Pedri cerró los ojos un momento, intentando calmar la sensación de nervios que aún le quedaba tras ver todo el revuelo en las redes sociales. No estaba acostumbrado a esa atención, y mucho menos a que lo vincularan de esa manera con alguien como Gavi, aunque fuera solo un rumor.
El teléfono vibró nuevamente en su mano. Era otro mensaje de Gavi.
-Mañana entrenamos temprano, pero... ¿quieres venir a verme?
Pedri leyó el mensaje un par de veces antes de responder. ¿Verlo entrenar? Ya había estado en el partido esa noche, y aunque había sido interesante, no estaba seguro de querer estar más cerca de ese mundo, sobre todo ahora que los rumores comenzaban a circular.
-¿Verte entrenar? -escribió finalmente-. No sé si es una buena idea.
Gavi respondió casi al instante.
-¿Por qué no? Así podemos darles más material a esos que hablan de nosotros.
Pedri bufó, un poco divertido, pero aún dudaba.
-No sé, Martín, esto ya es un poco raro.
Gavi tardó un poco más en responder esta vez. Cuando lo hizo, el tono parecía más serio.
-Solo bromeaba. Si no quieres venir, no pasa nada. Solo pensé que podría ser divertido que vieras un entrenamiento de verdad, no solo un partido. Además... me gusta que estés ahí.
Pedri se quedó mirando el mensaje durante unos segundos, sin saber qué responder. Sabía que detrás de la arrogancia y las bromas de Gavi había algo más. Tal vez una forma de intentar acercarse, de mostrar que, a pesar de todo, quería que Pedri estuviera cerca. Y eso lo hacía dudar aún más.
Finalmente, escribió:
-Está bien. Voy.
Gavi no tardó en responder con un pulgar hacia arriba y un mensaje final:
-Nos vemos mañana entonces, diseñador. No te retrases.
Pedri apagó el teléfono y se quedó en silencio por un momento, sintiendo cómo el día se había transformado de manera inesperada. No solo por el partido o la salida con Gavi y sus amigos, sino por todo lo que había surgido a raíz de eso. Las fotos, los rumores, y ahora, la invitación para verlo entrenar.
Al día siguiente, Pedri se encontró caminando hacia el campo de entrenamiento del Barcelona, una sensación de incomodidad mezclada con curiosidad lo acompañaba. No sabía si estaba haciendo lo correcto, pero algo lo empujaba a seguir adelante. Tal vez era la idea de descubrir más sobre Gavi, o tal vez era esa extraña conexión que empezaba a formarse entre ambos.
Cuando llegó al campo, el ambiente era distinto al del estadio. Menos bullicioso, pero igual de impresionante. Desde la entrada, podía ver a los jugadores entrenando bajo la atenta mirada del cuerpo técnico. Gavi no tardó en verlo, y con una sonrisa descarada, se acercó.
-Sabía que vendrías, Pedri. No puedes resistirte a un buen espectáculo.
Pedri rodó los ojos.
-No estoy aquí por el espectáculo. Solo quiero ver si eres tan bueno como dicen.
Gavi se rió y le dio un suave empujón en el hombro.
-No te preocupes, no te decepcionaré. Pero cuida esas fotos, diseñador. Quién sabe qué dirán después de esto.
Pedri suspiró, ya acostumbrándose a las bromas de Gavi.
-Lo que sea, Martín. Solo no me hagas arrepentirme de haber venido.
Gavi se alejó para unirse al resto de los jugadores, pero no sin antes lanzarle una última mirada. Pedri, por su parte, se quedó en el borde del campo, observando cómo comenzaba el entrenamiento. Aunque no quería admitirlo, había algo fascinante en ver a Gavi en su elemento. En el campo, se transformaba, moviéndose con una seguridad y un poder que pocas veces mostraba fuera de él.
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En Esta Vida
RomanceEl Museo del Fútbol Club Barcelona siempre había sido un espacio de orgullo y reverencia. Para algunos, era el lugar donde la historia se encontraba con el presente, donde las leyendas del campo se transformaban en mitos inmortales. Pero para Pedri...