La noche continuaba avanzando, y aunque el bullicio de la fiesta seguía de fondo, para Pedri y Gavi, el mundo exterior parecía desvanecerse. Las notificaciones en el teléfono de Pedri no cesaban. Cada pocos minutos, aparecían nuevos mensajes y comentarios en la foto que Gavi había subido.
—Mira esto —dijo Pedri, sosteniendo el teléfono—. Ya están diciendo que tenemos algo.
—¡Por supuesto que lo dicen! —Gavi se encogió de hombros, claramente divertido—. ¿Qué esperabas? Esto es lo que pasa cuando sales con alguien tan guapo como yo.
—¿Tan seguro de ti mismo, Martín? —Pedri alzó una ceja, intentando sonar sarcástico, pero una sonrisa traicionó su tono.
—Alguien tiene que serlo, Pepi. —Gavi sonrió de esa manera despreocupada que le resultaba tan natural—. Además, no te hagas el desentendido. Sabes que te encanta el drama.
Pedri suspiró, medio en broma, medio en serio. En realidad, no estaba acostumbrado a ese tipo de atención. Siempre había preferido mantenerse bajo el radar, y ahora, de repente, su vida estaba siendo discutida en todas las redes sociales. Sin embargo, había algo en Gavi, algo en su energía caótica y su confianza, que lo hacía sentir que todo estaba bajo control. O al menos, que podía confiar en que las cosas no serían tan malas.
—¿Y qué pasa si esto se sale de control? —preguntó Pedri, mordiéndose el labio.
—¿Te preocupa? —Gavi lo miró fijamente por un momento, y luego sonrió—. Tranquilo, Pepi. Siempre he dicho que la gente habla, y luego se olvida. No tienes que preocuparte por lo que piensen.
—No sé… —Pedri bajó la mirada, jugueteando con su vaso. Pero antes de que pudiera pensar en una respuesta adecuada, Gavi se levantó y le dio una palmadita en el hombro.
—Tienes que relajarte un poco, Pepi. Ven a mi próximo partido. Eso te hará olvidarte de las tonterías de las redes.
Pedri alzó la mirada, sorprendido por la invitación.
—¿Quieres que vaya?
—Obvio. —Gavi sonrió de manera despreocupada—. Quiero verte ahí. Y después, podemos salir a celebrar. O lo que sea que prefieras.
—No sé si… —comenzó Pedri, sintiéndose de nuevo un poco abrumado por la atención. Ir al partido de Gavi lo pondría aún más en el centro de las miradas.
—No lo pienses tanto, Pepi. —Gavi le guiñó un ojo—. Solo ven. Te prometo que te lo pasarás bien.
Pedri se quedó en silencio por un momento, procesando la invitación. Había algo en Gavi que lo intrigaba, que lo hacía sentir más valiente de lo que solía ser. Tal vez tenía razón. Quizás necesitaba dejar de preocuparse tanto y simplemente dejarse llevar por la corriente.
—Está bien. —Finalmente, asintió con una pequeña sonrisa—. Iré.
—Así me gusta —dijo Gavi, dándole una palmadita en la espalda antes de volver a sentarse—. Prepárate para ser parte de algo grande, Pepi.
Pedri no estaba seguro de a qué se refería exactamente, pero una parte de él estaba emocionada por averiguarlo.
Los días pasaron rápidamente, y antes de que Pedri se diera cuenta, estaba frente al estadio del Barcelona, nervioso, con el corazón latiendo rápido. Había cumplido con su promesa y había venido a ver el partido de Gavi. El ambiente era increíble: la energía de los aficionados, los cánticos, el rugido de los tambores, todo lo envolvía en una atmósfera casi mágica. Pero más que el ambiente, lo que realmente le hacía sentir mariposas en el estómago era el hecho de que estaba allí por Gavi. Había algo en esa conexión entre ambos, en esos momentos que habían compartido, que lo tenía intranquilo.
Se acomodó en su asiento, tratando de relajarse, pero la vista del campo y de los jugadores calentando en la distancia no ayudaba. Su atención se fijó inmediatamente en Gavi, que estaba concentrado en sus ejercicios previos al partido, aunque de vez en cuando levantaba la cabeza y miraba hacia las gradas, como si lo estuviera buscando.
—Por Dios, no me está buscando a mí, ¿verdad? —susurró Pedri para sí mismo, intentando convencerse de que era solo su imaginación.
Justo en ese momento, el teléfono de Pedri vibró. Al sacar el móvil, vio una notificación de Instagram: era una foto de él mismo sentado en las gradas, con el hashtag "#GaviWatch". En Twitter, las menciones no se quedaban atrás. La gente ya lo había notado, y los rumores seguían creciendo.
—No puede ser... —murmuró, agobiado. Pero antes de que pudiera sumergirse en la ansiedad de la situación, una notificación directa apareció en su pantalla. Era un mensaje de Gavi.
—Martín: ¿Te veo ahí, Pepi? Qué rápido te encontraron. ;)
Pedri dejó escapar una risa nerviosa. Gavi lo había visto. Sentía una mezcla de vergüenza y emoción, y su respuesta fue más rápida de lo que esperaba.
—Pepi: ¿Qué puedo decir? No puedo evitar destacar.
La respuesta de Gavi llegó casi de inmediato:
—Martín: Claro que sí. Quédate después del partido, te voy a dar un tour VIP, por si te quedaste con ganas de más la primera vez.
Pedri no pudo evitar sonreír ante el descaro de Gavi, aunque el recuerdo de su primer encuentro, cuando Gavi lo había tratado tan mal, aún lo incomodaba. Ahora todo parecía haber cambiado; había un juego entre ellos, un coqueteo constante que, de alguna manera, lo mantenía al borde.
—Pepi: A ver si esta vez me tratas mejor.
—Martín: Depende de ti, Pepi. Si me animas bien desde las gradas, quizás te dé un trato especial.
Pedri sacudió la cabeza, sonriendo. Gavi tenía una facilidad para hacer que todo pareciera un reto o una broma, pero había algo en su forma de hablar que también resultaba irresistible. Justo en ese momento, el silbato inicial del partido sonó, y el ruido del estadio aumentó.
Pedri dejó el móvil a un lado y se concentró en el partido. Observó a Gavi moverse con destreza por el campo, sus jugadas rápidas y precisas destacaban entre los demás. El Barcelona estaba en su mejor forma, pero los ojos de Pedri solo seguían a un jugador: Gavi.
El partido fue intenso, y cada vez que Gavi se acercaba al área contraria, el corazón de Pedri latía más rápido. Cuando, finalmente, Gavi marcó un gol espectacular, todo el estadio se levantó en aplausos y gritos, y Pedri, sin poder evitarlo, también se unió a la celebración. Pero lo que realmente lo descolocó fue cuando, en medio de la euforia, Gavi le lanzó una mirada directa y una sonrisa desafiante, como si ese gol fuera solo para él.
El partido terminó con una victoria para el Barcelona, y los jugadores comenzaron a retirarse al vestuario. Pedri sintió su teléfono vibrar nuevamente.
—Martín: Te lo dije. Trato especial para los buenos animadores. Nos vemos en la salida, Pepi.
Pedri se levantó de su asiento, sintiendo la mirada curiosa de algunos aficionados que lo reconocían. Mientras caminaba hacia la salida, sentía una mezcla de emoción y nerviosismo. No estaba seguro de lo que le esperaba, pero una cosa era segura: cada vez que estaba cerca de Gavi, algo dentro de él cambiaba.
Cuando finalmente llegó a la zona de espera, Gavi salió del túnel, todavía con la camiseta empapada de sudor y el cabello desordenado, pero con esa sonrisa que parecía iluminar todo a su alrededor.
—¡Hey, Pepi! —Gavi lo saludó de manera casual, como si no hubiera miles de personas a su alrededor—. ¿Qué tal mi gol? Te vi gritar como un loco.
—¿Yo? —Pedri trató de disimular—. Ni que fuera tan fan tuyo.
—Vamos, Pepi, no mientas. —Gavi se acercó un poco más, inclinándose hacia él—. Me debes una por haberte dedicado ese gol.
Pedri se quedó sin palabras por un momento, sintiendo cómo su corazón se aceleraba con la cercanía de Gavi. El mundo alrededor de ellos parecía desvanecerse.
—¿Y cómo se supone que te pague? —logró decir finalmente, intentando sonar despreocupado.
Gavi sonrió, como si ya tuviera la respuesta preparada.
—Ven conmigo, Pepi. Vamos a ver qué más podemos descubrir juntos.
Holaaa nuevo capítulo, espero les guste.
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En Esta Vida
RomanceEl Museo del Fútbol Club Barcelona siempre había sido un espacio de orgullo y reverencia. Para algunos, era el lugar donde la historia se encontraba con el presente, donde las leyendas del campo se transformaban en mitos inmortales. Pero para Pedri...