~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~La tarde había sido más de lo que había imaginado. Desde que Emma me había invitado a salir, había un aire de frescura entre nosotros que me hacía sentir... diferente. Normalmente, me sentía en control de todas las situaciones, pero al estar con ella, había una mezcla de emociones que me desconcertaba. Era algo nuevo y emocionante.
Mientras caminábamos por la plaza, vi cómo su risa iluminaba su rostro. Había algo en su sonrisa que me hacía olvidar el mundo que nos rodeaba. No podía creer que la misma chica que había llegado a nuestro instituto, causando tanto revuelo, estuviera ahí, al lado mío, tan cómoda y despreocupada.
—¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre? —le pregunté, tratando de sacar más de ella.
Emma empezó a hablar sobre sus pasiones: la música, el deporte, y cómo había empezado a jugar al hockey. Me di cuenta de que me gustaba escucharla. Su energía era contagiosa, y aunque al principio me había costado aceptar su presencia, ahora me preguntaba cómo había estado tan cómodo en mi burbuja antes de conocerla.
—La verdad es que disfruto mucho salir a correr. Me ayuda a despejar la mente, ¿sabes? —dijo ella, mirando al horizonte.
—No soy muy fanático de correr, pero si se trata de jugar al fútbol, ahí me tenés.
Emma rió, y el sonido resonó en mí como una melodía. No había duda de que había algo especial en ella. Pero, por otro lado, sentía que había una parte de mí que se resistía. La chispa entre nosotros era innegable, pero había una parte de mi mente que se preguntaba: ¿estaba listo para abrirme a alguien?
Mientras nos sentábamos en un banco del parque, la noche comenzó a caer, y las luces se encendieron, creando un ambiente cálido y acogedor. Fue en ese momento cuando Emma se volvió hacia mí con una mirada que parecía querer decir algo más.
—Gracias por venir hoy, Iván. Significa mucho para mí —dijo con una sinceridad que me sorprendió.
—No hay de qué, en serio —respondí, sintiéndome algo torpe. Había una sensación de vulnerabilidad en el aire, y no estaba acostumbrado a eso. Era raro para mí, pero a la vez, sentía que lo necesitaba.
Mientras hablábamos, no podía evitar recordar lo que había pasado en la última semana. El incidente con Sofía seguía en mi mente. No quería que Emma pasara por algo así de nuevo.
Ella merecía disfrutar de su tiempo en el instituto sin tener que preocuparse por comentarios malintencionados o peleas. Y por dentro, me molestaba pensar que, de alguna manera, estaba involucrado en todo ese drama.
—¿Cómo te sientes ahora en el instituto? —le pregunté, tratando de sondear sus pensamientos.
—Creo que estoy empezando a sentirme más en casa. Gracias a vos y a Rodrigo, me siento más segura —respondió, su voz llena de gratitud.
Un nudo se formó en mi garganta. A veces, me sentía incapaz de manejar la situación que tenía entre manos. ¿Era capaz de protegerla de lo que pudiera venir? Pero al mismo tiempo, no quería parecer demasiado protector; no quería asustarla.
—Siempre estaré aquí si necesitás hablar de cualquier cosa —le dije, intentando sonar más seguro de lo que me sentía.
Emma sonrió, y por un instante, me olvidé de mis dudas. Era como si estuviéramos en nuestro propio mundo, aislados de todo lo demás. Pero en el fondo, sabía que esa calma no duraría. Sofía seguiría siendo un problema, y ya había comenzado a planear su próxima jugada.
Cuando el cielo se oscureció, decidimos volver a casa. Mientras caminábamos juntos, sentí que cada paso que daba junto a Emma me acercaba un poco más a ella. Pero aún había una barrera, una distancia que no estaba seguro de cómo cruzar. Al llegar a la esquina de su casa, me volví hacia ella.
—Esto fue genial, Emma. Deberíamos hacerlo de nuevo —dije, tratando de mantener la voz relajada.
—Sí, claro, me encantaría. —Su mirada brilló con emoción, y por un momento, desearía que ese momento no terminara.
Cuando se despidió, noté cómo su rostro se iluminaba, y sentí que un peso se aligeraba en mi pecho. Pero en cuanto se dio la vuelta y se alejó, mi mente empezó a trabajar de nuevo.
La idea de que Sofía estuviera al acecho, lista para hacer daño, me molestaba. No quería que Emma se sintiera insegura o herida. Sabía que tenía que hacer algo al respecto, y pronto.
Esa noche, mientras me preparaba para dormir, me di cuenta de que había algo que necesitaba cambiar. Tenía que proteger a Emma, y aunque eso significara confrontar mis propios sentimientos y miedos, estaba dispuesto a hacerlo.
Porque al final del día, no solo se trataba de ser el chico popular del instituto; se trataba de ser el amigo que ella necesitaba.
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Las promesas se cumplen
Maratón 1/3
Les está gustando? Miren que si no la borro deah
Creo que me salió bien el pov de ivan
Sigo?
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La chica nueva ; Spreen
FanfictionIván Buhajeruk es el chico mas popular del Instituto: Frio, distante y siempre en control. Cuando llega Emma, una chica sociable que se hace amiga de su compañero inseparable Rodrigo, Iván la ve como una molestia. Pero a medida que pasa el tiempo em...