15- Volviendo a comenzar.

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El frío invierno había llegado a la ciudad con fuerza, y la nieve caía lentamente, cubriendo todo a su paso con una suave manta blanca. Haein miraba por la ventana de su apartamento, sintiéndose inquieta y sola. Había pasado varios días sin saber nada de Yeonjun, y la ausencia de su presencia la había dejado con un vacío en el corazón. Había intentado llamarlo, pero sus intentos fueron en vano. Decidida a hacer algo al respecto, recordó una conversación que había tenido con un amigo en común. Con un poco de esfuerzo, logró conseguir la dirección de los padres de Yeonjun.

A pesar del frío, Haein se abrigó bien antes de salir. Optó por un abrigo largo de lana gris que le llegaba a las rodillas, combinado con una bufanda blanca que envolvía su cuello. Sus guantes de piel marrón complementaban su atuendo, y sus botas negras, forradas de peluche, eran perfectas para caminar sobre la nieve. Mientras cerraba la puerta detrás de ella, una mezcla de nerviosismo y esperanza la acompañó en su camino hacia la casa de Yeonjun.

El recorrido la llevó a un vecindario tranquilo, donde las casas estaban adornadas con luces navideñas y la atmósfera festiva era palpable. Haein sintió que cada paso era un pequeño avance hacia lo que deseaba; una conexión renovada con Yeonjun. Al llegar a la casa de sus padres, notó el jardín bien cuidado, ahora cubierto de una ligera capa de nieve que brillaba a la luz del sol invernal.

Con un suspiro profundo, se acercó a la puerta y tocó el timbre. Unos momentos después, la puerta se abrió y la madre de Yeonjun apareció, con una cálida sonrisa que iluminaba su rostro. La Sra. Choi vestía un suéter de lana color crema y unos pantalones oscuros, su cabello castaño recogido en un moño desordenado que mostraba su estilo relajado pero elegante.

—Haein, qué sorpresa verte aquí —dijo la Sra. Choi, abriendo la puerta más ampliamente—. ¡Pasa, pasa! Estaba a punto de preparar algo de té.

Haein sonrió al ver la calidez en la expresión de la madre de Yeonjun, lo que le hizo sentir un poco más cómoda.

—Gracias, Sra. Choi. Traje un pequeño obsequio para ustedes —respondió Haein, levantando una caja decorada que contenía galletas caseras que había preparado la noche anterior.

—¡Qué detallista! —exclamó la Sra. Choi, sonriendo con gratitud—. Estoy segura de que a Yeonjun le encantarán.

Mientras entraba, Haein se sintió envuelta por el calor del hogar. La sala de estar estaba decorada con un árbol de Navidad adornado, y la chimenea encendida proporcionaba una luz suave y acogedora. El olor a madera quemándose llenaba el aire, junto con el aroma del té que se estaba preparando en la cocina.

—¿Está Yeonjun en casa? —preguntó Haein, su corazón latiendo un poco más rápido.

—Sí, está en su habitación. Déjame llevarte —dijo la Sra. Choi, guiándola por el pasillo. Haein notó que las paredes estaban adornadas con fotografías familiares que mostraban a Yeonjun en diferentes etapas de su vida, desde su infancia hasta su juventud.

La madre de Yeonjun abrió la puerta de su habitación y, al entrar, Haein vio a Yeonjun sentado en la cama, vestido con un cómodo conjunto de chándal negro y una camiseta de manga larga. Su cabello estaba desordenado, como si acabara de despertarse de un breve descanso. Al verlo, Haein sintió una oleada de alivio y alegría.

—Haein —dijo Yeonjun, sonriendo al verla—. No esperaba verte aquí.

—Quería verte —respondió ella, sintiéndose un poco nerviosa—. He estado preocupada por ti.

La Sra. Choi se despidió amablemente, dejando a Haein y Yeonjun a solas. Haein tomó un momento para observarlo. Yeonjun tenía un aire relajado, pero sus ojos mostraban una mezcla de cansancio y emoción. Haein, a su vez, sintió que su propia ansiedad se desvanecía al estar en su presencia.

Between wounds and needles - Choi Yeonjun.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora