CAPÍTULO 11

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Evelyn.

Abro los ojos mareada cuando siento que alguien me lleva en brazos, levanto la cabeza desorientada y observo al inmutable general.

Se me sube la presión inmediatamente, ¡¿Qué carajos?!

¡Mierda! ¿Por qué diablos me transporta en brazos?

—Ge-general—tartamudo avergonzada y él me detalla sin expresión alguna.

—Te quedaste dormida en el camino, no sé donde queda tu casa así qué te traje a la mía—comenta exasperado.

Me baja y miro a mi alrededor, es un penhouse, la sala es grande y espaciosa, me llama la atención el gran ventanal qué está cubierto con una pesada cortina negra, la vista por las mañanas debe ser preciosa.

—Disculpe por las molestias causadas.

¿Cómo ocurrió algo así? Lo que menos quiero es relacionarme con dicha familia que están más dementes que otra cosa, aún no proceso el comportamiento de Aaron, nunca me había insultado de esa manera, bueno, entre nosotros era normal el comportamiento de Amanda y es correcto analizar qué Aaron nunca ha hecho nada por darme un lugar frente a su madre, pero creí que era porque él sabía que puedo defenderme.

Sin embargo, este giro de los acontecimientos me hace plantearme, ¿El previo comportamiento dócil de Aaron era una fachada o sólo está molesto porque terminamos?

«¡Estoy confundida y estar junto a Gabriel Maxwell empeora mi confusión!» Tengo que salir de aquí antes de cometer una locura.

—Calla Cooper, actúas como si no hubieses tenido mi verga dentro de tu apretado coño—va directo al punto sin anestesia ni preparación previa.

Jadeo, sus palabras hacen que se disipe mi estado etílico y se me nuble el juicio por algo más potente que el alcohol.

—No es apropiado hablar de eso.

Camino por la sala sin detenerme a detallar nada «estoy que colapso» y me siento en el sofá negro que adorna la sala, el lugar es mínimalista, hay una fogata en la pared y encima se encuentra un cuadro en óleo de un paisaje natural tan verde que me recuerda a sus ojos.

También tiene un comedor enorme, y más allá se notan las escaleras para ir al segundo piso.

¿En serio estoy en su casa?

Evelyn, tonta, siempre te metes en problemas.

—¿Inapropiado dices, o acaso sueles saltar de cama en cama borracha?—Cuestiona sin expresión.

¿Cuál es su problema?

—No te importa Maxwell.

Cruzo las piernas uno sobre la otra nerviosa, y él observa el movimiento con la vista enturbiada, su expresión cambió tan rápido que mi corazón empezó a latir más rápido y se me eriza la piel, sin pensarlo mucho me levanto de un salto para huir de aquí inmediatamente.

«No es bueno», me mira como si fuera su presa, es indignante, no soy la presa de nadie, pero la prioridad es huir y salir de su radar.

¡Es muy tarde, estúpida! Se burla mi consciencia.

Se acerca a paso rápido y sin previo aviso me empuja nuevamente al sofá y me abre las piernas como un animal.

Jadeo de la impresión. —Correr no es una opción—sentencia.

¿¡Qué carajos?!

—¡¿Qué haces?!—grito escandalizada intentando cerrar las piernas, pero no me deja hacerlo.

Frenesí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora