𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝟏𝟏: "𝑺𝒐𝒍𝒐𝒔 𝒚 𝒑𝒆𝒓𝒅𝒊𝒅𝒐𝒔 𝒆𝒏 𝒖𝒏 𝒎𝒂𝒓 𝒅𝒆 𝒆𝒙𝒕𝒓𝒂ñ𝒐𝒔 𝒔𝒆𝒏𝒕𝒊𝒎𝒊𝒆𝒏𝒕𝒐𝒔".

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     Albus había investigado los lugares donde poder ir junto con Gellert, pues Austria era un país diferente y el clima era muy caluroso, al menos en esa época, y quería que ambos pudieran disfrutar de alguna zona interesante. Después de leer varios folletos, encontró un sitio donde poder ir sin que el tuviera que estar ocultándose por el sol.

    Ambos salieron y dirigieron a las cuevas en el bosque, donde había hermosas cataratas. Dentro había manantiales donde podrían nadar sin necesidad de estar expuestos al sol; fue un día donde ambos se divirtieron, la herida de Gellert ya había sanado casi por completo, ahora solo era un recuerdo, que quizá siempre tendrían presente.

    Unas horas más tarde, agotados, salieron del agua y Albus busco entre sus cosas, había hecho algo con la sangre de dragón, combinado con algunas otras pociones, se acercó mientras Gellert se secaba el cabello y se lo puso en la espalda.

—¿Qué haces? —dijo Gellert, exaltado. Su cuerpo se estremeció—. Esta frio.

—Lo hice yo —dijo, riendo—. Veremos si funciona. Descuida, lo probé en mi antes. No te lo pondría de no haber sido así.

—¿Fuiste el sujeto de prueba de tu propio experimento? —pregunto, anonadado.

—No tuve mucho tiempo, tuve que actuar rápido. Tu dijiste que la sangre de dragón caduca en pocos días. Hice varias combinaciones de algunas pociones que traje.

—Eres todo un caso. Bueno, pero dime ¿qué es?

—Oh, es protector para tu piel. Investigue y aquí cerca hay unas enormes cataratas y quiero que vayamos juntos a verlas sin que lleves ese molesto paraguas contigo.

—¿En serio hiciste algo para que el sol no me lastimase?

—Si.

—¿Con la sangre de dragón?

—Pues, sí.

—A ver, a ver, ¿y lo dices así tan calmado?

—Ehh, solo agradece y punto —bajo la mirada, avergonzado.

—Nunca me cansara de decirlo: eres increíble, Al. En serio eres alguien admirable.

    Albus se quedó en silencio viéndole detrás de su cabeza «soy yo quien te admira», pensó. No sabía porque no había pedido decirle esas palabras. En seguida Gellert intento voltear y rápidamente quito la vista para que no lo viera directamente a los ojos. Gellert volvió a darle la espalda y sonrió por la bajo, sintiendo calor en sus mejillas.

—Está bien, tengo muchas ganas de probarla.

—Yay! Veras que si funciona.

—Yo sé que sí, después de todo la hiciste tu.

    Albus sonrió al escuchar eso, vacío un poco sobre su mano y unto sobre su espalda.

    Dubitativo, se había percatado de algunos rastros de cicatrices que ya habían sanado del todo, pero cerca era tan evidente que habían sido constantes marcas, recordó entonces que Gellert había mencionado ser herido en varias ocasiones por sus dragones, pero, —¿por qué tenía tantas cicatrices sobre su espalda? —Albus se llenó de dudas nuevamente y de pronto tuvo muchos deseos de poder preguntarle. Pero justo en ese momento, detrás de ellos escucharon unas risas y voces en el eco de la cueva, que hizo que saliera de sus pensamientos. Eran dos chicas altas, una era rubia y otra pelirroja que estaba llena de pecas, que se habían detenido a observarlos. 

—𝘖𝘩, 𝘱𝘢𝘳𝘦𝘤𝘦 𝘲𝘶𝘦 𝘢𝘲𝘶í 𝘦𝘴𝘵á 𝘰𝘤𝘶𝘱𝘢𝘥𝘰, 𝘷á𝘮𝘰𝘯𝘰𝘴 —𝘭𝘢 𝘤𝘩𝘪𝘤𝘢 𝘴𝘦 𝘥𝘪𝘴𝘱𝘶𝘴𝘰 𝘢 𝘪𝘳𝘴𝘦, 𝘱𝘦𝘳𝘰 𝘴𝘶 𝘤𝘰𝘮𝘱𝘢ñ𝘦𝘳𝘢 𝘭𝘢 𝘥𝘦𝘵𝘶𝘷𝘰— ¡𝘏𝘦𝘺! —𝘦𝘹𝘤𝘭𝘢𝘮𝘰.

"POR EL BIEN MAYOR" ⁓Una Historia Diferente⁓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora