Capítulo 10: Sentimientos a flor de piel

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A la mañana siguiente, Gala despertó con una sensación de calma que hacía mucho no experimentaba. Después de haberse permitido aceptar lo que sentía por Karime, el peso que llevaba en el pecho parecía haberse aligerado. Aún quedaban dudas y miedos, pero, por primera vez, no trataba de huir de ellos. Sabía que los próximos días serían decisivos para descubrir qué significaba realmente todo esto.

La rutina en la oficina la distrajo lo suficiente como para mantener su mente enfocada en los asuntos de la empresa. Sin embargo, cada vez que un mensaje de Karime aparecía en su teléfono, su corazón daba un vuelco. Eran mensajes breves, como si Karime también intentara mantener la discreción.

Pasaron unos días hasta que, al final de una larga jornada, Gala recibió un mensaje de Karime que decía: "¿Te apetece un café? Nada de trabajo, solo charlar un rato". Gala dudó por un momento, pero al final, aceptó la invitación. Se encontraron en una cafetería discreta, alejada del bullicio del centro de la ciudad, donde la atmósfera era tranquila y acogedora.

Cuando Gala llegó, Karime ya estaba ahí, sentada junto a una ventana. Lucía relajada, con una sonrisa cálida que iluminaba su rostro al verla entrar. Gala se sintió extrañamente nerviosa, como si fuera la primera vez que se encontraban.

—Gracias por venir, Gala. Necesitaba verte fuera de ese entorno tan serio de la oficina —bromeó Karime mientras le hacía un gesto para que tomara asiento frente a ella.

Gala sonrió, permitiéndose relajarse un poco mientras se sentaba y pedía su café. Había algo en esa informalidad que la hacía sentirse cómoda, como si Karime fuera capaz de equilibrar el lado racional de Gala con algo mucho más espontáneo.

—¿Cómo estás? —preguntó Gala, encontrando sus ojos. A pesar de la ligereza de la pregunta, el tono de su voz reflejaba una preocupación sincera.

—Estoy bien… Mejor que bien, diría —respondió Karime, con una sonrisa encantadora—. He estado pensando en nuestra conversación, en lo que dijiste sobre darte tiempo, y quiero que sepas que lo respeto. Pero también quiero ser clara contigo, Gala: no pienso retroceder en lo que siento.

El tono directo de Karime la tomó por sorpresa. Gala sintió el peso de esas palabras y notó que, aunque Karime no presionaba, su sinceridad era inquebrantable. Esa franqueza, lejos de incomodarla, la hacía sentir segura; sentía que podía confiar en ella plenamente.

—Aprecio que seas así de clara conmigo, Karime. La verdad es que… —Gala dudó, buscando las palabras adecuadas—, lo que pasó entre nosotras me hizo darme cuenta de muchas cosas que no había aceptado antes. No es fácil para mí admitir que tengo estos sentimientos, pero tampoco quiero seguir negándolos.

Karime sonrió, con un brillo de satisfacción en sus ojos, pero se mantuvo en silencio, dándole espacio para que continuara. Gala tomó aire y prosiguió, sintiendo que cada palabra la liberaba un poco más.

—La noche del beso pensé que todo se complicaría, pero la verdad es que, desde entonces, he sentido una calma que no esperaba. Quizás eso es lo que más me asusta de esto… que contigo no siento la necesidad de controlarlo todo. Y, aunque aún me asusta, quiero intentarlo.

Karime la miró con ternura, y Gala sintió que el mundo a su alrededor desaparecía. Estaban solas en esa burbuja de sinceridad, donde solo ellas existían y sus sentimientos eran la única verdad.

—No tienes que prometerme nada, Gala. Solo quiero estar contigo y que seamos sinceras la una con la otra. Ya veremos a dónde nos lleva todo esto. —La voz de Karime era suave, y Gala notó que, en el fondo, eso era exactamente lo que necesitaba: alguien que la aceptara tal como era, sin presionarla.

"CEO"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora