VI - Entre Líneas

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Al día siguiente, Sofía no dejaba de pensar en la conversación que había tenido con Alex la noche anterior. Las palabras que compartieron bajo la luna seguían resonando en su mente, y no podía evitar preguntarse cómo afectaría su relación. ¿Cambiarían las cosas entre ellos? ¿Sería Alex más abierto con ella a partir de ahora?

Cuando llegó al colegio esa mañana, se dirigió directamente a su casillero. Clara la esperaba con su habitual sonrisa, agitando el teléfono con entusiasmo.

—¡Sofi! ¡No sabes lo que me pasó anoche! —dijo Clara, saltando con emoción—. ¡Mateo me invitó a salir este fin de semana!

Sofía sonrió automáticamente, aunque sus pensamientos estaban en otro lugar.

—¡Eso es genial, Clara! —dijo, intentando sonar entusiasta.

—¿Y tú? —preguntó Clara, inclinándose hacia Sofía con una sonrisa traviesa—. ¿Has pensado más sobre la fiesta? ¿Vas a ir?

Sofía vaciló. Sabía que Clara esperaba una respuesta afirmativa, pero después de la conversación con Alex, sentía que las fiestas ruidosas y las multitudes no eran lo que más necesitaba en ese momento.

—No lo sé —respondió Sofía lentamente—. Quizás. Todavía lo estoy pensando.

—¡Oh, vamos! —insistió Clara—. Será divertido, y necesitamos relajarnos un poco antes de que los exámenes comiencen a agobiarnos. Además, quién sabe, tal vez Alex aparezca por allí también.

Sofía no pudo evitar sonreír levemente ante la idea. ¿Iría Alex a una fiesta? No parecía su tipo de plan, pero, de alguna manera, la posibilidad de verlo fuera del contexto de la escuela la intrigaba.

—Lo pensaré, Clara. De verdad.

Clara parecía satisfecha con esa respuesta y, antes de que pudieran hablar más, la campana sonó, señalando el inicio de las clases.

Sofía se dirigió al aula, sintiéndose un poco más tranquila. Al entrar, sus ojos buscaron instintivamente a Alex, quien ya estaba sentado en su lugar habitual, al final del salón. Tenía un libro abierto frente a él, pero parecía estar más concentrado en sus pensamientos que en la lectura.

Sofía tomó asiento, sintiendo una mezcla de nervios y curiosidad. Después de lo que compartieron la noche anterior, se preguntaba si Alex la saludaría o si actuaría como si nada hubiera pasado. No tuvo que esperar mucho para saberlo.

Justo antes de que la profesora comenzara la clase, Alex levantó la mirada y sus ojos se encontraron con los de Sofía. Fue una conexión rápida, pero intensa, como si ambos supieran que algo había cambiado. Alex asintió levemente, y Sofía le devolvió el gesto con una sonrisa discreta.

A lo largo de la clase, aunque ambos estaban concentrados en sus propias actividades, Sofía no pudo evitar notar que había algo diferente en el ambiente. Era como si una barrera invisible entre ellos se hubiera roto. Se sentía más cercana a él, aunque apenas habían intercambiado palabras esa mañana.

Cuando finalmente sonó la campana para el almuerzo, Sofía guardó sus cosas lentamente, esperando ver si Alex se acercaría a hablar con ella. Sin embargo, cuando levantó la vista, vio que él ya estaba saliendo del salón, con su mochila colgada en un hombro.

—¿Sofía, vienes? —preguntó Clara desde la puerta, sacándola de su ensimismamiento.

—Sí, ya voy —respondió Sofía, apresurándose para no quedarse atrás.

Mientras caminaban hacia la cafetería, no pudo evitar sentir una pequeña punzada de decepción. Quizás había esperado demasiado después de lo que compartieron la noche anterior. Tal vez Alex simplemente necesitaba más tiempo para abrirse por completo.

—¿Estás bien? —preguntó Clara, mirando a Sofía de reojo—. Has estado un poco distraída esta mañana.

Sofía se obligó a sonreír.

—Sí, solo estaba pensando en algunas cosas —respondió, restándole importancia.

Clara no insistió más, y el resto del almuerzo transcurrió con las conversaciones habituales del grupo. Sin embargo, Sofía apenas participaba. Su mente seguía ocupada con pensamientos sobre Alex.

Más tarde, mientras guardaba sus cosas en su casillero después de la última clase del día, escuchó una voz familiar a sus espaldas.

—Sofía.

Se dio la vuelta rápidamente y encontró a Alex parado a unos metros de distancia. Su expresión era tranquila, pero había algo en su mirada que delataba una cierta urgencia.

—¿Puedo hablar contigo un momento? —preguntó él, en un tono más bajo de lo habitual.

Sofía asintió, sintiendo que su corazón se aceleraba ligeramente. Cerró su casillero y lo siguió fuera del edificio, hacia una de las áreas más tranquilas del campus, lejos del bullicio de los estudiantes que salían a toda prisa.

Cuando estuvieron solos, Alex se detuvo y miró a Sofía por un instante, como si estuviera debatiendo si hablar o no. Finalmente, rompió el silencio.

—Quería disculparme por esta mañana —dijo él—. No quería que pensaras que te estaba evitando. Solo... tenía muchas cosas en la cabeza.

Sofía lo miró con sorpresa. No esperaba una disculpa, y mucho menos que él se preocupara por cómo ella pudiera haberse sentido.

—No te preocupes, Alex. Entiendo si necesitas tu espacio —respondió suavemente.

Alex asintió, agradecido.

—Es solo que, después de lo que hablamos anoche... Me hizo pensar en muchas cosas que he estado evitando —confesó, sus ojos fijos en el suelo—. Y no es que no quiera hablar contigo. De hecho, eres la única persona con la que me siento cómodo hablando de esto. Pero... es difícil.

Sofía se sintió conmovida por sus palabras. Sabía que abrirse no era fácil para Alex, y que lo hiciera con ella significaba mucho.

—No tienes que apresurarte —le dijo—. Estoy aquí cuando estés listo.

Alex la miró, sus ojos reflejando una mezcla de gratitud y algo más, algo más profundo que Sofía no podía descifrar por completo.

—Gracias —dijo él, casi en un susurro—. No sé cómo, pero contigo es diferente. Me siento... menos solo.

Las palabras de Alex resonaron en Sofía como un eco. Había algo en su sinceridad que la hizo sentirse conectada a él de una manera que no había sentido antes. Sabía que aún había mucho que no sabía sobre él, pero estaba dispuesta a descubrirlo poco a poco.

Y por primera vez desde que conoció a Alex, sintió que, tal vez, no solo él estaba cambiando. Tal vez ella también.

Entre miradasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora