CAPÍTULO 12

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Gabriel.

Encadenado y en ropa interior se encuentra Eduardo Castillo, el favorito de su hermano, es una ganancia inesperada tenerlo preso de su libertad.

—No ha querido decir absolutamente nada y lo he torturado de muchas maneras—murmura Bellamy con cansancio.

Reparo al reo el cual se encuentra vuelto mierda, se está haciendo el difícil en balde, necesito lugares, coordenadas, nombres donde empezar a buscar a los miembros del consejo criminal y él me dará las respuestas a las malas o a las malas.

—Voy a ser breve, necesito información—me siento frente a él observandolo con asco.

—Vete al diablo Maxwell, te hemos estudiado con lupa, militar de mierda—escupe. —No sabes cuanto disfrutaré tú muerte, porque te aseguro que llegará.

—Me alegra que sepan quién los va a matar, me ahorran el tiempo de presentación.

—¡Eres un hijo de perra!

—Oh, muchas gracias—Suelto una risa carente de diversión.

—A tu padre le espera el mismo destino que a la zorra de tu madre—se burla.

En automático me levanto, sujeto una navaja y me acerco a él en un rápido movimiento. Sé que aquello fue obra de los rusos, no obstante, al parecer todo lo sucedido por las mafias se le atribuye a la Orden.

Todo está relacionado.

—Tu y yo vamos a tener un serio problema si no empiezas a hablar de inmediato en lo que realmente importa—zanje el tema molesto—¿Quiénes son los miembros de la Orden?, ¿Quiénes lideran el consejo criminal?—cuestiono dándole vueltas a la navaja.

—¡Vete al diablo!

—Esa no es la respuesta que quiero.

—¡No diré nada, repito, vete al demonio!

—Al infierno vas a parar tú si no me dices lo que quiero escuchar, no suelo tener mucha paciencia.

Con calma sujeto una de sus manos y con la navaja empiezo a quitarle la piel de los dedos lentamente, él grita estruendosamente y me río, dedo por dedo empiezo a despellejarle la piel como a un cerdo, las manos se me manchan de su asquerosa sangre y hago una mueca de repugnancia.

El pobre diablo no tiene uñas, se nota qué Bellamy hizo su trabajo.

—¡Son unos malditos!—exclama preso del llanto—La CIFMI’S no puede torturar a los prisioneros.

Ajá.

—¿Quién te contó esa mentira?, yo hago lo que me dé la puta gana y para combatir veneno con veneno, hay que ser igual de cruel—me burlo. —Pensé que la maldita organización de la que haces parte me tenía estudiado, pero veo que no, solo saben que soy el hijo del director—adivino y se le salen las lágrimas. —Todos ustedes no son más que una plasta de estiércol.

Patética basura.

—¡Eso basta para acabar con ustedes, para acabar contigo!—chilla de dolor, cuando termino con su mano derecha y sigo con la izquierda. —¡BASTA!

—Ser desollado vivo debe ser un suplicio, comienza a decir lo que quiero escuchar o ese será tu destino. Servirás más muerto que vivo—amenazo—Y créeme que sufrirás en el proceso.

—Mi hermano los matará a todos cuando se entere que me han capturado—repone retorciéndose de dolor cuando le quito la piel de su dedo pulgar.

Sus gritos de dolor son música para mis oídos.

Frenesí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora