«Ese día fue suficiente para acabar con mi felicidad; ella lo logró. Había destruido todo lo que amaba»
Greyson, un pueblo frío y envuelto en misterios, parece el lugar perfecto para perderse... o ser encontrado. Nyssa Walton nunca ha sido una chica...
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«En la sombría sinfonía del destino, dos corazones se encuentran, forjando un vínculo en la oscuridad, donde el dolor y la pasión se entrelazan en un baile macabro de eterna servidumbre».
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— DANNA HILL —
Me disculpé con Nyssa, explicándole que necesitaba buscar algo de tomar. La verdad era que, aunque el ambiente estaba un poco caluroso, mi necesidad de alejarme tenía una causa más profunda. Había visto a alguien en la mesa de invitados que me dejó sin aliento.
Era el ser más hermoso que jamás había visto. Un hombre de mirada dura y ojos grises, con un cabello perfectamente rasurado teñido de un rubio que parecía resplandecer bajo la luz tenue del salón. Cada diminuto detalle en él era una obra maestra que atraía mi atención y me atraía más hacia él.
Lo que más me sorprendió fue su aroma. Era único, diferente a cualquier cosa que hubiera olido antes. Su fragancia me envolvía de una manera que nunca había experimentado, desencadenando una extraña e inexplicable atracción hacia él. Mis manos picaban por acercarme, pero sabía que debía contenerme. Atraer problemas no estaba en mis planes, especialmente con alguien tan misterioso y cautivador como él.
No podía creer que hubiera encontrado a mi alma gemela de esta manera. Siempre había temido la idea de estar atada a alguien de por vida sin haberlo elegido yo misma. Por eso, pasaba mi tiempo conociendo chicos y disfrutando de la libertad de elegir con quien compartir mi vida. Sin embargo, la idea de estar atada a alguien como él no me parecía desagradable en lo absoluto.
Mi necesidad de acercarme a él era abrumadora, y antes de darme cuenta, ya estaba caminando en su dirección. Parecía que el hombre había sentido mi presencia, porque giró la cabeza en mi dirección y me observó. Me quedé parada, sintiendo su mirada recorrer cada centímetro de mi cuerpo. Mantuve una distancia prudente para que él no pudiera percibir el aroma que desprendía en ese momento y evitar así cualquier posible reacción impulsiva por el vínculo que nos unía.
Quise convencerme de que no me había sonreído, pero la verdad era que sí, lo había hecho. Su hermosa sonrisa, fría y descabellada me tenía más atrapada en sus redes. Sabía que debía contenerme, o de lo contrario, podría montar un espectáculo donde la única cosa que sobraría sería la ropa.
A esa distancia prudente, pude percibir una energía oscura que emanaba de él. Mis sentidos se agudizaron de inmediato, especialmente mi sentido del olfato; Desde pequeña había sido sensible a cualquier manifestación de energía oscura.
Confirmé lo que temía: aquel hombre, mi alma gemela, era un vampiro. No podía aceptarlo, no podía aceptar estar atada a un vampiro. Me preguntaba si mis padres habrían sentido su energía, y deseaba con todas mis fuerzas que no fuera así.