El rugido de la motocicleta detuvo todo movimiento del guardia de seguridad que estaba por cerrar las puertas del colegio, dandole suficiente espacio para que pasará solo entonces cerro por completo las puertas sin la intención de volver abrir hasta que sea la hora de salida.
—Muchas gracias señor Hen.—Agradece que no lo haya dejado a fuera porque tenía esa orden si los alumnos no llegaban a tiempo.
‹Por poco y no llego todo por culpa de ese maldito de Eros, cuando desperté me encontraba amarrado y con una camisa que no recordaba llevar puesta antes de caer inconciente.
Estuve a punto de romperle la cara a Eros con mis dientes pero el guardaespaldas lo impidió también me explico del porque tuvo el atrevimiento de cambiar mi camisa la cual me entrego toda manchada de sangre al igual que la de Eros, la verdad que no recuerdo haberlo mordido, tampoco me importa si fuera así y si lo hice es porque se lo merecía.
Y ese guardaespaldas también me hizo saber que no me soltaría a menos que me fuera en silencio, no quería seguír discutiendo ya le había dado su merecido a ese bastardo de Eros el cual todavía quedaba inconciente cuando me fuí.› Baja de la motocicleta dejado el casco a un lado, frotando por momentos su hombro que dolía y era incómodo cuando lo movía con rapidez.
—¿Puedo preguntar por qué viene tan tarde y que le pasó en la frente?—Preguntó al ver la curita en la frente del joven.—Usted siempre es uno de los primeros al igual que el joven Zat.—Comentó.
—La llanta de la motocicleta se pincho y tuve que llevarla al taller más cercano.—Mintió sin pestañear.—Esto me lo hice cuando salía del taller.
No puedo decirle que me puse a discutir con Eros, una discusión que nos llevo a los golpees y rodar por la acera de la calle. Sin temor a equivocarme estoy seguro que mi espalda arde por lo mismo por las piedras con las que se impacto mi espalda... No sé cómo se lo voy a explicar a mis padres, más papá que siempre suele inspeccionar mi cuerpo luego de las clases de karate.
—No vamos señor Hen.—Se despide antes de irse a su salón.
‹Adair comentó que hoy estaría ingresando Agni a su primer día de clases, ¿vendría o no vendría? Lo sabré cuando estemos en receso porque ya es tarde, no hace menos de dos minutos que entraron a los salones.› Apresura su caminar por los interminables pasillos del colegio hasta que llegó a su destino.
—Buenos días, profesa.—Saluda respetuosamente.
Ella es una mujer de estatura promedió muy bien parecida, de cortos cabellos grises, una bonita mirada marrón. Ese traje de dos piezas define su esbelta figura.
—¿Kel?—Se sorprende verlo llegar tarde en su momento creyó que no vendría.—Tres minutos tarde.—Señal.—¿Sucedió algo?
—Se pincho la llanta de mi motocicleta.—Miente un vez mas pero de todos sus compañeros uno no le creyó, ese compañero es su mejor amigo, Adair.
—Es por ello que les digo que están muy jóvenes para montar esas cosa peligrosas.—En la próxima reunión hablare sobre eso con los padres.—Puedes ir a tomar asiento, la clase está por comenzar.
—Con permiso.—Si dirige a las últimas mesas ahí yacía Adair con su mirada inexpresiva, sosteniendo un bolígrafo en su mano mientras que la otra la apoya en la mesa y sostiene su rostro.
‹Adair se ve mas serio de lo normal, ¿sucedería algo que lo tiene en ese estado? Ya me encontró curiosidad mas cuando estoy viendo a Cameron, este lo está viendo sin la mínima intención de disimular. ¿Pasaría algo entre ellos dos para tener tal atmósfera?› Kel procedió a sentarse junto Adair, no muy lejos de él se encuentra la mesa de Cameron.
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¿Amor, placer, o deber?
General FictionACTUALIZACIONES TODOS LOS MARTES. Desde que empecé a entender las cosas, supe que había algo extraño en mí. Como una caja de pandora que no debería de abrir, tenía que mantenerla encerrada a toda costa. Sin embargo, no logré crear una cerradura inde...