CAPITULO 21

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Entro en la empresa Corberó con la cabeza en alto. No es la primera vez que estoy aquí, pero sí la primera vez que no me cuelo. Llego con cinco minutos de antelación, el tiempo suficiente para ir a su oficina, así que camino hacia recepción y me atiende una chica joven.

—Buenos días, ¿en qué puedo ayudarla?

—Buenos días, tengo cita con el señor Corberó —indico—Úrsula de la Vega.

—Por supuesto —me pasa un identificador —Vaya al ascensor y escanee el identificador.

¿Qué? Esto es muy moderno. Pero recuerdo que antes se accedía con un código.

—Gracias.

Hago exactamente lo que me indicó y espero a que llegue a su planta. No estoy nerviosa; no debería estarlo, pero no sé... Quizás enfrentarme a él después de lo que ha pasado entre nosotros es algo completamente nuevo.

Al llegar, salgo del ascensor con la cabeza en alto y me acerco a su secretaria, que ya me está esperando con una sonrisa.

—¿De la Vega?

—Sí.

—Acompáñeme, el señor Corberó llegará en un minuto —señala mientras la sigo hacia una sala de juntas —¿Quiere tomar algo?

—Agua.

—Por supuesto.

Saca una botella pequeña del armario y me la pasa. Se lo agradezco y casi me río cuando me deja sola. El agua tiene el logotipo de la empresa. Tomo asiento, dejo el maletín sobre la mesa y abro la botella que me ofreció.

Miro el reloj, solo queda un minuto. Estoy sola. No sé dónde está el indeseable ni Mario. Pero mi suerte acaba cuando hace acto de presencia Gael, en todo su esplendor. Menos mal que bebí agua, porque si no, la habría escupido.

Va guapísimo y me da rabia reconocerlo. Lleva el traje, la camisa y la corbata de color negro, y nunca he visto que ese color siente tan bien. Deja el Mac sobre la mesa y ni siquiera me mira ni me saluda. Encima, va de borde. Lo observo mientras se quita la chaqueta del traje; la camisa solo hace que se le acentúen más sus músculos. Casi suspiro.

<<La nueva Úrsula no suspira y menos por él>>, me recuerda mi subconsciente.

—¿Qué miras? —pregunta, borde.

—¿No te puedo mirar? —Para chula, yo.

—¿Quieres un pañuelo?

—Por favor, Gael —me río—No eres irresistible. Es más, me pareces patético después de ver cómo tu padre te quita el poder en segundos.

—¿Qué has dicho? —me fulmina con la mirada.

—Digo que eres solo el hijo rico sin poder. ¿Y sabes qué me parece eso? —me inclino hacia él—Antimorbo y patético.

—Mira...

—Siento llegar tarde —entra Mario con prisas y deja sus cosas sobre la mesa—Empecemos.

—Claro —sonrío.

—Ambas propuestas son muy buenas —señala Mario—De verdad, por eso hemos pensado en unificarlas.

—Vale —Eso puedo hacerlo.

—¿Qué tiene en mente? —gruñe el capullo de mi vecino.

—Quiero que me entreguéis una propuesta final con ambas ideas.

—No —saltamos los dos al mismo tiempo, mirándonos.

—Voy a dejar las cosas claras —matiza Mario—Entiendo que ahora os odiéis, que no queráis ni veros ni nada de esas cosas. Pero mientras trabajéis conmigo, dejaréis vuestra vida personal aparte. Sois profesionales, así que ese es el nivel mínimo que exijo —se pone en pie—No estamos en el instituto. Me da igual por qué lo habéis dejado, sois mayorcitos y quiero respeto y compromiso por vuestra parte.

Todos los te quiero que odié decir. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora