Pedri siguió organizando los papeles del mostrador, tratando de sacudirse la incomodidad que le habían dejado Fermín y Ansu. Pero sentía la presencia de Gavi junto a él, quien no parecía tener intención de marcharse tan pronto. Después de unos segundos de silencio, Gavi se apoyó en el borde del mostrador, observándolo.—¿Ya estás molesto? —preguntó Gavi, con esa sonrisa que parecía querer desarmarlo.
—No estoy molesto, Martín —respondió Pedri, sin mirarlo, mientras apilaba unos folletos sobre la historia del club.
Gavi frunció el ceño, sorprendido. Nadie lo llamaba por su segundo nombre, y menos alguien a quien apenas conocía. Se quedó en silencio por un momento, asimilando el hecho.
—¿Martín? —repitió finalmente, divertido—. ¿De dónde salió eso?
Pedri levantó la mirada, con un pequeño gesto desafiante.
—Es tu segundo nombre, ¿no? —respondió, alzando una ceja—. Y "Gavi" suena más como un apodo que como un nombre de verdad.
Gavi lo observó, entre divertido y desconcertado. Estaba acostumbrado a ser llamado "Gavi" por todo el mundo. Había construido su imagen bajo ese nombre, y la idea de que alguien lo llamara por su nombre completo, mucho menos "Martín", lo hacía sentirse extrañamente vulnerable.
—Vaya, eres sorprendente —dijo finalmente, inclinándose un poco más sobre el mostrador—. Nadie me llama así.
Pedri se encogió de hombros, continuando con su tarea.
—Bueno, yo lo haré. Martín suena mejor. Menos arrogante —respondió, con un toque de ironía en su voz.
Gavi soltó una pequeña carcajada, claramente entretenido por la respuesta de Pedri.
—¿Menos arrogante, eh? —repitió, acercándose más al mostrador, dejando su rostro a pocos centímetros de Pedri—. A veces me pregunto si de verdad no me soportas, o si es solo una pose tuya.
Pedri sintió el peso de la mirada de Gavi, pero no dejó que lo intimidara. En lugar de retroceder, mantuvo su postura.
—Yo no hago poses, Martín. No necesito hacerlo —respondió, sin apartar la mirada.
Por un instante, Gavi pareció estudiarlo, intentando averiguar si Pedri estaba bromeando o si realmente estaba dispuesto a desafiarlo. Había algo en el chico que le llamaba la atención, esa mezcla de timidez y desafío que no encontraba en los demás. Era diferente, y eso lo intrigaba.
—Tienes más carácter del que aparentas, Pedri —dijo Gavi, finalmente enderezándose y guardando las manos en los bolsillos—. Me gusta.
—No estoy aquí para que te guste o no —respondió Pedri, tratando de sonar casual, aunque el comentario de Gavi lo había descolocado un poco.
Gavi soltó otra risa suave, disfrutando del pequeño juego que se había formado entre ellos.
—Ya veremos, Martín —añadió Pedri, con una pequeña sonrisa de autosuficiencia.
Gavi lo miró con una mezcla de incredulidad y diversión. Pedri había tomado la delantera en esa pequeña interacción, y Gavi no estaba acostumbrado a que alguien lo llamara así ni a que lo desafiara de esa forma.
—Muy bien, Pedri —respondió finalmente Gavi, con una sonrisa juguetona—. Ya que te gusta tanto llamarme Martín, te dejaré hacerlo... por ahora.
—No es que necesite tu permiso —replicó Pedri, sintiendo una extraña satisfacción por cómo se desarrollaba la conversación.
Gavi soltó una pequeña carcajada y dio un paso hacia atrás.
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En Esta Vida
Roman d'amourEl Museo del Fútbol Club Barcelona siempre había sido un espacio de orgullo y reverencia. Para algunos, era el lugar donde la historia se encontraba con el presente, donde las leyendas del campo se transformaban en mitos inmortales. Pero para Pedri...