El nuevo amanecer traía consigo la promesa de cambios. Tras la profunda conversación en el parque, Sofía se sintió renovada, con una mezcla de emoción y expectación. Las palabras de Alex seguían resonando en su mente: "Quizás debería arriesgarme a escribir más". Había algo en su voz que la animaba a ser parte de ese proceso, a estar a su lado mientras exploraba su pasión por la escritura.
En la escuela, el ambiente era el habitual bullicio de risas y conversaciones, pero Sofía se sentía diferente, como si todo a su alrededor vibrara con una energía renovada. Mientras se dirigía a su casillero, vio a Clara esperándola.
—¡Sofi! —exclamó Clara, con su habitual entusiasmo—. ¿Cómo va todo? ¿Hablaste más con Alex?
—Sí, tuvimos una buena conversación ayer —respondió Sofía, sintiendo un pequeño rubor en sus mejillas al mencionar a Alex.
—¿De verdad? ¿Qué te dijo? —preguntó Clara, acercándose un poco más, intrigada.
—Hablamos sobre su padre y sus sueños de escribir —dijo Sofía, intentando no parecer demasiado emocionada—. Está considerando seguir su pasión.
La sonrisa de Clara se amplió, y sus ojos brillaron con curiosidad.
—Eso es genial. Pero, ¿qué hay de ti? ¿Tienes algún plan? —inquirió, con una picardía en su voz.
Sofía sabía que la pregunta iba más allá de las clases o actividades escolares. Clara siempre había sido perceptiva respecto a sus sentimientos, y en ese momento, ella sentía que su corazón latía más rápido.
—No estoy segura... —murmuró Sofía, sus pensamientos vagando hacia lo que realmente deseaba—. A veces siento que también debería hacer algo arriesgado, algo que me haga sentir viva.
Clara la observó durante un momento, y luego asintió con comprensión.
—Hazlo. Si hay algo que he aprendido de ti y Alex es que a veces hay que arriesgarse. ¿Por qué no piensas en compartir tus propios escritos? Sabes que siempre he admirado tu talento —sugirió Clara, con una mezcla de aliento y desafío en su voz.
La idea de compartir sus escritos la emocionaba y aterrorizaba a la vez. Sofía había escrito durante años en secreto, guardando sus relatos en un cuaderno que siempre mantenía a mano. Pero compartirlos... eso era otro nivel. Se quedó en silencio, pensando en las palabras de Clara, mientras su mente viajaba hacia el cuaderno que guardaba bajo la cama.
—Quizás debería hacerlo —dijo finalmente, una chispa de determinación en su voz.
—¡Eso es! —gritó Clara, abrazándola con entusiasmo—. ¡Estoy tan orgullosa de ti!
El resto del día transcurrió entre la emoción de la posibilidad y el nerviosismo por el futuro. Sofía asistió a sus clases, pero su mente estaba ocupada en cómo podría arriesgarse. Decidió que al final de la semana, podría compartir uno de sus relatos con Alex.
Finalmente, llegó el viernes. El aire estaba impregnado de la anticipación típica de una fiesta escolar, pero para Sofía, esa noche no se trataba solo de la fiesta. Se trataba de un momento decisivo para ella y Alex.
La casa de Marta estaba decorada con luces brillantes y música animada resonaba a través de las paredes. Sofía se sentía un poco fuera de lugar, pero la emoción de ver a Alex la motivó a seguir adelante. En medio del bullicio, lo vio, de pie en un rincón, con una bebida en la mano y una expresión pensativa en el rostro. Al instante, su corazón se aceleró.
—¡Sofía! —la llamó Clara desde el otro lado de la sala—. ¡Ven, vamos a bailar!
Pero Sofía no pudo apartar la mirada de Alex. Caminó hacia él, sintiendo cómo cada paso resonaba con su determinación.
—Hey, Alex —dijo, sonriendo mientras se acercaba.
Él levantó la vista, y por un momento, sus ojos se encontraron. Había una conexión que iba más allá de las palabras. Alex sonrió, y esa sonrisa hizo que su estómago diera un vuelco.
—Hola, Sofía. Me alegra verte aquí —respondió, su voz suave y relajada.
—¿Cómo va todo? —preguntó, apoyándose contra la pared junto a él.
—Bien. Solo estaba pensando en lo que me dijiste el otro día —dijo, su tono volviéndose más serio—. Estaba considerando la idea de escribir algo y compartirlo. No sé... tal vez sea un poco aterrador.
Sofía sintió una oleada de emoción. No solo él estaba dispuesto a arriesgarse, sino que también le estaba confiando sus pensamientos. Era un gran paso para él.
—Eso es genial, Alex. No deberías tener miedo. Si te apasiona, entonces vale la pena —le animó, sintiendo que sus palabras resonaban en su propio corazón.
—Gracias, Sofía. Tus palabras significan mucho para mí. A veces siento que solo tú entiendes cómo me siento —dijo Alex, y en su mirada había una vulnerabilidad que lo hacía aún más atractivo.
La música cambió a una balada suave, y Sofía sintió que el momento era perfecto. En un impulso, decidió que era hora de abrirse.
—Quiero compartir algo contigo también. He estado escribiendo —dijo, sintiendo la adrenalina recorrer su cuerpo—. He guardado un cuaderno con mis relatos, pero creo que es hora de que alguien los lea.
Los ojos de Alex se iluminaron, y un brillo de sorpresa y admiración brilló en su mirada.
—¿De verdad? Eso es increíble, Sofía. Me encantaría leerlo. ¡Tienes que mostrármelo!
La emoción de compartir su pasión la llenó de energía, y por un momento, se olvidó del bullicio de la fiesta. Ambos se estaban abriendo el uno al otro, creando un espacio de confianza que parecía mágico.
—Lo haré, lo prometo —dijo, sintiendo que había dado un paso importante en su propia búsqueda de autenticidad.
Mientras la música seguía sonando, Alex dio un paso más cerca de ella, creando una burbuja de intimidad en medio de la multitud. Sofía podía sentir la conexión crecer, una corriente de entendimiento y deseo que la envolvía.
—¿Te gustaría salir a caminar después de la fiesta? Hay un lugar tranquilo cerca de aquí donde podemos hablar —preguntó Alex, su voz suave y persuasiva.
El corazón de Sofía saltó de alegría. Era una invitación que significaba mucho más que una simple caminata.
—Me encantaría —respondió, sintiendo que la noche se iluminaba con posibilidades.
Con una sonrisa que irradiaba complicidad y emoción, Sofía sintió que ese momento marcaría un antes y un después en su vida. Estaban listos para abrir sus corazones, compartir sus historias y explorar lo que significaba ser auténticos el uno con el otro.
La fiesta continuó a su alrededor, pero en ese instante, todo lo que importaba eran ellos dos y la promesa de un futuro lleno de descubrimientos. Esa noche sería solo el comienzo de su viaje juntos, un viaje que estaba destinado a transformarlos por completo.
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Entre miradas
RomanceSofía está lista para comenzar su último año de secundaria, pero algo en el aire le dice que este año será diferente. Cuando conoce a Alex, el chico nuevo y misterioso que prefiere los libros a las fiestas, su mundo da un giro inesperado. Aunque al...