CAPÍTULO 10

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Evelyn.

Las quinientas vueltas que realicé el día de ayer me dejaron los pies magullados y la mente hecha un lío, no puedo creer que el general Maxwell sea ese hombre con el cual me divertí en Washington.

No sé cómo sentirme al respecto con todo lo que ha sucedido, así también, he maldecido a Gaia y a su séquito un millar de veces y aún creo que no es suficiente.

Por culpa de esa estúpida fui castigada.

—Señorita Lyn, es hora de que almuerce—me avisa Sonia, hoy no tuve trabajo que hacer, así que vine a casa a refrescarme.

La peruana se ha encargado de desinflamar mis pies con una habilidad sorprendente.

—Eres un sol—me levanto para ir a tomar los alimentos en la isla, tengo un comedor familiar pero comer sola ahí no es una opción.

—Iré a terminar de lavar la ropa, buen provecho señorita—sale de la estancia a la zona de lavado.

Es un amor de persona, al principio estaba en contra de tener una sirvienta, ahora no sé qué hacer sin ella.

Devoro los espaguetis encantada por la sazón de Sonia y suena el timbre, bufo molesta, me levanto a abrir la puerta con grandes zancadas, ¿Por qué siempre interrumpen mi sagrada comida?

Lo detesto, odio que me interrumpan cuando estoy comiendo.

—¿Qué haces aquí?—le pregunto a Aaron cuando abro la puerta, precisamente tenía que ser él.

Entra sin que lo invite y se sienta a mi lado donde estoy almorzando, suspiro, dame fuerza señor.

—Tenemos que hablar Lyn, no podemos seguir así—le sirvo un vaso de agua y me siento a seguir comiendo.

—¿Así cómo?

—No puedes seguir discutiendo con mi madre cada vez que nos veamos—aseveró con voz torturada.

—Entonces, ¿Qué propones?—inquiero disfrutando de la comida, Sonia cocina excelente.

—No lo sé, la situación me está volviendo loco.

—¿Quieres terminar?—pregunté directamente dejándome de pendejadas.

—No—responde tajante. —Te amo demasiado Lyn, creo que lo mejor será que tú y mamá no se vean por un tiempo hasta que la situación mejore entre ambas—murmura mirándome fijamente.

—No quiero verla nunca más Aaron, así que ahórrate los comentarios motivacionales.

—Ese es el bendito problema Lyn, tú tampoco pones de tu parte—deja el vaso sobre la isla con un brusco movimiento y lo fulmino con la mirada. —Te amo, pero ella es mi madre y tú nunca has hecho nada para agradarle, deberías hacer lo que ella dice y problema resuelto—comenta exasperado.

Es el colmo del descaro.

—¿Te estás escuchando?—no lo puedo creer—No te estoy exigiendo que escojas entre tu madre y yo, tampoco tengo que agradarle a nadie Aaron, soy lo que soy y no cambiaré—lo miro ceñuda—¿Qué diablos te pasa?, ¿Hacer lo que tu madre diga? Eres increíble—es un imbécil, eso es lo que es.

Me gusta, lo aprecio, pero está situación es insoportable e insostenible, solamente a él se le ocurre semejante barbaridad.

—Está discusión no llegará a ningún lado—se altera.

—Puedes irte entonces, no te invite—señalo la puerta con el tenedor.

—Has estado insoportable desde que te mudaste a Noruega—reprocha. —Además, ¿Qué fue eso de golpear a Gaia?—dejo el plato a un lado empezando a molestarme—No me creí que fueras capaz de hacer tal cosa, tú no eres así Lyn y ellas son mis amigas, deberías por lo menos tener un mínimo de respeto y decencia.

Frenesí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora