Capítulo 4:Bajo la superficie

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La semana siguiente fue un torbellino de actividad en la empresa. Gala estaba más enfocada que nunca, reuniéndose con ejecutivos, supervisando proyectos cruciales, y tomando decisiones que harían avanzar a su imperio. No obstante, a pesar de su aparente calma, algo había cambiado en su interior. Karime seguía en su mente como un pensamiento recurrente, una pequeña chispa que no se apagaba.

La relación con Karime no había avanzado más allá de esa cena llena de tensión, pero Gala sabía que algo estaba por suceder. Era como si estuvieran en un juego de ajedrez, con cada movimiento calculado, cada palabra medida. Sin embargo, lo que más la inquietaba era la incógnita de cómo manejar a alguien que no jugaba según las reglas.

Por otro lado, Bárbara estaba cada vez más incómoda. Había observado los cambios sutiles en el comportamiento de Gala, cómo parecía distraída por momentos, y sabía que Karime tenía algo que ver con eso. Aunque mantenía su sonrisa habitual, el miedo de perder a Gala, o al menos de que algo irreparable ocurriera entre ellas, comenzaba a carcomerla.

Una mañana en la oficina

Bárbara decidió que ya no podía seguir guardando silencio. Esa mañana, después de revisar algunos documentos importantes, se dirigió a la oficina de Gala. Llevaba días ensayando lo que iba a decir, buscando el momento adecuado para abrirse, aunque en el fondo sabía que no existía tal cosa como el “momento perfecto”.

Cuando entró, Gala estaba concentrada en su computadora, los ojos fijos en la pantalla. Bárbara cerró la puerta tras de sí, queriendo evitar interrupciones.

—Gala, ¿puedo hablar contigo un momento? —preguntó, intentando mantener la calma en su voz.

Gala levantó la vista, sorprendida por el tono serio de Bárbara.

—Claro, ¿qué sucede? —respondió, con esa calma que a veces intimidaba a quienes la rodeaban.

Bárbara se acercó al escritorio y se detuvo frente a ella. Sabía que lo que iba a decir era delicado, pero no podía seguir ignorando lo que sentía.

—He estado notando que últimamente… algo ha cambiado. —Las palabras salieron con más dificultad de la que había previsto—. Quiero decir, entre nosotras. O tal vez solo lo siento yo.

Gala frunció ligeramente el ceño, sorprendida por la dirección de la conversación. No era común que Bárbara hablara de algo personal, y mucho menos con ese tono.

—¿Qué quieres decir? —preguntó Gala, curiosa pero también un poco a la defensiva.

Bárbara respiró hondo. No podía retractarse ahora.

—Tú y yo hemos sido cercanas durante mucho tiempo. Me preocupo por ti, Gala. Y sé que hay cosas que no compartes conmigo, pero… no puedo evitar sentir que algo ha cambiado desde que Karime apareció. —Su tono era cuidadoso, pero cada palabra llevaba un peso emocional.

Gala la miró por un momento, sopesando sus palabras antes de responder.

—Karime no tiene nada que ver con esto, Bárbara. Es solo alguien con quien he compartido un par de momentos. Nada más. —Intentó sonar firme, aunque sabía que, en el fondo, eso no era del todo cierto.

Bárbara dio un paso más cerca, con la mirada fija en Gala.

—No es solo eso, Gala. Es más. Lo sé porque… yo también siento algo por ti. Desde hace mucho tiempo.

El silencio que siguió fue denso, casi asfixiante. Gala la miró con incredulidad, sin saber cómo reaccionar. Bárbara, siempre tan controlada y sonriente, acababa de confesar algo que nunca había sospechado con claridad. Sabía que eran cercanas, pero jamás había imaginado que los sentimientos de Bárbara fueran tan profundos.

—Bárbara… —murmuró Gala, sin saber exactamente qué decir—. No tenía idea de que tú…

—Lo sé —interrumpió Bárbara, nerviosa, pero decidida—. Y no quiero que esto afecte nuestra relación. Pero necesitaba decírtelo antes de que las cosas cambien más entre nosotras. Antes de que Karime te aleje de mí, o peor, de ti misma.

Gala apartó la mirada por un momento, asimilando todo. Había algo profundamente doloroso en la sinceridad de Bárbara, algo que la hacía sentir incómoda. No quería perder la relación que tenían, pero tampoco podía fingir que correspondía a esos sentimientos.

—No sé qué decir —respondió Gala finalmente, volviendo a mirarla—. Me importas, mucho, pero no de esa manera.

Las palabras colgaron en el aire como una sentencia, y Bárbara asintió lentamente, tratando de ocultar la tristeza que se apoderaba de su expresión.

—Lo imaginaba —dijo, con una pequeña sonrisa que no llegaba a sus ojos—. Pero necesitaba decírtelo. No quería seguir fingiendo.

El ambiente entre ellas se volvió tenso, pero no incómodo. Era una especie de entendimiento silencioso. Bárbara había dado el paso, había dicho lo que sentía, y aunque la respuesta no era la que esperaba, al menos ya no había secretos.

Esa noche, en el departamento de Gala

Gala llegó a casa tarde esa noche, con la mente dando vueltas a lo que había pasado con Bárbara. Se sentía extrañamente agotada, como si hubiera atravesado una conversación mucho más complicada de lo que pensaba. Apreciaba profundamente a Bárbara, y sabía que la relación entre ellas cambiaría inevitablemente después de lo que había ocurrido. Pero no podía negar lo que sentía, o más bien, lo que no sentía.

Dejó caer su bolso sobre la mesa y se sirvió una copa de vino, intentando calmar su mente. Mientras tomaba un sorbo, su teléfono vibró. Un mensaje.

Era de Karime.

"¿Qué haces esta noche, CEO? ¿Me extrañas?"

Gala sonrió, aunque todavía sentía la presión del día en los hombros. Karime tenía un sentido del tiempo casi perfecto, siempre apareciendo cuando más necesitaba una distracción.

"Tal vez un poco. ¿Tú?"

La respuesta de Karime llegó casi al instante.

"Mucho. ¿Quieres que te lo demuestre?"

Gala miró el mensaje, su corazón acelerándose un poco. Sabía que estaba jugando con fuego, que dejar a Karime entrar en su vida podía complicar todo. Pero después de la confesión de Bárbara y el peso emocional de ese día, lo último que quería era otra conversación seria. Necesitaba algo diferente, algo que la hiciera olvidar por un momento las decisiones difíciles.

"Tal vez mañana", escribió finalmente, manteniendo el juego a distancia, pero sin cerrarle la puerta.

Karime respondió con un simple "Te tomo la palabra".

Gala dejó el teléfono a un lado y suspiró. Sabía que pronto tendría que tomar decisiones más importantes. Karime, con su actitud despreocupada y su atracción palpable, representaba una posible escapatoria, una forma de alejarse de la rutina controlada que había construido durante tanto tiempo. Pero también sabía que Bárbara tenía razón en una cosa: Karime podría ser un riesgo, una fuerza que la alejaba de sí misma.

Esa noche, Gala se durmió con demasiadas preguntas sin respuesta, sin saber que el juego con Karime estaba a punto de cambiar de nivel, y que las decisiones que había evitado tomar hasta ahora pronto serían inevitables.

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"CEO"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora