Capítulo 24: Los Rumores

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La Princesa Yerin miraba a su hijo con emoción. Pensaba en su padre y en lo orgulloso que estaría si pudiera verlo. ¿Cuándo ella se iba a imaginar que cumpliría el destino que su padre había abandonado cuando siguió al amor de su vida hasta Corea?

Hace unos meses atrás, podía ver la insatisfacción en el rostro de su hijo. Sabía que era feliz, pero que le faltaba algo. Nunca pensó que sería la Corona del pequeño Principado de Jeolbyeog. Y menos aún, la presencia de un hombre, Kim Seokjin.

A Yerin le había gustado Seokjin. Sabía que su hijo necesitaba a su lado un hombre un poco mayor que lo ayudara en su viaje a la madurez y que a la vez respetara su personalidad y formas de ser. Era lindo verlos juntos cuando estaban en Palacio, fuera de sus actividades protocolares. Siempre parecían dos cachorros jugueteando, riéndose y enredados en absurdas luchas y peleas por demostrar quién era más fuerte. O cuando corrían por el jardín con Bam. Era una imagen hermosa.

Cuando su hijo le confesó a ella y a Hyuk que era gay, no se sintió decepcionada, sino más bien asustada. Sabía lo estrecha de mente que era la sociedad en la que vivían y por eso, no podía estar más orgullosa que cuando su hijo creó ese pequeño grupo en la universidad, para ser la voz de los sin voz. Fue valiente y audaz. Tal como lo estaba siendo ahora. Sí. Estaba orgullosa de su hijo y de lo que estaba a punto de convertirse. El Príncipe Soberano de Jeolbyeog.

Jungkook caminó hacia su madre y se sentó a su lado. Estaban en un descanso de uno de los últimos ensayos de la Coronación. Antes, buscó con la mirada a Seokjin que hablaba animadamente con su padre. Habían hecho una excelente conexión y Jungkook sospechaba que Jeon Hyuk había casi adoptado a su novio. Tal como una vez lo había hecho con Jimin. Ambos con padres como la mierda, ambos necesitados de una figura que los acogiera y les entregara el cariño que como hijos únicos anhelaban.

—¿Por qué me miras así? No puedes llorar aún. Todavía no me ponen esa corona sobre la cabeza. Esto—, se tocó y se sacó la corona falsa que llevaba en la cabeza—no significa nada.

—Aun así, no puedo dejar de emocionarme. Estaba recordando a papá y lo feliz que hubiera estado.

—Si el abuelo hubiera estado vivo, sería él quien recibiría esta corona.

—No. Mamá jamás lo hubiera permitido. Ella odiaba este glamour..., él hubiera abdicado en tu favor...

Jungkook suspiró y pensó en sus abuelos. Él, por supuesto era mucho más abierto de mente que su abuela, que fue una estricta mujer tradicional coreana. Se habían ido casi juntos, no soportando el abuelo, la muerte de su esposa.

—Sólo quiero estar segura de que es esto lo que quieres Jungkook. Te viste empujado a aceptarlo y no me gustaría que te sintieras forzado sólo por un deber a tu abuelo o a mí. Sólo quiero tu felicidad.

—No mamá, no tienes que preocuparte. Realmente esto es lo que quiero hacer. Sé que nunca imaginé esto para mí, pero estos meses he aprendido sobre mí mismo más de lo que imaginas. Quiero ser el príncipe Soberano. Quiero estar aquí. Soy y seré inmensamente feliz en Jeolbyeog. No quiero que pienses lo contrario.

Yerin abrazó a su hijo. Efectivamente, en estos meses que habían estado separado, su hijo había crecido y madurado. Sí, seguía siendo el chico juguetón y que le gustaba cantar por donde fuera que iba, pero había también convicción y seguridad en lo que decía y hacía. Ella no podía estar más orgullosa de él.

—Lamento interrumpir—. La voz grave de Seokjin los hizo separarse. Jungkook le sonrió a su novio.

—¿Ya tengo que volver? —Preguntó Jungkook. No es que no quisiera seguir ensayando, pero sus pies comenzaban a doler y la maldita corona no era liviana.

Un Príncipe para JeolbyeogDonde viven las historias. Descúbrelo ahora