Pedri se quedó un momento más mirando la pantalla de su móvil, incapaz de procesar lo que estaba pasando. El rumor de su supuesta relación con Gavi había escalado de una manera que no podía controlar. Ahora no solo eran fotos y suposiciones.
Soltó un suspiro pesado, sabiendo que necesitaba respuestas, pero no estaba seguro de cómo conseguirlas sin empeorar las cosas. No podía simplemente llamar a Gavi y preguntarle qué había pasado, no después de cómo lo había tratado. Sin embargo, una parte de él no podía quedarse quieto, dejar que todo se desmoronara sin intentar entender la verdadera razón detrás de la explosión de Gavi.
Finalmente, se levantó del sofá, tomó su chaqueta y decidió que tenía que ir a verlo. Quizás Gavi seguiría enojado, pero Pedri sentía que necesitaba saber qué estaba pasando. Algo dentro de él le decía que había algo más detrás de todo ese enojo.
Cuando llegó al departamento de Gavi, golpeó la puerta varias veces, esperando que no lo ignorara.
-Martín, soy yo, Pepi. Abre, por favor -llamó, sintiendo su corazón acelerarse mientras esperaba.
Después de unos segundos, la puerta se abrió bruscamente y Gavi apareció en el umbral. Su rostro estaba marcado por una mezcla de irritación y cansancio. No parecía haber dormido bien, y su expresión no mejoró al ver a Pedri parado frente a él.
-¿Qué haces aquí? No te dije que no te quería ver aquí, es que no tienes dignidad -preguntó con voz tensa.
Pedri tragó saliva, intentando mantener la calma.
-Quiero saber qué pasa. No entiendo por qué me trataste así antes, Martín. Si hice algo mal, dímelo, pero no puedo seguir sin entender qué te pasa.
Gavi frunció el ceño al escucharlo llamarlo por su segundo nombre. Durante unos segundos, pareció querer responder con más gritos, pero algo en la voz de Pedri lo hizo detenerse.
-No tienes nada que entender, Pedri -respondió finalmente, con una mueca-. Te lo dije antes, no somos nada. No te ilusiones. No quiero que estés aquí.
Pedri dio un paso más cerca, negando con la cabeza.
-No te creo, Gavi. Me estás mintiendo. No es normal que un día estés bien conmigo y al siguiente me trates como si fuera lo peor. Sé que no somos nada, pero... me importa. Y sé que, en el fondo, a ti también te importa.
Gavi desvió la mirada, incómodo con las palabras de Pedri. Se cruzó de brazos, como si estuviera construyendo una barrera invisible entre ambos.
-Lo mejor es que te alejes, Pedri. No soy bueno para ti, y tú no necesitas meterte en esto.
Pedri dio otro paso, quedando casi frente a él.
-Si hay algo que me estás ocultando, si hay algo más que no me estás diciendo... solo dilo. Pero no me empujes lejos sin razón. No después de lo que pasó entre nosotros.
Gavi lo miró fijamente, con sus ojos oscuros cargados de emociones que intentaba ocultar. Durante unos segundos, parecía que iba a decir algo, algo importante, pero en lugar de eso, apretó los labios y dio un paso atrás.
-No lo entiendes, Pedri. Simplemente, vete. No puedo decirte más -respondió con voz apagada, antes de cerrar la puerta de golpe en su cara.
Pedri se quedó frente a la puerta, con la sensación de que Gavi estaba luchando con algo mucho más grande de lo que dejaba ver.
Pedri no durmió bien esa noche. Los pensamientos sobre su discusión con Gavi lo mantenían despierto, dándole vueltas una y otra vez. Intentaba entender qué podía estar escondiendo Gavi, pero no llegaba a ninguna conclusión clara. ¿Por qué lo había empujado tan lejos? ¿Por qué esa frialdad repentina, cuando todo parecía ir bien?
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En Esta Vida
Roman d'amourEl Museo del Fútbol Club Barcelona siempre había sido un espacio de orgullo y reverencia. Para algunos, era el lugar donde la historia se encontraba con el presente, donde las leyendas del campo se transformaban en mitos inmortales. Pero para Pedri...