capitulo 3

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El adolescente sobre la cama temblaba ya sea por el frío o por la fiebre penetrando sus huesos, la respiración es muy agitada y de vez en cuando su rostro se fruncia de incomodidad mientras sus manos, se agarran fuertemente de las sábanas.

El estar bajo la lluvia le estaba pasando facturas, no solo por eso, Agni también se encuentra bajo mucho entres y el huir de la infantería luego de que fueran atacados también fue una gran azaña.

Era una incomodidad horrible y no era la primera vez que ocurría algo como eso, estaba acostumbrado a sentirse tan mal y que nadie viniera a brindarle un poco de ayuda, sin embargo el estar acostumbrado no lo hacía menos soportable, no.

Mas cuando su mente se encuentra indefensa, recordando cosas que solo desea olvidar porque lo necesita para poder avanzar.

—Mamá...me siento mal—Comunicó un niño de tan solo 8 años de edad, sus mejillas delgadas se encuentran sumamente rojas y sus ojos cafes un tanto perdidos.

Sus manitas agarran fuertemente su camisa, mirando a su mamá en busca de ayuda, (es un omega masculino) el es un hombre de unos 25 años, piel tersa y pálida pero con un tono rosa que lo hace lucir sumamente hermoso. Cortos cabellos marrones y una mirada linda de color azul.

—Me duele todo el cuerpo, me puedes...

—¡Si estás enfermo entonces quedarte en tu habitación!—Enfureció al mismo tiempo que lo lleva casi arrastras nuevamente a la habitación.

Agni solo frunció el entrecejo al sentir la brusquedad por parte de su mamá, y de como ese agarre lástima de a poco su delgado brazo.

—¡¿Quieres contagiar a tu hermano menor?!—Preguntó histérico!—Sabes muy bien que Cameron de por si ya es débil!-—No para de gritar.

Agni solo bajo su cabeza para ocultar todo lo que estaba sintiendo, disculpándose cuando sentía que sus huesos podrían romperse en cualquier momento por el infernal dolor, era una horrible fiebre la que se había apoderado de su cuerpo.

—¿Puedes al menos traerme un poco de medicina?—Preguntó.—No saldré de la habitación hasta que me recupere.

—Creo que no hay y deja de ser tan llorón, solo es un pequeño resfriado.—Salió de la habitación.

—Pero duele mucho.—Susurro, segundo después cayeron gotas de agua de sus ojos. Si te tocaban podían quemarte por lo caliente.

Agni todo adolorido y agotado se subió a la cama, cubriéndose con la colcha creyendo que de esa manera sudara la fiebre. Pero, de prestó salió de ese mar de recuerdos al sentir un paño frío sobre su frente, abriendo lentamente sus ojos los cuales veían todo borroso.

—¿A-Abuelo?—Había confundido un poco la realidad con sus recuerdos.

¿Por qué sus manos se han vuelto más pequeñas y suaves? Puedo sentirse su gentileza al limpiar el agua en mis ojos. Es una sensación completamente diferente a cuando mi abuelo me cuidaba.

—¿Eres tú?—Preguntó con su voz a punto de ahogarse.—¿No estás muerto?—Las grandes gotas de agua se escabulle por las esquinas de sus ojos.

Ese brillante color en esa aguda mirada que veía a Agni, pronto se oscureció, sombrío al verlo derramar lágrimas de esa manera.

Agni al no tener respuestas levantó sus manos, quería saber si tenia la suerte de atrapar el rostro de esa persona y de esa forma poder enfocar bien su mirada, descubrir quien lo estaba limpiando tan amablemente.

Adair se tenso al sentir esas manos calientes sobre su rostro, sorprendido por la cercanía de ese bello rostro todo sonrojado acausa de la fiebre.

—...—Mi cuerpo ardió todavía más al sentir su mano sobre mis ojos, entonces me di cuenta que no era mi difunto abuelo y esto tampoco eran recuerdos de mi niñez.

¿Amor, placer, o deber?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora