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Mirando a los jugadores del Barcelona celebrando, Morales, en el mediocampo, puso las manos en la cintura y miró impotente hacia el horizonte.
¡Maldita sea!
Nunca lo hubiera imaginado.
¡Karius se enfermaría en este momento!
Desde que llegó a Liverpool, siempre mantuvo un ojo en Karius. En su vida anterior, había visto muchas veces el "show" de manos de mantequilla de Karius. Sabía bien que el punto más débil de este equipo del Liverpool no era otro que su portero. Claro, los errores son parte del fútbol, pero Karius parecía especializarse en ellos.
Era famoso en la Premier League, compitiendo por el "doble premio" de manos de mantequilla junto a Bravo, el ex portero del Manchester City. Sus errores eran casi leyenda. Especialmente en la final de la Champions contra el Real Madrid... Morales recordó cómo Benzema, con su aura de "inteligencia reducida", aprovechó los errores de Karius para enviar el título a las vitrinas del Real Madrid.
Un esfuerzo de todo un año para Liverpool, arruinado en cuestión de segundos.
Morales había llegado a Liverpool decidido a evitar que algo así volviera a suceder. Pensó que con su llegada y la de Van Dijk, habían fortalecido tanto la defensa que los errores de Karius no serían tan evidentes. Pero ahora, en este partido crucial, el destino le enseñaba una dura lección.
¡No puede ser, maldita sea!
Mientras el Barcelona celebraba, la mente de Morales se agitaba con frustración. Su propio desempeño había sido casi impecable, luchando en cada rincón del campo, pero ¿cómo detener a un rival cuando tu propio portero es el enemigo invisible?
—¡Presionen a Karius!— gritó Valverde desde la banda, con una mueca astuta en su rostro. —¡Más disparos de larga distancia! ¡Aprovechen sus errores!—.
Alba corrió rápidamente hacia la banda, transmitiendo las órdenes. No había duda, el Barcelona se había dado cuenta. Karius estaba en un pésimo momento, y un equipo como el Barça no iba a dejar escapar esa oportunidad.
El fútbol es así. Cada error se paga caro, cada debilidad es una herida abierta que un equipo experto como el Barcelona atacará sin piedad.
Morales suspiró, intentando despejar su mente. Aún había esperanza, seguían arriba en el marcador. Pero con Karius en la portería, todo parecía cada vez más incierto.
El partido se reanudó, pero el ánimo de sus compañeros ya no era el mismo. Henderson, siempre el líder que evitaba las confrontaciones, intentó animar a Karius: —Tranquilo, sigue concentrado—, le dijo con una sonrisa forzada. Pero todos sabían lo que realmente estaba en juego.
El balón volvió a rodar. Morales recibió un pase preciso desde la defensa, pero inmediatamente fue rodeado por Paulinho y Rakitic. Paulinho, herido en su orgullo por haber sido superado antes, lo atacaba con más fuerza que nunca, intentando intimidarlo con su físico. Pero Morales, frío como el hielo, lo eludió con una rápida finta de cuerpo. Con un suave toque de balón lo dejó atrás, pero Rakitic ya se acercaba.
"¡Vamos, Morales, tú puedes con ellos!" gritaba su mente. Sabía que el tiempo corría en contra y no podía permitirse errores.
Con un elegante movimiento, levantó el balón por encima de la cabeza de Rakitic, y antes de que el croata pudiera reaccionar, ya lo había dejado atrás también. El estadio rugió con admiración. Morales avanzaba imparable, y desde la banda, Klopp gritaba órdenes frenéticamente. Pero entonces, lo vio.
Suárez, como un depredador al acecho, avanzaba hacia la portería. El balón llegó a sus pies tras una serie de precisos pases del Barcelona. Sin dudarlo, el uruguayo disparó con fuerza, pero Karius, movido más por el miedo que por la habilidad, logró interceptar el disparo.
¡Se le escapó!
El balón resbaló de sus manos como una barra de jabón, justo frente a Suárez, quien no desaprovechó la oportunidad. Un amague, un disparo suave, y el balón ya estaba en las redes.
3-6.
Morales se cubrió el rostro con ambas manos, frustrado. ¡Otra vez Karius!
El equipo estaba al borde del colapso, y ahora todo el esfuerzo de la temporada dependía de aguantar los embates de un Barcelona revitalizado. Mientras tanto, Klopp, en la banda, parecía al borde de un ataque de ira.
—¡Sáquenlo del campo!— rugió Klopp. Pero su asistente lo detuvo. —No podemos hacer eso, jefe. Nos quedaríamos sin opciones para la segunda mitad—. Klopp, furioso, lanzó una botella al suelo.
Morales cerró los ojos por un momento, tratando de encontrar la calma. Aún quedaban quince minutos en la primera mitad, y cada segundo se sentía como una eternidad.
Sabía que su única opción ahora era llevar el juego al otro extremo del campo. Dejar de confiar en la defensa, en Karius... ya no podían permitirse más errores. Tenían que marcar más goles.
El partido continuó, pero Morales ya no se arriesgaba a driblar a cada jugador que se le ponía en frente. Ahora, su plan era claro: mantener la posesión, mover el balón, buscar los espacios.
Mane recibió el balón por la banda izquierda, corrió hacia el centro del campo y vio a Solanke en una posición ideal. Le pasó el balón con precisión quirúrgica, pero, como si estuviera embrujado, Solanke envió el disparo directo a las gradas.
Morales no pudo evitar apretar los puños de frustración. "¿De verdad? ¡Otra vez!". No solo tenían a Karius cometiendo errores, ahora Solanke también parecía estar contra ellos. Era como si todo el equipo se desmoronara ante sus ojos.
Barcelona contraatacó con rapidez. Iniesta, elegante como siempre, envió un pase preciso a Messi. Morales gritó desesperado para alertar a sus compañeros, pero Messi ya había hecho su jugada maestra, y Suarez nuevamente estaba frente a Karius.
Los segundos se estiraron como una película en cámara lenta. Suárez hizo un amague, luego disparó con una precisión mortal. Karius se lanzó al suelo, pero ya era demasiado tarde.
¡Gol de Barcelona!
Morales sintió el peso del mundo sobre sus hombros. El marcador reflejaba una pesadilla: 4-6. Klopp, desesperado, miraba el reloj. La primera mitad aún no terminaba, pero para Liverpool, este partido se estaba convirtiendo en una pesadilla sin fin.
"No todo está perdido", pensó Morales, con el corazón acelerado. "No podemos rendirnos". Apretó los dientes y volvió a su posición, sabiendo que solo una actuación casi milagrosa los salvaría de una derrota segura.
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"En el fútbol, la vida y los sueños, siempre hay tiempo para una última jugada". —Diego Maradona.
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El Arte de la Defensa:El Rey de los Robos
Fanfic--- Renacido en el invierno de 2018. Fue despedido por el Barcelona justo cuando comenzaba a brillar, y tras negarse a aceptar los sobornos del capitán del equipo de fútbol masculino, fue completamente vetado por el equipo. Su carrera empezó con una...