Capítulo 11:Redefiniendo lo Imposible

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El reloj marcaba las siete de la tarde y la oficina estaba casi vacía. Gala se encontraba revisando un último informe, aunque su mente divagaba, atrapada entre el recuerdo del beso con Karime y la conversación que había tenido con Bárbara. Sabía que el equilibrio entre su vida personal y profesional era complicado, y el hecho de estar involucrada con alguien dentro de la empresa hacía todo aún más delicado.

Terminó de leer el informe y cerró su computadora, sintiendo un alivio que no había sentido en años. Había pasado demasiado tiempo manteniendo un control absoluto sobre cada aspecto de su vida y, de alguna forma, estaba agotada. Ahora, con Karime, se sentía diferente, como si hubiera descubierto un espacio seguro en el que podía ser ella misma, sin las ataduras de la CEO que todos esperaban ver.

Justo cuando se levantaba para recoger sus cosas, su teléfono vibró. Era un mensaje de Karime: "¿Te apetecería venir esta noche a mi lugar? Hacemos algo tranquilo, prometo que no será ninguna locura."

Gala sonrió. Karime parecía haber percibido que necesitaba algo sencillo, y su propuesta le pareció perfecta. No necesitaban salir a cenar ni planear algo elaborado; solo estar juntas era suficiente.

Un par de horas después

Gala llegó al departamento de Karime, quien la recibió en la puerta con una sonrisa radiante. Llevaba ropa cómoda y el ambiente era cálido, lleno de luz tenue y velas discretas. Karime había preparado una pequeña cena, simple pero deliciosa, y ambas se sentaron en la mesa, compartiendo un rato que se sentía íntimo y familiar.

—No sabía si te iba a apetecer venir, pero me alegra que estés aquí —dijo Karime, sirviendo un poco de vino en las copas.

—La verdad, necesitaba un descanso de todo. Contigo, siento que puedo hacerlo —confesó Gala, tomando la copa y mirándola con una mezcla de gratitud y cariño.

Karime le sonrió y ambas brindaron en silencio. La conversación fluyó como siempre, cómoda y natural, y después de la cena se movieron a la sala, donde se acomodaron en el sofá, conversando sobre sueños y planes. Karime la escuchaba atentamente, haciéndole preguntas y compartiendo sus propias aspiraciones. Gala sentía que podía decirle cualquier cosa, y que Karime siempre la comprendería sin juzgarla.

Pasaron las horas, y cuando el reloj marcó medianoche, Karime se giró hacia Gala con una mirada pensativa.

—Hay algo que quería decirte —dijo Karime, con una ligera vacilación en la voz—. No quiero presionarte, Gala, pero creo que necesito saber hasta dónde quieres llegar conmigo. No me malinterpretes; estoy bien con lo que tenemos ahora, pero… si estamos construyendo algo más, quiero ser honesta.

Gala la miró, sintiendo una mezcla de nervios y emoción. Sabía que Karime no se refería a definir la relación en términos concretos, sino a saber si lo que había entre ellas tenía un camino claro, algo con futuro. Gala nunca había sido alguien que compartiera fácilmente su vida emocional, y menos cuando involucraba a alguien tan cercano. Pero aquella noche, sintió que estaba lista para ser honesta.

—Karime, contigo siento que he cruzado una línea que siempre había temido cruzar —respondió Gala, tomando la mano de Karime entre las suyas—. Todo en mi vida ha sido planificado, estructurado, y tú… tú has traído algo diferente, algo que me permite ver las cosas de otra forma. Sí, estoy aquí porque quiero estar contigo, y porque creo que esto tiene sentido.

Karime soltó una risa ligera, con un toque de emoción en su mirada.

—Entonces eso significa que… ¿estarías dispuesta a seguir adelante, a ver qué más descubrimos juntas?

Gala asintió, sintiendo que la tranquilidad la invadía. Era la primera vez en años que tomaba una decisión sin calcular los riesgos y sin pensar en lo que dirían los demás. Karime la abrazó, y ambas se quedaron en silencio, disfrutando de aquel momento de paz compartida.

Los días siguientes

En la oficina, las cosas parecían volver a la normalidad. Gala y Karime mantenían su relación de forma discreta, cuidando los detalles para evitar rumores o especulaciones. Su conexión se volvía cada día más sólida, y aunque todavía quedaban muchas cosas por definir, ambas sentían que estaban construyendo algo verdadero.

Sin embargo, aquella tranquilidad no duraría mucho. Una mañana, mientras Gala revisaba los planes para la nueva expansión de la empresa, recibió un correo de un remitente desconocido. El mensaje contenía fotos de ella y Karime, tomadas desde la distancia, en las que aparecían juntas fuera de la oficina.

Gala sintió una mezcla de sorpresa y preocupación al ver las imágenes. Las fotos no eran incriminatorias en sí, pero estaban acompañadas por un breve mensaje que la inquietó: “Cuidado con lo que haces, Gala. Todos tenemos secretos, y algunos no deberían salir a la luz.”

Por un momento, Gala pensó en ignorarlo, pero sabía que no podía darse ese lujo. Las amenazas en su posición no eran inusuales, y aunque no estaba segura de quién estaba detrás de este mensaje, el hecho de que alguien hubiera seguido sus movimientos con Karime era alarmante.

Decidió no decirle nada a Karime por el momento, pensando que lo mejor era investigar primero. Esa noche, mientras cenaban juntas, Gala se mostró más callada de lo habitual, lo que Karime notó de inmediato.

—¿Estás bien? —preguntó Karime, mirándola con preocupación—. Pareces distraída.

Gala dudó, pero decidió que era mejor ser honesta.

—Hoy recibí algo… extraño —confesó Gala, tomando una pausa para escoger sus palabras—. Era un correo con fotos de nosotras. Nada muy revelador, pero parecía una advertencia.

Karime la miró, sorprendida, y por un momento, su expresión reflejó algo de temor. Pero en vez de mostrar inseguridad, Karime le tomó la mano con firmeza.

—Sea quien sea, no tiene derecho a amenazarte. Podemos enfrentar esto juntas, Gala. No estás sola en esto.

Gala sintió que aquella certeza le devolvía la calma. Karime estaba a su lado, no solo en los momentos de alegría, sino también cuando las dificultades se asomaban. Esa noche, hablaron sobre lo que harían para protegerse y decidiron que el próximo paso sería investigar el origen del correo.

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La mañana siguiente

Al día siguiente, Gala comenzó a indagar sobre el remitente y a tomar precauciones para proteger su privacidad y la de Karime. Por otro lado, Karime contactó a algunos amigos en seguridad que podrían ayudarles a descubrir más. Ambas sabían que lidiar con esta situación sería complejo, pero la fortaleza que tenían al estar juntas las hacía sentir que podrían superar cualquier obstáculo.

A medida que los días pasaban, Gala fue percibiendo un cambio en sí misma. No solo estaba dispuesta a enfrentar las amenazas, sino que, por primera vez, sentía que tenía algo —o mejor dicho, alguien— por quien luchar.


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