Capítulo 17. [Parte 2/4]💫

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Maratón 2/4

Danna siguió hablando como si nada, emocionada por la llegada de su amiga. Pero por dentro, yo no podía dejar de preguntarme cómo iba a lidiar con Karinna después de todo lo que había pasado.

Pasaron unos minutos que se sintieron como una eternidad, mientras el ambiente cambiaba. Luego, el timbre sonó dos veces, interrumpiendo mis pensamientos.

—¡Ahí está! —exclamó Danna, saltando de alegría. —Ya debió llegar.

Me quedé inmóvil mientras ella salía de la cocina y se dirigía a la puerta. Mi mente giraba a mil por hora. ¿Cómo iba a lidiar con Karinna ahora? No había ni un solo indicio de que quisiera hablar conmigo, y las cosas habían quedado en un punto muerto la última vez que nos vimos. Esta noche, que esperaba que fuera relajada, acababa de volverse mucho más complicada.

La puerta de la cocina se abrió y escuché las risas de Danna y Karinna antes de que ambas entraran, charlando sobre algún tema que no llegué a captar por completo. Mi cuerpo se tensó automáticamente al verla.

—¡Aquí está la masa lista! —anunció Danna con entusiasmo, dejando a Karinna al lado del mostrador.

Karinna se quedó en la entrada por unos segundos, sus ojos recorrieron la cocina hasta detenerse en mí. No dijo nada. Apenas si me dedicó una mirada antes de girarse hacia Danna, como si yo no estuviera allí. Su indiferencia me atravesó como una punzada en el pecho, aunque traté de mantener una expresión neutral. Sabía que esto iba a pasar, pero dolía igual.

—Vamos a hacer otra pizza —dijo Danna, ignorando la tensión entre nosotras. Parecía completamente ajena al muro invisible que Karinna había levantado entre ella y yo.

Mientras estirábamos la masa y le poníamos los ingredientes, Karinna y Danna hablaban como si todo estuviera bien, riéndose y recordando anécdotas que claramente no me incluían. Yo me concentré en no mirar demasiado a Karinna, pero cada vez que lo hacía, veía su rostro frío, completamente distinto al de la chica que solía conocer. Y eso me hacía sentir aún peor.

Cuando terminamos de preparar la pizza, Danna nos guió hacia su habitación, que estaba en el segundo piso. Al pasar por el pasillo, desde una de las puertas entreabiertas, se oían disparos y explosiones provenientes de algún videojuego.

—Es mi hermano Donovan —explicó con una sonrisa, sin detenerse. —Mejor vamos a ignorarlo, está en su mundo con sus juegos.

Seguí caminando detrás de ellas, pero mis pensamientos no dejaban de girar en torno a Karinna. Sentía la incomodidad crecer a cada paso, preguntándome cuánto tiempo más iba a poder soportar su indiferencia.

Finalmente llegamos a la habitación de Danna, que era tan enorme como la recordaba, con una cama enorme y almohadas dispersas por todas partes. Mientras Karinna se acomodaba en un sillón cerca de la ventana, yo me quedé en la puerta, indecisa.

La Marca del Destino ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora