La brisa nocturna era refrescante cuando Gala y Karime salieron del lujoso hotel, alejándose del ambiente sofocante del evento. Karime, acostumbrada a tomar el control en cualquier situación, caminaba con la misma seguridad que cuando se acercó a Gala por primera vez. Gala, en cambio, mantenía su porte impecable, aunque su mente comenzaba a preguntarse si había sido una buena idea aceptar aquella invitación. No era una persona que se dejara llevar fácilmente, pero algo en la audacia de Karime la había desarmado por completo.
—Conozco un lugar a pocas cuadras de aquí, tranquilo, nada ostentoso —comentó Karime con naturalidad, como si fuera lo más común del mundo sacar a la CEO más reservada de la ciudad a una salida improvisada.
Gala asintió en silencio. No tenía intenciones de mostrar nerviosismo, pero la energía que emanaba Karime la hacía sentir algo fuera de lugar. Mientras caminaban, Gala no podía dejar de observar a Karime de reojo. Había algo en su manera de ser, en su confianza despreocupada, que resultaba desconcertante y atrayente al mismo tiempo. Sabía que su vida era radicalmente distinta a la de Karime, pero por alguna razón, esa diferencia no parecía molestarle. De hecho, la intrigaba.
—¿Vienes seguido a este tipo de eventos? —preguntó Gala, rompiendo el silencio mientras cruzaban la calle.
Karime soltó una pequeña risa, mirándola con diversión.
—No, en realidad no. Las reuniones de negocios no son lo mío, pero siempre hay algo interesante que descubrir… como esta noche.
Gala no respondió de inmediato. Sabía que Karime estaba coqueteando, pero no tenía claro si aquello la incomodaba o le gustaba. No podía negar que había algo estimulante en la manera en que Karime manejaba la conversación, pero también sentía que debía mantenerse alerta, como si la seguridad de su mundo controlado pudiera venirse abajo en cualquier momento.
Llegaron a un bar pequeño, discreto, con luces tenues y un ambiente acogedor. No era el tipo de lugar donde Gala solía pasar su tiempo libre —en realidad, no solía pasar mucho tiempo fuera de su oficina—, pero algo en la atmósfera le resultó agradable. Una vez dentro, se acomodaron en una mesa al fondo, alejadas del bullicio.
—Entonces, Gala Montes —empezó Karime con un tono juguetón, mientras ambas pedían una copa de vino—, cuéntame algo sobre ti que no esté en los noticieros.
Gala esbozó una leve sonrisa, sorprendida por la pregunta.
—No sé si hay mucho más que contar. Mi vida es bastante pública —respondió, aunque sabía que eso no era del todo cierto. Siempre había mantenido sus emociones y deseos más personales cuidadosamente resguardados.
Karime se inclinó hacia adelante, apoyando los codos en la mesa, observándola con una intensidad que empezaba a incomodar a Gala.
—No te creo. Nadie llega tan lejos como tú sin un lado más… personal —dijo Karime, con un destello de malicia en los ojos—. Algo que te haga sentir viva más allá del trabajo.
Gala la miró fijamente. ¿Qué esperaba Karime que dijera? ¿Que en su vida había espacio para algo más que sus responsabilidades? Esa idea la desconcertaba. Había trabajado duro para llegar donde estaba, sacrificando cualquier cosa que se interpusiera en su camino. Pero, al mismo tiempo, esa seguridad impenetrable comenzaba a tambalearse con cada palabra de Karime.
—Creo que me gusta el control, Karime —respondió Gala, con una honestidad que ni siquiera ella esperaba—. Controlar lo que pasa a mi alrededor, lo que siento, lo que quiero… Eso es lo que me hace sentir viva.
Karime sonrió, divertida por la respuesta. No era lo que esperaba, pero le gustaba.
—Eso puedo verlo, sí. —Tomó un sorbo de su copa antes de continuar—. Pero el control puede ser agotador. A veces, dejarlo ir un poco puede ser… interesante.
Gala levantó una ceja, intrigada por la insinuación.
—¿Eso es lo que haces tú? —preguntó, midiendo las palabras.
—Exactamente. Me gusta vivir sin reglas fijas, sin ataduras. Lo que venga, lo tomo como es —Karime se encogió de hombros—. No sé si eso te parecerá irresponsable o fascinante, pero es lo que soy.
Gala se quedó en silencio, pensativa. La idea de vivir sin reglas le parecía aterradora y fascinante a partes iguales. Su mundo estaba construido sobre una base sólida de control y estructura. Pero Karime le estaba mostrando una realidad que no había considerado. ¿Y si, por una vez, dejara que las cosas siguieran su curso sin interferir?
El silencio se prolongó por unos segundos hasta que Karime lo rompió, cambiando de tema con naturalidad.
—¿Y qué hay de Bárbara? —preguntó de repente, estudiando la reacción de Gala—. Parece muy apegada a ti.
Gala se tensó levemente al escuchar el nombre de Bárbara. Sabía que su asistente y amiga estaba siempre pendiente de ella, pero no había pensado demasiado en lo que eso significaba más allá del plano profesional.
—Bárbara es una amiga leal y una excelente trabajadora —respondió Gala, manteniéndose en la superficie—. Siempre ha estado conmigo en los momentos clave de la empresa.
Karime la observó, notando cómo Gala mantenía una respuesta neutral, pero el tema de Bárbara parecía despertar algo más profundo. Sabía que allí había una historia que aún no se había contado.
—Es interesante cómo te cuida tanto —dijo Karime, inclinándose hacia atrás en su silla—. Casi parece que haría cualquier cosa por ti.
Gala desvió la mirada por un instante. Sabía que Bárbara era incondicional, pero nunca había considerado la posibilidad de que hubiera algo más en sus acciones. Sin embargo, no quería entrar en ese tema con Karime. La noche se había vuelto lo suficientemente extraña como para complicarla aún más.
—Somos buenas amigas —respondió finalmente, con un tono que indicaba que no quería profundizar más.
Karime notó el cambio y decidió no insistir. Sabía que Gala no era una persona fácil de descifrar, pero eso solo hacía el juego más interesante. Para ella, Gala era un enigma, una mujer que representaba todo lo contrario a su estilo de vida y, sin embargo, la atraía de una manera que no había anticipado.
La noche continuó entre conversaciones ligeras, pero siempre bajo la tensión de lo no dicho. A medida que las horas pasaban, Gala se sentía extrañamente cómoda, aunque una pequeña voz en su cabeza seguía advirtiéndole que mantuviera cierta distancia. Karime era una fuerza de la naturaleza, impredecible y magnética, pero Gala no estaba lista para soltarse por completo. No aún.
Al final, cuando las copas estuvieron vacías y la conversación comenzó a decaer, Karime le lanzó una última mirada provocativa.
—Ha sido una noche interesante, ¿no crees? —dijo, con una sonrisa ladeada.
Gala asintió, pero mantuvo su respuesta vaga.
—Sí, ha sido… diferente.
Karime se levantó de la mesa, acercándose lentamente a Gala. La tensión en el aire era palpable, pero Karime no hizo ningún movimiento precipitado. Solo se inclinó lo suficiente como para que sus palabras fueran casi un susurro.
—Te veré pronto, Gala. Lo sé.
Gala la miró a los ojos, sin saber cómo interpretar esas palabras. Karime se despidió con una sonrisa antes de salir del bar, dejándola sola con sus pensamientos. Gala, por primera vez en mucho tiempo, no estaba segura de lo que vendría después.
Mientras caminaba de regreso a su coche, una parte de ella no podía dejar de pensar en Karime y en lo que esa mujer representaba: caos, libertad, algo que Gala no había permitido en su vida desde hacía mucho tiempo.
Y luego estaba Bárbara, fiel y constante, siempre ahí, esperando.
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"CEO"
RomanceLa trama gira en torno a Gala y Karime, dos mujeres con estilos de vida opuestos, pero que se sienten atraídas de maneras inesperadas. Gala, con su vida ordenada y tranquila, encuentra en Karime una chispa de emoción que la descoloca. Karime, por su...