El resto del día transcurrió en una neblina para Sofía. Los profesores presentaban los temarios para el nuevo año, mientras los estudiantes iban acomodándose a la rutina, pero ella apenas podía concentrarse. Cada vez que cerraba los ojos, veía los de Alex, ese verde profundo que parecía guardar secretos y memorias que no compartía con nadie.
Cuando finalmente llegó a su última clase, la adrenalina la había consumido tanto que no estaba segura de cómo podría soportar la hora que quedaba. Historia, su asignatura favorita, no parecía tan interesante cuando sus pensamientos vagaban en torno al misterioso chico que, para su sorpresa, estaba en la misma clase.
Al entrar, buscó su lugar habitual cerca de la ventana, pero cuando sus ojos recorrieron el salón, vio a Alex sentado al final, una vez más con un libro entre las manos. Esta vez, a diferencia de la cafetería, parecía más concentrado en su lectura que en lo que ocurría a su alrededor.
Sofía respiró hondo y decidió que, por primera vez, iba a sentarse más cerca de él. No sabía exactamente qué la impulsaba a hacerlo. Tal vez era la creciente curiosidad o simplemente la necesidad de salir de su zona de confort. De cualquier manera, tomó asiento en la fila justo delante de él.
Durante los primeros minutos, Sofía no pudo evitar lanzar rápidas miradas hacia atrás, intentando captar algún indicio de su humor o estado de ánimo, pero Alex no levantaba la vista de su libro. Parecía impenetrable, completamente ajeno al mundo que lo rodeaba. Sin embargo, Sofía sabía que esa fachada tranquila no era todo lo que había detrás de él.
A mitad de la clase, el profesor comenzó a hablar sobre los grandes conflictos de la historia, sobre cómo las decisiones de unos pocos podían cambiar el curso de la humanidad. Sofía intentó centrarse en la lección, pero sus pensamientos la traicionaban. ¿Qué decisiones habían llevado a Alex a ser como era? ¿Qué secretos escondía detrás de esa barrera de silencio?
Cuando la campana finalmente sonó, indicando el fin del día escolar, Sofía sintió un extraño impulso. No podía dejar que otra oportunidad de hablar con él se esfumara. Lentamente, recogió sus cosas, observando de reojo cómo Alex también guardaba su cuaderno en su mochila. Al levantarse, lo hizo sin pensar, girándose hacia él.
—Oye, Alex —dijo, su voz más firme de lo que esperaba—. ¿De qué trataba el libro que leías?
Alex levantó la mirada, claramente sorprendido de que alguien le hablara, y por un momento, Sofía pensó que la ignoraría. Pero después de una pausa, una leve sonrisa apareció en su rostro.
—Es sobre historia contemporánea —respondió en voz baja, levantando el libro ligeramente para mostrárselo—. Siempre me ha fascinado cómo los eventos más recientes pueden cambiar nuestra forma de vivir tan rápido.
Sofía se sintió algo aliviada por su respuesta. No había huido ni la había rechazado de inmediato. Decidió aprovechar ese pequeño hilo de conversación.
—A mí también me interesa la historia —continuó ella, un poco más animada—. Especialmente cómo las decisiones personales de la gente pueden afectar a tantos otros, incluso sin que lo sepan.
Alex la miró detenidamente, como si estuviera evaluando sus palabras. Había algo en su mirada que se suavizó, como si por primera vez considerara abrirse un poco.
—Es curioso, ¿no? —dijo después de un momento—. A veces uno ni siquiera se da cuenta de que sus propias decisiones pueden cambiarlo todo.
Sofía asintió, sintiendo que estaban hablando de algo más profundo que un simple libro de historia. Pero antes de que pudiera decir algo más, Clara apareció por la puerta, llamando su atención.
—¡Sofi! ¿Vamos? —gritó desde el pasillo.
Sofía vaciló un segundo, deseando no tener que interrumpir la conversación, pero sabía que Clara no la dejaría ir tan fácilmente.
—Sí, ya voy —respondió rápidamente, volviendo su atención a Alex por última vez—. Nos vemos mañana, supongo.
—Sí, claro —dijo él, con una sonrisa apenas perceptible antes de dirigirse hacia la salida del salón.
Mientras caminaba hacia Clara, Sofía sintió una mezcla de emoción y confusión. Por fin había hablado con él, y aunque la conversación había sido breve, había algo en su tono, en la forma en que respondió, que la dejó intrigada. Alex no era el típico chico nuevo que buscaba encajar o impresionar. Era diferente, y eso solo la hacía querer saber más sobre él.
—¿Qué pasó ahí? —preguntó Clara, con una ceja levantada cuando Sofía se le unió en el pasillo—. ¿Hablaste con Alex?
—Un poco —admitió Sofía, intentando parecer despreocupada—. Solo le pregunté sobre un libro que estaba leyendo.
Clara sonrió con picardía, pero no presionó más. Sabía cuándo dejar que las cosas siguieran su curso, y Sofía estaba agradecida por ello.
Cuando llegó a casa, la sensación de que este año sería diferente se hizo más fuerte que nunca. Alex seguía siendo un enigma, pero ahora, al menos, tenía una pequeña ventana hacia su mundo. Quizás, con el tiempo, descubriría más sobre las decisiones que lo habían llevado hasta allí. Y, tal vez, esas mismas decisiones los conectarían de una manera que Sofía aún no podía imaginar.
Sin embargo, también había una advertencia silenciosa en su mente, un pequeño susurro de duda que le recordaba lo que Clara había dicho: Alex parecía complicado. ¿Estaba Sofía realmente preparada para lo que podría encontrar si seguía acercándose a él?
Una cosa era segura: este era solo el comienzo. Y Sofía no podía evitar sentirse emocionada por lo que estaba por venir.
ESTÁS LEYENDO
Entre miradas
DragosteSofía está lista para comenzar su último año de secundaria, pero algo en el aire le dice que este año será diferente. Cuando conoce a Alex, el chico nuevo y misterioso que prefiere los libros a las fiestas, su mundo da un giro inesperado. Aunque al...