𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝟏𝟒: "𝑳𝒂 𝒗𝒆𝒓𝒅𝒂𝒅𝒆𝒓𝒂 𝒑𝒓𝒖𝒆𝒃𝒂 𝒅𝒆 𝒍𝒆𝒂𝒍𝒕𝒂𝒅 𝒉𝒂𝒄𝒊𝒂 𝑮𝒓𝒊𝒏𝒅𝒆𝒍𝒘𝒂𝒍𝒅"

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𝐀 𝐋 𝐁 𝐔 𝐒

     Después de aquel contratiempo. Albus, se había dedicado toda la tarde a preparar varios experimentos, al comienzo lo hizo nervioso, ya que el aura de ese momento se había vuelto incomoda por lo ocurrido hace apenas un par de horas; más tarde puso a reposar unas pruebas de los experimentos que hizo con la sangre de dragón, y espero sentándose cerca del fonógrafo que aun reproducía algo de música —había sido la razón de aminorar la tensión de aquella situación—, lo cual le reconfortaba. Albus había estado evitando voltear a ver a Gellert, al menos disimulaba no hacerlo, era inevitable. Se había dado cuenta de que había dejado el librito de Los Cuentos de Beedle el Bardo, sobre el sofá, se levantó en silencio y se sentó para comenzar a leerlo. Al abrirlo se había dado cuenta que al inicio de la contra portada había sobre el: un dibujo del símbolo de las Reliquias. Parecía una tinta distinta a la que se usó para escribir sobre el libro, así que eso pensó que sería una buena forma de romper el silencio y pregunto:

—¿Tu hiciste el símbolo de las Reliquias, aquí? —Albus levanto el libro en lo alto y mostro la hoja donde estaba el dibujo.

—Sí, fui yo —confirmo al ver rápidamente, pero regreso enseguida a su lectura.

No era la charla que Albus esperaba.

—Y ¿Por qué...?

—Quería poner una firma sobre el libro, eso es todo —cambio de página sin decir ninguna palabra más.

—Ah, ya veo —pensó que en verdad estaba molesto—. Emm, ¿me lo podrías prestar? Quisiera leerlo después para analizarlo más a detalle. Quizá encuentre algo.

—Claro, quédatelo el tiempo que necesites —continuo, sin mirarlo.

    Albus se quedó en silencio y desconcertado, en verdad creyó que al menos esta vez diría algo más como: «pero cuida de él, sabes que es mi tesoro», «creí que me habías escuchado cuando te lo leí». Algo, cualquier cosa. Ahora se sentía culpable.

    El silencio incomodo y el aura del lugar cada vez se hacían más tensos y Albus comenzó a sentirse nuevamente nervioso, intento pensar en otra cosa lo más que pudo, pero su mente solo se confundía pensando en lo que diría Gellert —en primer lugar, ni sabia porque tenía miedo de escucharlo—, pensó que de seguro se vio patético al interrumpir así abruptamente a su amigo, pero —¿qué tal si, si era lo que temía? ¿Qué podía hacer? —. Se sentía muy avergonzado con la situación que el mismo causo.

    Albus se había desanimado, quería decir algo, aunque tampoco quería insistir en seguir con la conversación; de pronto se había sobresaltado al escuchar que abruptamente el fonógrafo se había detenido, esto le hizo sentir aún más pánico que antes, volteo instintivamente a Gellert y este al parecer no le tomo importancia que la música se había acabado. Entonces Albus harto de aquella incómoda situación, finalmente salió del almacén apresurado y sin decir ni una palabra. Al salir se recargo sobre la madera esperando a que Gellert le detuviera o le dijera algo, sin embargo, esto no ocurrió y espero lo bastante como para hartarse nuevamente y enseguida se dirigió al bosque, enfadado.

    Mientras caminaba pensó en lo horrible que sería su vida sin Gellert: —¿qué pasaría si se pelearan y nunca más se volvieran a hablar? —. En ese momento recordó cuando lo conoció: el instante que salió del carruaje y la impresión de asombro que tuvo de él, vistiendo completamente de negro, con sus lentes, sus ropas y la sombrilla, era increíblemente exótico y misterioso. Después recordó el momento en que pudo ver su verdadera apariencia, su ojo derecho, blanco como el topacio y el izquierdo negro como el tizón, una belleza tan extraña a la par de su cabello, sus pestañas y su piel tan blancos como la nieve; todos esos recuerdos estaban llegando a su cabeza, cayendo como lluvia, y le hizo sentir una enorme nostalgia y tristeza al mismo tiempo. «Si tan solo recordar eso ahora, no me provocara esta sensación. ¿Qué me está pasando?», pensó, haciendo presión sobre su pecho. Y entonces todo se volvió aún más confuso cuando justo recordó el instante que lo tuvo tan de cerca hace unas horas. Albus entonces se detuvo de golpe. Confundido sostuvo su cabeza con ambas manos —no pienses en eso ahora, no pienses en eso ahora—, se repitió varias veces, intentando ordenar sus pensamientos.

"POR EL BIEN MAYOR" ⁓Una Historia Diferente⁓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora