Me centro en la presentación que tengo que entregar mañana. No volví a la oficina porque no me veía con fuerzas. Estoy tan decepcionada conmigo misma por haber bajado los muros que tanto me costó construir, que no quería que nadie más se diera cuenta.En la soledad de casa, con mi gatita como única compañía, doy todo en la propuesta porque es mía, y al menos quiero que todo lo que he hecho se compense con mi libertad definitiva. Cierro una etapa que no debería ni haber abierto.
¿Qué hago yo con él?
¿Por qué le permití tanto?
Se metió bajo mi piel que incluso, si cierro los ojos, es como si él estuviera aquí, y no puede ser. ¿Cuándo se me olvidó que le odiaba para sentir esta absurda y desconocida presión en el pecho? Toda la frustración que siento la vuelco en la presentación, que, si no fuera porque estoy decepcionada, me haría feliz. Al terminarla, se la envío a papá para que la revise y me levanto para llenarme una copa de vino. Lo necesito.
Dejo de respirar cuando le escucho. Me acerco hacia la pared para saber con quién está hablando. Escucho la voz de una mujer y me muerdo el labio inferior para no gritar lo capullo que es.
¿Cómo puede ser tan imbécil como para traerse a una mujer a casa cuando vivo al lado?
<<La imbécil eres tú; él siempre lo fue>>
Cuento hasta mil y vuelvo al sofá para tranquilizarme. No me lo creo. Pensé que quizás, no sé... quizá él también había sentido algo. Dijo que me besaría, ¿no?
Hombres... Nunca debí confiar en uno y menos en el mismísimo demonio. Mi móvil vibra, y es papá. Lo cojo al segundo porque sé que se trata de la propuesta. Abro el Mac de nuevo, por si quiere que modifique algo.
—Hija —dice nada más descolgar—buen trabajo.
—¿Te gustó? —sonrío— ¿Quieres que cambie algo?
—No, no —niega—es inmejorable. Estoy orgulloso de ti.
—Gracias, papá —me emociono, y mis ojos se llenan de lágrimas porque estoy sensible.
—¿Estás bien?
—Sí —pero comienzo a llorar por todo —Estoy bien.
—¿Estás llorando?
—No... sí —pero no puedo parar de llorar, como si tuviera cinco años—Lo siento.
—¿Qué pasa? —noto preocupación en su voz —¿Alguien te molestó?
—No, es que por fin siento que me ves como una persona capaz en...
—Hija, eres la heredera de la empresa —sentencia—Sé cuáles son tus capacidades y jamás las he puesto en duda —Le noto tenso; no le gusta hablar de sentimientos. —No quiero que dudes nunca de eso.
—Pero tú siempre has...
—No por eso, Úrsula —me corta—Es porque quiero que te cases con un hombre de bien, y Cayetano pensé que lo sería.
—No lo es.
—Lo sé, ya me ocupé de eso.
—¿Qué hiciste?
—Lo eché.
—¿Qué? —grito.
—No voy a permitir que nadie te ponga la mano encima —noto indignación en su voz—Quiero conocer a ese hombre.
—Papá, yo...
—Es tarde, mañana nos vemos —me corta porque sabe que le pondré una excusa—Descansa, hija.
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Todos los te quiero que odié decir.
RomanceÚrsula De la Vega es una mujer fuerte, audaz y competitiva, acostumbrada a enfrentar el mundo con una seguridad inquebrantable. Pero el peso de sus decisiones la persiguen, llevándola a un punto donde el miedo a fracasar no es una opción. Todo camb...