"Guerrero Entre Héroes" (Gohan del Futuro En My Hero Academia Remake)

Rescate.

En la silenciosa habitación del último piso del hospital, Gohan permanecía inmóvil en la cama, con su traje destrozado del Gran Saiyaman aún cubriendo parcialmente su cuerpo herido. La profunda herida en su abdomen seguía abierta, sin sutura ni vendaje, como un recordatorio de la brutal batalla que había librado. Sin embargo, lo más inquietante era que ni siquiera se le había proporcionado la más mínima atención médica. El soporte vital que debería estar funcionando permanecía apagado, desconectado y abandonado a un lado. En su lugar, un enorme contenedor de vidrio, lleno de un líquido rojizo y viscoso, estaba conectado directamente a su cuerpo mediante tubos que penetraban su piel. Cada gota de sangre que se extraía parecía consumir la vida del guerrero poco a poco.

Las luces frías del hospital bañaban la escena con una luminosidad aséptica, pero el aire se sentía pesado, cargado con una sensación de traición. El único sonido era el goteo constante del líquido dentro del contenedor, un eco lento y perturbador que parecía marcar el tiempo de manera agonizante.

La puerta de la habitación se abrió con un leve chirrido, y el doctor Garaki entró con una expresión neutral, casi indiferente. Era él quien se encargaba de que Gohan no despertara, quien vigilaba que aquel prodigio guerrero permaneciera en un estado indefenso y vulnerable. Caminó hacia el contenedor y observó la máquina que drenaba la sangre de Gohan. Con un murmullo de asombro, se inclinó ligeramente hacia la cama.

Dr. Garaki: Increíble... -Dijo para sí mismo, observando cómo el saiyajin seguía aferrándose a la vida contra toda lógica- No importa cuánto le extraigamos... sigue vivo. Es como si se negara a morir.

Garaki apretó un botón en el costado del conector, y la máquina que drenaba la sangre aceleró su flujo. El líquido rojo comenzó a correr con mayor velocidad hacia el contenedor, llenándolo cada vez más rápido. La respiración de Gohan, aunque superficial, seguía rítmica, como si su cuerpo estuviera luchando en silencio, manteniéndose firme incluso en su estado más crítico.

Afuera de la habitación, los nuevos soldados de la Comisión de Seguridad Pública mantenían una vigilancia estricta. Habían sido desplegados en todo el piso, ocupando cada punto de acceso. Vestidos con trajes tácticos negros y armados hasta los dientes, no dejaban espacio para el error. La presidenta había dejado claro que bajo ninguna circunstancia debía permitirse que alguien accediera a la habitación de Gohan o interfiriera en lo que estaba ocurriendo allí.

Soldado: Este piso está asegurado -Murmuró uno de los soldados a su compañero a través de la radio- No hay movimiento sospechoso.

Los guardias patrullaban en silencio, caminando por los pasillos iluminados artificialmente, atentos a cualquier señal de intrusión. Para ellos, Gohan no era más que un activo peligroso al que tenían que vigilar hasta el último aliento. Cada uno de ellos sabía que no había lugar para errores; las órdenes eran claras: mantener la guardia y asegurarse de que el "paciente" permaneciera donde estaba... hasta que no quedara más de él que un cuerpo vacío y drenado.
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En uno de los corredores más apartados del hospital, un soldado patrullaba en silencio. El pasillo estaba desierto, iluminado solo por el resplandor blanco y frío de los tubos fluorescentes en el techo. Todo parecía tranquilo, pero de repente el soldado tropezó con algo... o, al menos, eso pensó. Miró hacia abajo y alrededor, pero no había nada allí. Sin embargo, lo que sintió al extender la mano fue una extraña resistencia, como si el aire a su alrededor se hubiera vuelto elástico e invisible.

Confundido, intentó dar un paso más, pero justo en ese momento, unas manos suaves y certeras se posaron sobre su boca, sofocando cualquier intento de grito. Antes de que pudiera reaccionar, un crujido seco resonó en la penumbra. Su cuello fue torcido en un ángulo antinatural, y su cuerpo cayó al suelo, sin vida. No hubo tiempo para alarmas ni ruido.