Los días pasaron y Hannah ya sentía cómo volvía a acostumbrarse a Escocia.
Tal y como Freya había asignado, cada mañana iba al campo de entrenamiento dentro de las murallas del castillo. Allí, enseñaba técnicas de defensa y combate ágiles y precisas, además de algunos movimientos que había aprendido de Jasper para pelear con neófitos.
El grupo de vampiros se dividía en dos. Aunque al principio muchos preferían ir con Brenna por ser más conocida, después se sentían atraídos por la rapidez con la que Hannah enseñaba.
Algunos de los vampiros eran rostros nuevos para Hannah, y en medio de los entrenamientos se tomaba el tiempo para preguntarle a Brenna de dónde venían. Brenna le respondía que muchos eran neófitos recién creados por Freya.
Al principio, eran difíciles de controlar, siguiendo los mismos patrones que Jasper le había mencionado respecto a los soldados de Victoria. Brenna y Hannah se quedaban observándolos juntas mientras indicaban a cada uno lo que debía hacer. Al final de cada entrenamiento, un miembro del grupo de Brenna y otro del de Hannah se enfrentaban para demostrar las indicaciones de ambas.
De vez en cuando, varias miradas se clavaban en Hannah, y podía escuchar susurros curiosos sobre por qué tenía los ojos dorados. Eran llamativos entre tantos ojos carmesí. Aunque le gustaba el color de sus ojos, sabía que pronto tendría que cambiar a la dieta humana y volver al tono carmesí que había tenido hacía más de un año.
Una mañana, Hannah notó a Dravenor observando el entrenamiento desde un rincón, con los brazos cruzados. Ella sabía que estaba ahí por orden de Freya, no por voluntad propia.
En medio de la pelea de los distintos grupos, él se acercó lentamente a Hannah.
—Freya me ordenó que ayudara si lo consideraban necesario—aclaró, mirando de reojo a Brenna—. ¿Te molesta si intervengo?
Hannah negó con la cabeza y miró a su hermana, quien observaba a Dravenor con desconfianza y los brazos cruzados. Ambas se volvieron hacia él, mientras se dirigía a sus compañeros para corregir sus posturas antes de atacar.
Las hermanas observaban cómo él frenaba el entrenamiento para enseñar lo que consideraba necesario, luego los dejaba luchar nuevamente. Cuando volvió junto a Hannah, Dravenor se cruzó de brazos, mirando con paciencia el entrenamiento que continuaba bajo sus indicaciones.
Notando la mirada seria de ambas hermanas, Dravenor se giró hacia Hannah y le dirigió una pequeña sonrisa.
—Deben aprender a colocarse firmemente o, de lo contrario, los derribarán con facilidad—explicó.
—No creímos necesario repetírselo—murmuró Brenna en un tono seco y molesto.
—Son neófitos, Brenna. Siempre es necesario—replicó él, en el mismo tono.
Brenna tensó la mandíbula, claramente molesta, como si estuviera conteniéndose de decir algo más. Dravenor sonrió triunfante ante su silencio y volvió a observar el entrenamiento.
Cuando finalmente terminó, Dravenor se retiró. Al quedar solas y ver a todos marcharse, Brenna tomó lo primero que encontró y lo arrojó lejos, llamando la atención de algunos. Los que giraron a verlas percibieron la mezcla de confusión y vergüenza en la expresión de Hannah, mientras Brenna mostraba una expresión seria. Al no decir nada, los demás volvieron la vista.
Hannah se acercó a su hermana.
—¿Qué ocurre contigo?—preguntó directamente.
—¿Por qué siempre tiene que intervenir?
—¿Dravenor?
—La próxima vez, dile que no necesitamos su ayuda.
—Freya le ordenó que ayudara si lo consideraba necesario.
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Perfect Doom | Twilight | Alec Volturi [Proceso]
VampirHannah Hale, una de las menores del Clan Cullen, regresa a casa después de un largo tiempo. Al enterarse de todo lo que se perdió mientras estuvo ausente, Hannah debe detener a Victoria junto a su familia; esa era su única preocupación. Ayudar a su...