CAPÍTULO 1

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Washington D.C. Estados Unidos.

Evelyn Cooper.

En mi vida he cometido errores, acciones de las cuales actualmente no me siento orgullosa, sin embargo, esto sin duda es una locura.

«La vida solo es una» suele decir Rosse.

Asi es, lo pasado, pisado.

No obstante, seguirle la corriente a mis amigas no me dejará nada bueno.

Lo que Dios quiera. Ya estamos aquí y huir no es una solución, jugueteo con mis ondas rubias mientras avanzamos en el mar de personas sudorosas, oliendo a sexo, alcohol y mucho sexo, con una mueca sigo caminando, no sé en que estoy pensando, Beck tiene la culpa de esto, como se le ocurre traerme a un antro repleto de gente, en especial cuando tengo ganas de follar y mi novio se encuentra tan lejos. Es una tortura.

Mis amigas me están torturando.

—¡Vamos Lyn, Rosse y Pau nos están esperando allá!—señala una mesa aparte en un rincón más privado.

Seguimos esquivando personas hasta llegar al sitio.

—¡Dios santo, se han demorado una eternidad!—grita Pau sobre la música—Es nuestra última semana en la ciudad, tenemos que divertirnos como Dios manda.

Las saludo con un beso a cada una, desde que tenemos que trasladarnos de sede, no hemos podido vernos con frecuencia por todo lo que implica dicha mudanza.

—Obvio que sí, aunque me costó horrores traer a Lyn, ya saben como es desde que está de novia con el innombrable, no quiere salir a pasarla bueno—miro mal a Beck por su comentario.

Las tres rompieron en carcajadas y las observo preguntándome porqué es que son mis amigas.

—A lo que vinimos señoritas—se levanta Beck, ella es el alma de la fiesta, tal vez se deba a que tiene raíces latinas—¡Vamos a bailar, a gozar y a coger si se da la oportunidad, la noche es joven!

Las cuatro reímos mientras nos levantamos y nos dirigimos a la pista de baile.

La noche pasa entre risas, tragos y bailes, la verdad es que extrañaba estar con mis amigas y pasarla bien sin estrés, nos movemos al ritmo de la música disfrutando de la paz que tenemos dejando el trabajo de lado por el momento.

Rosse llega con una botella de whisky o ron, lo cierto es que a está altura no sé lo que es, nos la pasamos entre nosotros mientras bailamos y nos toqueteamos dejando a más de uno boquiabierto por el suceso, ignoro todo y a todos, me concentro en mi pareja de baile improvisada, Rosse es la más extrovertida de las cuatro, ríe y canta llamando la atención de más de un hombre mientras me toca sensualmente al son de la música, sonrio al verla, es preciosa, su cabello negro hace contraste con sus ojos grises, el vestido negro corto hace sobresaltar sus curvas de manera provocativa, al contrario de mi que llevo un vestido rojo.

Aunque no quiera admitirlo llamamos mucho la atención, observo al lado, Pau y Beck están en las mismas, sin embargo, noto que Beck ya está pasada de tragos, somos un cuarteto muy interesante.

«El cuarteto dinamita».

La música termina y nos devolvemos a nuestro sitio, menos Rosse qué se fue con un moreno apenas dejó de bailar conmigo, suspiro, también quisiera un polvo rápido e inolvidable, pero tengo novio, bueno, eso a mis amigas no les importa, si fue por ellas ya estuviera follando con cualquier desconocido.

—Chicas me ha encantado la noche, pero ya está por amanecer y me tengo que ir—nos dice Pau mientras se tambalea un poco, río porque se nota que también está tan ebria como Beck.

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