Capítulo veintinueve

3.1K 271 47
                                    

Hannah abrió las puertas de doble hoja y las cerró tras su ingreso al salón para colocarse a la par de Brenna.

Acababa de entrar al salón donde frecuentemente Freya solicitaba a todos sus guardias para reunirlos y comunicarles nuevas tareas que sirvan a su territorio.

Brenna le sonrió cuando su hermana llegó a su lado y volvió a su vista al frente, escuchando atentamente el discurso de Freya.

Hannah aprovechó para pasar su mano por el vestido sin que quedara alguna arruga y se distrajo cuando vió como dos vampiras que no conocía la miraban de reojo desde la otra punta.

Las tres se miraron fijamente por minutos, en desconfianza, hasta que Hannah apartó su vista sintiendo la mano de Brenna sobre su brazo.

—¿Estás mejor?

Hannah asintió en respuesta y miró al frente cuando las puertas volvieron a abrirse y todos comenzaban a salir por ella.

Poco a poco quedaban menos en el salón y cuando finalmente salieron todos, Brenna y Hannah caminaron hasta llegar a Freya, que las esperaba de pie desde su lugar.

—Buenos días, Hannah—saludó Freya.

—Buenos días.

—Veo que volviste a ponerte cómoda—comentó mirando como otra vez estaba vestida usando los mismos vestidos de época victoriana como todas.

—Es mejor así —respondió Hannah.

Freya asintió lentamente, sus ojos carmesí observando a Hannah con un toque de admiración.

—Me alegra que lo veas de esa manera —dijo Freya, su voz profunda resonando en el gran salón vacío—. Este territorio necesitaba de ti y comenzábamos a sentir tu ausencia.

Brenna se mantuvo en silencio, pero Hannah sintió su mirada fija, como si esperara que ella dijera algo más.

—Hannah, Brenna me informó que te dió el aviso de lo que dos de mi guardias habían visto hace unos días— apretó sus labios en una línea antes de proseguir—le sugerí que no se alejaran del castillo, por si acaso.

La castaña asintió, mirando a su hermana en aprobación.

—Eso haremos—aseguró Brenna.

Freya se percató de el color de ojos de Hannah y sonrió, admirando lo bien que le sentaba el color.

—Veo que cambiaste tu dieta. Brenna me contó de la vida que tu padre y el resto de tu familia llevan—mencionó—Me gusta como quedan contigo esos ojos dorados.

Hannah le sonrió amablemente y Freya bajó los escalones desde donde se encontraba. Tomó la falda de su vestido alzándola solo lo necesario para no tropezar. Cada escalón resonaba con suavidad con cada paso que daba y al final caminó lento y tranquila.

Esa era su manera de hacerlo siempre, Freya siempre solía andar despreocupada por las cosas gracias al orden que tenía sobre todas las cosas y era algo que le gustaba a Hannah observar. Su voz era suave, tranquila, nunca fue duramente autoritaria y aun así podía manejar a todos y hacerlos guardar silencio con tan solo su presencia en cualquier lugar.

—Sigamen, hay cosas de las que necesito su ayuda—ordenó y las hermanas la siguieron sin musitar nada.

Los pasillos del castillo comenzaban a verse mucho mejor de día gracias a la luz natural que provenía de los ventales y no lucían tan sombríos como por las noches.

Hannah seguía a Freya mientras al lado tenía a su hermana. Caminó por la dura piedra del suelo de la que estaba construido el castillo. Las paredes y el suelo estaban hechos de lo mismo por lo que ambos lucían el mismo tono grisáceo dando una sensación de solidez inquebrantable.

Perfect Doom | Twilight | Alec Volturi [Proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora