A medida que avanzaba la mañana, Pedri intentaba concentrarse en su trabajo, pero las palabras de Gavi resonaban en su cabeza. El tono burlón, la forma en que lo llamaba "Pedri" con esa sonrisa que parecía esconder más de lo que mostraba... todo lo que había pasado entre ellos lo dejaba intrigado.
Cuando llegó la hora del almuerzo, decidió aprovechar el descanso para despejarse un poco. Salió del museo y se dirigió a un pequeño jardín cercano, buscando algo de tranquilidad. Se sentó en un banco, mirando su móvil. Pensaba en lo extraño que era todo aquello. No había conocido a nadie como Gavi, alguien que podía ser tan arrogante pero al mismo tiempo... había algo en él que lo mantenía interesado, como si quisiera entender qué había detrás de esa actitud tan desafiante.
Mientras comía en silencio, su móvil vibró. Al principio, pensó que sería algún mensaje sin importancia, pero cuando lo sacó, vio el nombre que menos esperaba.
Gavi.
Pedri frunció el ceño, sin poder evitar sentirse nervioso. ¿Por qué le estaba escribiendo?
Abrió el mensaje.
-Te vi salir del museo. ¿No tienes nada mejor que hacer que almorzar solo? -decía el mensaje.
Pedri suspiró, sorprendido de que Gavi se hubiera dado cuenta de su salida.
-Me gusta la tranquilidad, Martín -respondió con calma, usando ese segundo nombre que tanto había disfrutado decir la primera vez. Al parecer, Gavi también lo había aceptado de alguna manera.
La respuesta de Gavi llegó casi al instante.
-¿Tranquilidad? Vaya, Pedri. Eres más aburrido de lo que pensaba. Y encima insistes con el "Martín". Eres un caso.
Pedri sonrió levemente mientras leía la respuesta.
-Quizá sea aburrido para ti, pero no para mí. Y claro, si el nombre te sienta bien, ¿por qué no seguir? -contestó, sin esperar realmente una reacción diferente de Gavi.
-Tienes agallas, no te lo niego. ¿Sabes qué? Te invito a salir de ahí. No puedes pasarte el día sentado en un parque como un viejo aburrido -le escribió Gavi, seguido de un emoji burlón.
Pedri se quedó mirando la pantalla un momento, considerando si aceptar o no. La parte más lógica de su mente le decía que debería mantener cierta distancia. Gavi no era del tipo de persona con la que debía involucrarse demasiado. Pero había algo en esa constante provocación, en ese juego entre ambos, que lo hacía difícil de ignorar.
-¿Y a dónde sugieres que vaya? -escribió finalmente, cediendo a la curiosidad.
La respuesta de Gavi tardó un poco más en llegar esta vez, como si estuviera pensando en su siguiente movimiento.
-Vente al estadio. Fermín y Ansu también están. Veremos qué tan aburrido eres realmente cuando estés con nosotros.
Pedri sintió una ligera tensión en el estómago. Sabía que Fermín y Ansu no eran exactamente los más amables, pero no quería mostrar debilidad. Si quería sobrevivir en el mundo de Gavi, tendría que aprender a lidiar con ellos también.
-Está bien. Voy en un rato -respondió, tomando una decisión rápida antes de que pudiera cambiar de opinión.
Se levantó del banco, guardó el móvil y empezó a caminar de regreso hacia el estadio. Mientras lo hacía, no podía evitar pensar en lo extraña que se estaba volviendo su vida. Apenas había empezado a trabajar en el museo, y ya estaba siendo arrastrado hacia un mundo completamente diferente. Un mundo donde la arrogancia, el orgullo y la diversión desenfrenada parecían ser la norma.
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En Esta Vida
RomansaEl Museo del Fútbol Club Barcelona siempre había sido un espacio de orgullo y reverencia. Para algunos, era el lugar donde la historia se encontraba con el presente, donde las leyendas del campo se transformaban en mitos inmortales. Pero para Pedri...