21. Despertar

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Recordó haber deseado infinitud de noches volver a gozar del silencio, que su mente guardará silencio, sus pensamientos se detuvieran y su voz interior, dejará de ser su propio enemigo, pero, en ese instante donde finalmente estaba disfrutando de ...

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Recordó haber deseado infinitud de noches volver a gozar del silencio, que su mente guardará silencio, sus pensamientos se detuvieran y su voz interior, dejará de ser su propio enemigo, pero, en ese instante donde finalmente estaba disfrutando de cierta calma y del silencio. Le pareció demasiado abrumador.

En medio de la comodidad de su preciado sillón azul, con el sonido de la cafetera hirviendo el agua puesta para prepararse su tercer café del día, volvió a revisar su teléfono, deseando que aquel mensaje que había sido enviado con total sinceridad y desesperación, fuera respondido.

El mensaje que le había enviado a Sunoo, tras que el pelirosa se marchará del hospital sin musitar palabra alguna y solo regalándole una mirada vacía, seguía siendo ignorado.

No culpaba al menor, no podía, después de todo sí había sido participe de una farsa, que, con el transcurso del tiempo se convirtió en algo más. Sin embargo, eso no minimizaba que se sintiera herido, traicionado e incluso, patético por lo sucedido y por cómo se enteró de la verdad.

Nunca había intentado confesarle quien realmente era. No se arrepentía de ello, si lo hubiera hecho porque emocionalmente lo deseaba, la seguridad del pelirosa se hubiera visto comprometida y jamás se hubiera perdonado tal situación.

Prefería que el pelirosa lo odiará antes que verlo lastimado.

Pero su indiferencia lo lastimaba profundamente.

Deseaba darle tiempo, aferrándose a la idea de que eso era lo que  necesitaba, pero, ni siquiera él sabía si realmente eso funcionaría o si quiera, bastaría. Preguntarle no era opción, no quería abrumarlo más.

En aquel mensaje, le había aclarado que lo esperaría hasta el momento en el que quisiera escucharlo, que le respondería con total sinceridad sus preguntas, que dejaría de lado la barrera que le impedía sincerarse y se abriría ante él como nunca lo había hecho. También hizo énfasis en lo importante que era para el y que su intención jamás había sido lastimarlo.

Dos semanas con tres días, equivalente a diecisietes días, era el tiempo que había trascurrido desde la última vez que había visto al pelirosa, desde que había finalizado su misión, desde que el incomodo cabestrillo que soportaba su brazo lo acompañaba, desde que había iniciado con la fisioterapia, desde que la agencia le había otorgado una licencia de un mes para su correcta recuperación antes de ser reincorporado nuevamente como agente federal, desde que se había enterado que Kim Joshua era ahora, el vicepresidente del país, desde que recibió una llamada del hombre para agradecerle personalmente por todo lo que había hecho por su hijo y donde le deseaba suerte, desde que Heeseung era más cariñoso de lo usual, desde que Jay le escribía más, desde que su padre le enviaba almuerzo directamente a su casa todos los días sin falta, desde que los mensajes insistentes de Taehyun habían regresado, desde que había empezado a vivir en automático, sin pensar o sentir demasiado.

La rutina estaba escrita en su mente de manera que, en un estado automático la realizaba día tras día. En ocasiones, variaba un poco por las visitas aleatorias de Heeseung, quien aparecía en cualquier momento del día en su apartamento para hacerle compañía, su presencia alteraba la rutina sistemática que había creado en los últimos días, pero, no le molestaba realmente.

PRETEND |  SunsunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora