06 - Volviendo a las barreras

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La mañana del sábado se filtraba por las ventanas de la casa de Rodrigo, iluminando el living donde los tres habían pasado la noche. Barry, fiel a su naturaleza, ya estaba despierto y rondando a su alrededor, exigiendo atención. Emma se desperezó lentamente, notando cómo sus músculos estaban algo adoloridos por haber dormido en el suelo, pero al mismo tiempo, se sentía sorprendentemente cómoda. La pijamada había sido más tranquila de lo que esperaba, y eso la había hecho sentir bien.

Rodrigo, como siempre, fue el primero en levantarse, estirándose con exageración antes de agarrar a Barry y levantarlo en el aire, como si fuera Simba en "El Rey León".

-Buen día, Barry. Hoy vamos a comernos el mundo -dijo con una risa, antes de soltar un bostezo.

Iván, por otro lado, ya estaba despierto, sentado en un extremo del living. Su expresión había vuelto a ser la de siempre: neutral, casi distante. La calidez que había mostrado la noche anterior parecía haber desaparecido como si nunca hubiera existido.

Emma no pudo evitar notar el cambio. La noche pasada, Iván había sido más relajado, incluso accesible en algunos momentos. Pero ahora, con el día recién empezando, parecía que había vuelto a levantar sus muros.

-¿Qué onda? ¿Qué planes para hoy? -preguntó Emma, intentando romper el hielo mientras se levantaba y estiraba.

Rodrigo, como siempre, fue el primero en contestar.

-Podríamos hacer algo tranqui, no sé... salir a caminar o quedarnos acá viendo alguna otra peli -propuso mientras dejaba a Barry en el suelo y se dirigía a la cocina-. Aunque primero necesitamos desayuno. Me muero de hambre.

Iván, en cambio, se limitó a encogerse de hombros, como si la conversación no fuera con él.

-Hacé lo que quieras. Yo después me tengo que ir -respondió, sin siquiera mirar a Emma. Su tono era cortante, muy diferente al del Iván relajado que había conocido la noche anterior.

Emma se quedó un segundo en silencio, procesando la respuesta. Decidió no insistir, pero no pudo evitar sentirse un poco incómoda. Sabía que Iván era complicado, y que probablemente le costaba mostrarse tal como era. Sin embargo, ese contraste la hacía dudar si había hecho algo mal o si simplemente él estaba volviendo a su zona de confort: la distancia.

Rodrigo volvió con tres tazas de café y se sentó junto a Emma, ignorando el ambiente tenso.

-Che, ¿te acordás cuando hacíamos estas pijamadas cuando éramos chicos, Iván? -dijo Rodrigo con una sonrisa, intentando animar la conversación-. Siempre terminábamos destruyendo algo de la casa. Menos mal que Barry no existía en esa época, pobre gato...

Iván dejó escapar una pequeña sonrisa, pero no era la misma de la noche anterior.

-Sí, lo peor es que siempre me hacías arreglar las cosas a mí -contestó Iván, pero su mirada seguía evitándola a Emma.

Era evidente que Iván y Rodrigo tenían una conexión muy cercana, y Emma lo notaba más ahora que Iván se había vuelto frío nuevamente. Con Rodrigo, Iván parecía relajado, sin esfuerzo. Pero en cuanto ella estaba cerca, todo volvía a esa rigidez impenetrable.

-Che, Emma, ¿te gusta el fútbol? -preguntó Rodrigo, intentando cambiar de tema mientras terminaba su café-. Podríamos jugar un rato afuera, patear la pelota antes de que Iván se vaya.

-Sí, obvio -respondió Emma, intentando seguir el ritmo positivo que Rodrigo le ponía a la situación-. Me encanta el fútbol, aunque no sé si les pueda seguir el paso.

-No te preocupes, yo tampoco le sigo el paso a Iván cuando se pone en modo estrella -bromeó Rodrigo, dándole una palmada en la espalda a Iván, que seguía inexpresivo.

El comentario pasó de largo sin que Iván lo registrara, al menos en apariencia. Emma no pudo evitar preguntarse qué estaba pasando por su cabeza. ¿Por qué había cambiado tan drásticamente desde la noche anterior?

Después de desayunar, salieron al patio trasero. Rodrigo trajo una pelota y comenzó a patearla con Emma, ambos moviéndose con energía mientras el sol comenzaba a calentar el aire fresco de la mañana. Iván se mantenía apartado al principio, solo mirando desde un costado. Su semblante frío y distante era casi una barrera física que parecía separarlo de lo que estaba ocurriendo a su alrededor.

-Dale, Iván, metete -lo animó Rodrigo, haciendo un pase hacia él.

Iván suspiró, pero finalmente se unió. Sin embargo, su actitud era distante, como si estuviera ahí solo por cumplir. Emma notó que, cada vez que Rodrigo le hacía algún comentario a ella, Iván evitaba mirarla. Cuando Emma le pasó la pelota, Iván la pateó de vuelta casi de manera automática, sin decir ni una palabra.

El tiempo pasó entre jugadas rápidas y bromas ligeras entre Rodrigo y Emma, pero Iván se mantenía en silencio, encerrado en su propia cabeza. Finalmente, después de un rato, Rodrigo paró, apoyándose en una pared y respirando hondo.

-Uff, creo que ya estoy hecho bolsa -dijo entre risas, secándose el sudor de la frente-. Mejor volvamos adentro, ¿les parece?

Emma asintió, y los tres volvieron al living, esta vez con menos energía. Pero mientras Rodrigo hablaba animadamente, Iván volvió a tomar su teléfono, desconectándose de la conversación.

-Creo que ya me voy -dijo Iván de repente, levantándose del sillón-. Tengo cosas que hacer en casa.

Rodrigo lo miró, algo sorprendido, pero no dijo nada. Sabía que cuando Iván tomaba decisiones así, era difícil hacerlo cambiar de opinión.

-Bueno, che, gracias por venir -dijo Rodrigo, palmeándole el hombro-. Después arreglamos para otro día.

Iván asintió, pero su mirada pasó brevemente sobre Emma antes de volver a enfocarse en Rodrigo.

-Nos vemos -murmuró, saliendo de la casa sin más despedidas.

Emma observó en silencio cómo Iván se iba, con una mezcla de frustración y curiosidad en su interior. La noche anterior había visto una parte de él que ahora parecía completamente oculta de nuevo. No podía entender por qué era tan complicado con ella, mientras que con Rodrigo todo parecía fluir naturalmente. Sabía que había algo más detrás de esa barrera que él había vuelto a levantar, pero todavía no sabía cómo derribarla.

-Perdón por Iván -dijo Rodrigo, sacándola de sus pensamientos-. A veces es medio difícil, pero es buen pibe. Seguro que hoy estaba medio raro por algo más.

Emma asintió, pero no dijo nada. Algo en su interior le decía que Iván no estaba siendo raro por "algo más". Había sido frío desde que ella apareció en la ecuación, y esa actitud seguía sin cambiar. Tal vez, simplemente, no le gustaba su presencia, o tal vez había algo más complicado que todavía no comprendía.

De cualquier forma, Emma estaba decidida a no dejar que esa frialdad la afectara. Sabía que, con el tiempo, tal vez podría entender lo que pasaba por la cabeza de Iván. Y aunque ahora mismo parecía una tarea imposible, algo en su interior le decía que la historia con él no había terminado ahí.

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Ya no se que poner aca, diganme 😞😎
Perdon por no actualizar antes 😔
A los que llegaron hasta aqui, que les parece la historia? 😁

La chica nueva ; SpreenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora