"Sabía que el destino no había terminado con nosotros; en otra vida, volvimos a cruzar caminos, como si el universo nos hubiera estado esperando."El Museo del Fútbol Club Barcelona era más imponente de lo que Pedri había imaginado. Las vitrinas, los trofeos y las paredes adornadas con fotos de leyendas del fútbol lo hacían sentir pequeño. Suspiró y se ajustó la mochila. Estaba allí para pedir trabajo, un pequeño paso hacia algo que lo acercara al mundo del arte y la moda, aunque a simple vista ese no fuera el lugar ideal.
Al acercarse a la recepción, notó a un chico de cabello revuelto y ojos intensos que conversaba despreocupado con la recepcionista. Era alto, fuerte, con la seguridad de alguien que lo tenía todo bajo control. Pedri se dio cuenta de quién era al instante: Gavi, el jugador estrella del equipo. Lo había visto en televisión, en anuncios, y ahora lo tenía a solo unos pasos.
Decidido, Pedri esperó su turno, tratando de disimular los nervios. Cuando Gavi se dio cuenta de su presencia, lo miró de arriba abajo, y una sonrisa cargada de burla apareció en su rostro.
-¿Qué, vienes a pedir autógrafos? -preguntó Gavi, cruzando los brazos mientras lo evaluaba con desdén.
-No, vengo a preguntar por el trabajo en el museo -respondió Pedri, sintiendo el calor subirle al rostro.
-¿Trabajo en el museo? -Gavi rió con desdén-. No sabía que necesitaban alguien para limpiar vitrinas.
La recepcionista le lanzó una mirada a Gavi, claramente incómoda por su actitud, pero no dijo nada. Pedri, por su parte, intentó mantenerse firme.
-Me interesa el arte y el diseño -explicó, ignorando el comentario-. Estoy buscando algo que me acerque a eso.
-Arte, diseño... -repitió Gavi con una sonrisa incrédula-. Claro. Me imagino que Barcelona debe estar lleno de chicos como tú.
El tono burlón de Gavi era insoportable, pero Pedri no se dejó intimidar. Lo miró directamente a los ojos y, con una calma sorprendente, respondió:
-Todos tenemos algo que nos apasiona, ¿no? El mío es el diseño de modas.
La sonrisa de Gavi se ensanchó, casi divertidamente incrédulo.
-¿Modas? -repitió, alzando las cejas-. Ahora lo entiendo todo.
Pedri sintió una punzada de vergüenza, pero no iba a dejar que Gavi lo aplastara. Al fin y al cabo, él estaba allí por un motivo.
-¿Algo más? -dijo la recepcionista, con una sonrisa tensa mientras miraba a Gavi, invitándolo claramente a irse.
Gavi solo rió por lo bajo y le dio una palmada burlona en el hombro a Pedri antes de girarse y alejarse.
-Buena suerte, diseñador -dijo antes de desaparecer por el pasillo.
Pedri respiró hondo, sintiendo el peso de la tensión aflojarse cuando Gavi se fue. Era increíble que alguien que no conocía pudiera hacerlo sentir tan insignificante en cuestión de segundos. Pero no iba a rendirse. Después de todo, había venido a conseguir el trabajo, no a impresionar a un futbolista arrogante.
-Lo siento por eso -dijo la recepcionista, algo incómoda-. No todos son así aquí, te lo prometo. Aquí tienes los formularios para solicitar el puesto.
Pedri sonrió agradecido, tomando los papeles que le ofrecía. Aún podía sentir la incomodidad del encuentro con Gavi, pero intentó centrarse en lo que realmente importaba. Si conseguía este trabajo, podría ganar algo de experiencia y acercarse un poco más a su sueño de convertirse en diseñador de modas.
ESTÁS LEYENDO
En Esta Vida
RomanceEl Museo del Fútbol Club Barcelona siempre había sido un espacio de orgullo y reverencia. Para algunos, era el lugar donde la historia se encontraba con el presente, donde las leyendas del campo se transformaban en mitos inmortales. Pero para Pedri...