sus brazos durante toda la noche, como si temiera que pudiera desaparecer si la soltaba.

Al amanecer, los primeros rayos del sol se filtraron por las ventanas del santuario, iluminando suavemente el lugar con una luz cálida. Sakura fue la primera en despertar, sintiendo el calor del cuerpo de Indra a su lado. Por un momento, todo pareció en calma, como si estuvieran solos en el mundo, alejados de todas las responsabilidades y los conflictos.

Indra, sintiendo el movimiento de Sakura, abrió los ojos lentamente y la observó en silencio. Había algo en la luz de la mañana que hacía que todo pareciera menos complicado, pero el miedo a perderla seguía acechando en el fondo de su mente. Sin embargo, en ese instante, se permitió disfrutar de la tranquilidad de estar con ella.

—Buenos días —murmuró Sakura suavemente, dándole una pequeña sonrisa.

Indra la miró, sus ojos oscuros aún marcados por el cansancio emocional, pero había una suavidad en su expresión que antes no había mostrado.

—Buenos días, Sakura —respondió él, su voz más calmada que la noche anterior.

Se quedaron en silencio por unos momentos, disfrutando de la quietud del santuario antes de que Sakura se levantara lentamente.

—¿Te gustaría salir? —preguntó ella—. Creo que podríamos dar un paseo. Este lugar parece tener hermosos alrededores.

Indra, quien normalmente no dejaría que se alejara demasiado, dudó por un segundo. No quería que Sakura estuviera lejos de él, pero algo en su actitud había cambiado ligeramente. Aunque seguía sintiendo la necesidad de protegerla y mantenerla cerca, comenzaba a entender que no podía aferrarse a ella de manera tan rígida.

—Está bien —dijo finalmente, levantándose y siguiéndola—. Te mostraré algo.

El Campo de Flores

Caminaron juntos por los alrededores del santuario, el paisaje era vasto y hermoso, con colinas ondulantes y un aire fresco que traía consigo el aroma de flores silvestres. Sakura caminaba a su lado, respirando profundamente y sintiendo cómo el ambiente calmaba su espíritu. Era la primera vez en mucho tiempo que se sentía verdaderamente en paz, aunque fuera por un momento.

A medida que avanzaban, llegaron a un claro rodeado de flores de diferentes colores. El campo era un océano de tonos vivos que se extendía hasta donde alcanzaba la vista, y Sakura se detuvo, impresionada por la belleza del lugar.

—Es... increíble —dijo, asombrada.

Indra observó cómo los ojos de Sakura se iluminaban al ver el campo, y una pequeña sonrisa se formó en sus labios. Este lugar era su refugio personal, un lugar donde había venido a buscar consuelo en tiempos de soledad, y ahora, compartirlo con ella lo hacía sentir extrañamente vulnerable, pero también feliz.

—Solía venir aquí solo —confesó él, con la mirada fija en las flores—. Pero me alegra que ahora estés aquí conmigo.

Sakura lo miró, sorprendida por su apertura. Por primera vez, Indra mostraba algo más que su fuerza y control, algo más humano y menos distante. Y aunque su relación había comenzado llena de tensión y conflicto, Sakura no pudo evitar sentir una pequeña chispa de afecto por él en ese momento.

—Gracias por traerme aquí —dijo ella suavemente, acercándose a él.

Indra, sintiendo que su corazón latía más rápido al tenerla cerca, tomó suavemente su mano, su agarre firme pero no opresivo. Ya no quería dejarla ir, no solo por miedo a perderla, sino porque comenzaba a disfrutar de su compañía en una forma que no había experimentado antes. Estar con ella lo hacía sentir más vivo, menos consumido por su propio odio y celos.

—No quiero que te vayas, Sakura —confesó en voz baja, sin poder evitarlo—. No quiero perderte nunca.

Sakura lo miró fijamente, sintiendo el peso de sus palabras, pero en lugar de sentir la presión de su posesividad como antes, ahora sentía una calidez que antes no había notado. Indra estaba comenzando a cambiar, a abrirse, y algo dentro de ella empezó a suavizarse también. Era solo un pequeño sentimiento, algo nuevo que apenas estaba empezando a florecer, pero no podía ignorarlo.

—No me iré —respondió ella, con un tono tranquilo—. Estoy aquí, contigo.

Indra la miró profundamente, y por primera vez en mucho tiempo, sus ojos mostraban gratitud en lugar de desesperación. Aunque la oscuridad seguía siendo una parte de él, estar con Sakura en ese campo de flores hacía que el futuro se sintiera menos sombrío.

Pasaron el resto del día caminando entre las flores, disfrutando de la simple compañía del otro. Y mientras el sol bajaba en el horizonte, Sakura no podía evitar pensar que, tal vez, había más para ella en esta vida con Indra de lo que había imaginado.

ⵊɴᴅʀᴀ's WɪꜰᴇDonde viven las historias. Descúbrelo ahora