Capítulo 46: ¡Messi Habla, Morales Responde con Autoridad! ¡Esto es Anfield!

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"¡Liverpool en peligro! ¡Atención, se avecina el desastre!"

"¡Derbi de la ciudad: Salah y Firmino fuera por lesión!"

"¡El Barcelona tiene la oportunidad! ¡Es la ocasión para lograr una nueva remontada milagrosa!"

"¿Será Anfield capaz de resistir el feroz contraataque del Barcelona?"

"¡Vuelta de la Champions League! Liverpool lleva una ventaja considerable, pero el Barcelona aún tiene esperanzas."

"¡Salah y Firmino no jugarán contra el Barcelona!"

La noticia cayó como una bomba en los medios de comunicación. Las portadas y las emisiones en televisión no paraban de repetirlo: sin sus dos principales atacantes, las probabilidades de Liverpool se reducían considerablemente. Las voces más escépticas empezaban a llenar los titulares. Después de todo, no era la primera vez que el Barcelona había logrado lo imposible. El recuerdo de la remontada ante el Paris Saint-Germain estaba fresco en la mente de todos. Aquel 4-0 que se había vuelto 6-5 en el Camp Nou fue un suceso que muchos consideraban irrepetible, pero en el mundo del fútbol, lo increíble siempre estaba a un gol de distancia.

Aunque Neymar ya no estaba en el equipo, el aura de invencibilidad que rodeaba al Barcelona seguía intacta. A pesar de la ventaja que llevaba Liverpool, algunos pensaban que un solo error podría cambiar el curso del destino. El Camp Nou había sido escenario de milagros antes. ¿Por qué no Anfield?

Pero no todos compartían ese pesimismo. La fortaleza de Anfield, con su ambiente electrizante, su historia cargada de victorias épicas y su afición inquebrantable, era un bastión que ningún equipo había logrado asaltar. "Esto es Anfield", decían los locales, convencidos de que su casa, donde el fútbol se convertía en religión, sería el muro que detendría al gigante catalán.

...

El día tan esperado finalmente llegó.

La ciudad de Liverpool despertó con un aire de tensión palpable. Los aficionados del Barcelona, llegados desde todos los rincones de Europa, vestían con orgullo sus camisetas blaugranas y ondeaban sus banderas mientras desfilaban por las calles con cánticos de esperanza. Sabían que la tarea que les aguardaba era titánica, pero si algún equipo podía lograr lo imposible, era el suyo.

La rueda de prensa previa al partido fue el primer campo de batalla. Ernesto Valverde, acompañado de Messi y Suárez, apareció con la cabeza alta. Sus gestos, tranquilos pero decididos, transmitían un mensaje claro: el Barcelona aún tenía mucho que decir.

Valverde fue el primero en tomar el micrófono. "Lo admito," comenzó, "el resultado en el Camp Nou fue doloroso. Liverpool jugó mejor, pero eso no significa que hayamos perdido nuestras posibilidades. Barcelona nunca se rinde. Mientras el árbitro no pite el final, no daremos por terminado ningún partido." Valverde se inclinó hacia adelante, clavando su mirada en los periodistas. "Incluso aquí, en Anfield, seguimos siendo el Barcelona. Y nuestra historia nos respalda. No tengan duda, llegaremos a los cuartos de final."

Las palabras de Valverde fueron recogidas por decenas de grabadoras y cámaras. Los reporteros sabían que lo más interesante estaba por llegar. Los grandes titulares se escriben antes del pitido inicial, pero los juicios se dictan después del silbatazo final. El Barcelona estaba apostando fuerte, y los periodistas ya comenzaban a saborear la posible contradicción entre la confianza de Valverde y lo que sucediera en el campo.

El foco de atención, sin embargo, no tardó en dirigirse a Messi. Todos sabían que sus declaraciones serían las más buscadas, los titulares que llenarían las portadas al día siguiente. "Leo, ¿confías en poder darle vuelta al marcador?" preguntó un periodista de forma directa.

Messi, con su semblante serio, respondió sin titubear: "Sí, tengo mucha confianza. El Barcelona no teme a ningún rival. Lo que ocurrió en la ida fue un accidente. No estábamos en nuestro mejor nivel y Liverpool lo aprovechó. Pero ahora estamos aquí para vengarnos. Vamos a marcar los goles que necesitamos. No tengo dudas: llevaremos al equipo a los cuartos de final."

El tono de Messi no dejaba lugar a interpretaciones. Era una promesa, una advertencia, un desafío. Sus ojos, fríos como el acero, transmitían una resolución que dejaba claro que no había espacio para la derrota en su mente. Sin embargo, el periodista no había terminado. Con una sonrisa que rayaba en la provocación, lanzó la siguiente pregunta.

"Leo, ¿qué opinas de Morales? En el Camp Nou no lograste superarlo ni una sola vez. ¿Crees que hoy será diferente? ¿Podrás finalmente romper su defensa?"

El silencio se hizo presente. La pregunta, tan directa como cruel, golpeó a Messi en su orgullo. En el último partido, Morales había sido su sombra, anulándolo por completo. La tasa de éxito en sus intentos de driblar había sido del 0%, una estadística demoledora para alguien de su calibre. La mención del nombre de Morales hizo que la expresión de Messi se tensara.

"No estaba en mi mejor forma en ese partido. Tenía una molestia en el tobillo que me impidió jugar al 100%," respondió Messi, con la mandíbula apretada. "Hoy estoy completamente recuperado. Y le demostraré a todo el mundo quién es el verdadero mejor jugador."

Pero antes de que el ambiente pudiera relajarse, otro periodista avivó el fuego: "Después del último partido, algunos medios dijeron que Morales te dio una lección sobre cómo defender. ¿Qué opinas de eso?"

El rostro de Messi se tornó sombrío. Con los ojos inyectados de ira, golpeó la mesa con fuerza. "¡Eso es un disparate!" exclamó, su voz resonando en la sala. "Morales es solo un payaso inflado por los medios. Hoy se arrepentirá de haberme enfrentado. Le voy a pasar por encima como si no estuviera allí. ¡Verán mi venganza!"

...

Una hora después, fue el turno del Liverpool para enfrentarse a los medios. Klopp, siempre carismático, se presentó con Morales y Henderson a su lado. Aunque en el fondo sabía que el Barcelona era un rival peligroso, no pudo evitar sonreír ante las arrogantes declaraciones de Valverde y Messi.

"¿Reversar a Liverpool en Anfield?" dijo Klopp con una carcajada. "No me hagan reír. Este es nuestro hogar, nuestra fortaleza. Puede que Salah y Firmino no estén, pero aún somos el Liverpool. Tenemos a Morales, a Mane, a Chamberlain... y créanme, no será fácil para ellos."

Henderson, más tranquilo pero igual de seguro, añadió: "Les ganamos 5:1 en su propio estadio. ¿De verdad creen que pueden remontarnos aquí? En Anfield, no existen los milagros para ellos."

Finalmente, los micrófonos se dirigieron a Morales. Los periodistas querían saber su respuesta a las duras palabras de Messi. Morales sonrió levemente y, con una tranquilidad arrolladora, contestó: "El fútbol se juega en la cancha, no con palabras. Pero ya que Messi ha hablado, yo solo diré esto: *Nunca volverá a ganar una Champions en su vida*."

Las palabras de Morales causaron un impacto inmediato. La sala se quedó en silencio por un momento, mientras los periodistas procesaban lo que acababan de escuchar. Lo que Morales insinuaba era claro: su intención no era solo ganar este partido, sino asegurarse de que Messi no volviera a saborear el éxito en Europa mientras él estuviera en el camino.

...

El día del partido, la ciudad de Liverpool se convirtió en un hervidero de pasión y tensión. Los aficionados del Barcelona, aunque superados en número, intentaban hacerse sentir, mientras que los seguidores del Liverpool respondían con una energía abrumadora. Las calles vibraban al ritmo de los cánticos de "You'll Never Walk Alone", que resonaban por cada rincón.

Dentro de Anfield, la escena era aún más imponente. Las gradas llenas, los cánticos a todo volumen, y un gigantesco TIFO en el Kop, mostrando a un guerrero del Liverpool desgarrando a un demonio azulgrana en pedazos, con la frase: *"¡Esto es Anfield!"*.

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"El fútbol es como la vida: se gana con corazón, no solo con habilidad."*— Pelé

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El Arte de la Defensa:El Rey de los RobosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora