Era cerca de medianoche y Jungkook intentaba dormir. Jimin se había ido a su habitación hacía quince minutos, agotado luego de la universidad y el trabajo en la pizzería. Cada vez que veía a su amigo así de cansado, sentía odio por Park Joon-Han. Se sentía agradecido de tener padres tan comprensivos y generosos, que no dudaron a acoger a su mejor amigo.
Sus padres eran muy liberales y diferentes a una tradicional familia coreana. Por eso, cuando a los dieciséis les dijo que le gustaban los chicos, se limitaron a abrazarlo y darle el gran discurso de los condones y el sexo seguro.
Jungkook suspiró. Sentía un poco de remordimiento por tener una buena vida, con padres comprensivos, una situación económica estable, buenos amigos. Pero, como siempre que pensaba demasiado, se lamentaba por no tener claro lo que esperaba de su futuro. Ese bachillerato en economía lo había tomado porque su padre tenía un pequeño negocio de suministros computacionales. Asumía que tendría que trabajar con él y luego hacerse cargo. Lamentablemente no estaba seguro si eso era lo que quería hacer el resto de su vida. Repasó que le gustaba hacer: principalmente cantar, componer un poco, dibujar, el boxeo, bailar. También le gustaba trabajar por causas que otros daban por perdidas. Tenía un pequeño grupo LGBTQ+ en la Universidad, a pesar de los malos ojos que le habían puesto autoridades e incluso alguno de sus propios compañeros. Pero al final, lo había sacado adelante y muchos jóvenes podían sentirse acogidos por la comunidad. JungKook era tímido, pero había organizado algunas pequeñas manifestaciones en pos de las personas trans principalmente y la denuncia de acoso y violencia hacia el colectivo en general. No era de hablar mucho, pero era como una pequeña hormiguita trabajando en silencio.
Quizá no debería pensar tanto y dejarse llevar..., se dio un par de vueltas más en la cama. Su último pensamiento como siempre fue para pedirle al universo que le enviara un chico guapo e inteligente del cual enamorarse. ¿La razón? Hasta ahora, su suerte en el amor apestaba. Entre chicos heterosexuales que querían experimentar y otros que lo veían como un macho alfa sólo porque tenía tatuajes y músculos, no había podido establecer una relación a largo plazo como soñaba. Sólo pequeñas aventurillas que no lo habían llevado a ese lugar mental y emocional que anhelaba: estar enamorado.
Miró su reloj y eran las dos de la mañana. Sí. Mejor cerrar los ojos y dormir.
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Mientras, en el Palacio de Jeolbyeog, los tres hombres se habían quedado estáticos ante las palabra de la Princesa Madre. ¿Quién diablos era Jeon Jungkook?
—Vamos a sentarnos y les explicaré—la mujer respiró hondo. Había dejado a los Kang en su habitación, mientras se disponían los vehículos que irían a buscar el cuerpo del Príncipe y su prometido. Ella sólo quería ir a su habitación y llorar la pérdida de su amado hijo, pero había situaciones del principado que se lo impedían.
—¿Quién es Jeon Jungkook? —preguntó impaciente Seokjin.
—Si recuerdan, el fundador del principado y tatarabuelo de Jae-Hwan tuvo dos hijos. Por supuesto, mi esposo y Jae-Hwan descienden del hijo mayor. Pero el segundo hijo también tuvo descendencia. Tan pequeña como la nuestra, debo decir.
Efectivamente la descendencia había sido escasa para los Gong con un primogénito por generación. El padre de Jae-Hwan había roto la tradición al tener una hija.
—Nunca hemos sabido de otra descendencia...—apuntó Namjoon.
—Eso es porque del segundo hijo del fundador nació una niña que luego dio luz a un niño que al volverse adulto se enamoró de una turista coreana que vino a conocer el principado. El no dudó en seguirla a Corea y se asentó allá. Confió que la línea de sucesión estaría asegurada. Aun así....
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Un Príncipe para Jeolbyeog
RomantizmEl pequeño Principado de Jeolbyeog necesita un Príncipe. Jungkook necesita encontrarle un sentido a su vida. Seokjin no sabe que necesita desesperadamente a Jungkook. Historia Original Capítulos Cortos Jinkook No se aceptan adaptaciones