CAPÍTULO 15

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Gabriel.

Gaia sale de la estancia y observo fijamente a la plateada.

—Eres muy necia, ¿No te enseñaron tus padres que es de mala educación tocar lo que no es tuyo?—digo mirándola seriamente.

La hija de puta es una pequeña tormenta vestida de militar, no puedo olvidar que ayer me chupó la polla como el mejor de los manjares qué ha probado en su vida. Mentiría si dijera que no me gustó porque lo hizo, me encantó.

Sin embargo, se quedó dormida y no pude follarla porque el director me necesitaba.

Me dije a mi mismo que no iba a volver a repetir con ella, que no volvería a cogermela, pero es una hembra en todo el sentido de la palabra, no puedo resistirme, tampoco quiero quedarme con las ganas de follarla cuando quiera.

No me sacie ni mierda, deseo poseerla en todo sentido.

—Mi madre me enseñó a tomar lo que quiero antes que venga alguien más y lo disfrute—se encoge de hombros mordiendo el labio, mi polla reaccionó con ese simple gesto.

—Ven aquí Cooper—la llamo a mi regazo. —Hay que continuar con lo que dejamos inconcluso el día de ayer.

Me mira con tanta intensidad que la reto con la mirada, se rinde y se sienta sobre mi. Su coño queda sobre mi erección y aprieto los dientes, es una puta delicia.

—Hace unos días rechazaste mi oferta y ahora quieres que tengamos sexo—se queja y sonrio. Me observa y frunce el ceño.

No puedo negar que la comandante Cooper es hermosa porque lo es. Mirándola de cerca puede detallar su bonito rostro, tiene algunas pecas sobre sus pómulos y, en vez de ser una imperfección, es todo lo contrario, las pecas le resaltan más los ojos y acentúa la belleza de su rostro.

No cabe duda de que es bella, así luce la tentación con sabor a obsesión.

—Podemos tener sexo casual—informo por fin. Quiero seguir disfrutando de su coño y ya no puedo negarlo. —Sin embargo, no quiero dramas ni enamoramientos pendejos. ¿Queda claro?—cuestiono metiendo la mano en su esqueleto negro, no lleva sostén.

Está mujer me volverá loco.

—Bien, tampoco quiero “dramas o enamoramientos”, aunque tengo una condición, no quiero que sea público—ayer sin pensarlo dos veces se escondió como si estuviera haciendo algo malo.

¿Mamarme la verga la avergüenza?

—Si ya terminaste con Aaron, no veo el problema— no es que quiera que todos sepan que me la estoy tirando pero su reticencia a esconderse me enerva.

Aunque no debo olvidar que es una pequeña infiel.

—Ese es el problema, no llevamos mucho de haber terminado, no me importa lo que digan los demás, aún así, Aaron merece aunque sea un poco de respeto—suelto una carcajada sin gracia.

—¿Un poco de respeto después de haber dejado que te cogiera siendo su novia o acostarte conmigo el mismo día que terminaron?—me burlo y se molesta. —O qué tal ayer, que me la mamaste estando él presente, vi que lo disfrutaste tanto o más que yo.

Intenta levantarse y presiono mis manos a su alrededor, es una agente entrenada, puede salir fácilmente de este lío, pero yo tengo más fuerza y no la dejaré irse hasta que meta mi verga en su apretado coño.

¿Quién se cree que es para dejarme con las ganas?

—General, si no acordamos que nadie se va a enterar de nuestros encuentros, no quiero nada.

Frenesí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora